Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

4 de Marzo, 2012 - [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS

Segundo Domingo de Cuaresma
[26] Génesis 22:1-2, 9a, 10-13, 15-18
Salmo 116:10+15, 16-17, 18-19
Romanos 8:31b-34
San Marcos 9:2-10

Prep-oración

La gracia por la que pedimos en la liturgia Eucarística de hoy tiene que ver con nuestros dos sentidos del oído y de la vista. Oramos para distinguir entre la Palabra de Dios y nuestros deseos egoístas que proyectamos en la palabra de Dios. El oír es diferente que escuchar y oramos para permitirle a la Palabra de Dios entrar al centro de nuestras vidas donde la escuchamos y a lo que la Palabra nos llama hacer.

También estamos invitados a orar para poder ver mejor en la Luz de Cristo para conocer el camino que nos lleva a la vida verdadera. La luz por la cual oramos no es lo mismo que tener claridad en nuestro camino. Nuestras lecturas de esta liturgia y la espiritualidad de la Cuaresma nos llaman a tener fe y a escuchar lo que nos llevara al Dios de confianza.

Reflexion

La Primera Lectura y el Evangelio de esta liturgia nos presentan dos experiencias de liturgia, en una forma. Hay un ir hacia arriba, una preparación o un llamado conjunto, un acto central de fe, una “Palabra de Dios”, una revelación sorprendente de la “Presencia real de Dios”, y el seguir hacia adelante.

Primero escuchamos la aterradora historia de la prueba que Dios le pone a Abraham. Se le llama a llevar a su hijo único a un lugar distante y sacrificarlo con un cuchillo y luego quemarlo en un altar que Isaac ayudo a construir. Abraham lleva a su hijo que lo ayuda a cargar el fuego y la leña y ahí van en un camino de confianza. Al llegar a la colina que fue divinamente escogida, el trabajo sucio se pone en marcha, nada de hacer preguntas, a excepto de Isaac que pregunta donde esta la oveja que será sacrificada.

En el momento en que el cuchillo va a entrar en el corazón de Isaac, quien ha sido atado y puesto sobre el altar, la voz del mensajero de Dios le pide que pare. Abraham ha pasado su prueba de fe, y se convierte no solo el padre de Isaac, sino el “Padre de la fe” y el modelo eterno para la gente de Dios. Un carnero es atado en un arbusto cercano, y así Dios proveo las cosas para el sacrificio, y no Abraham.

Entonces una promesa fue hecha por el Mensajero de Dios, que, a través de Abraham, mientras continúe viviendo en fe, sus descendientes se multiplicaran a través de Isaac, que también prosperaran y poseerán una tierra de bendiciones.

El Evangelio nos presenta la “Transfiguración,” o “El Cambio de Vestimenta.” Pedro, Santiago, y Juan suben un monte con Jesús. Tienen un encuentro íntimo con Jesús, Dios del Mas Allá, y obvio con El Dios de ellos. Jesús deslumbra a Sus seguidores con un tipo de glorificación. Se les ve a Moisés y a Elías conversando con Jesús. Moisés es “EL hombre de la Ley” y Elías es “El Hombre de las Profecías.” Jesús es el cumplimiento de la Ley y de los profetas y la “voz” otra vez ordena a Jesús como “My Hijo Amado.” El trío aterrorizado también se les pide que, “Lo Escuchen.”

Inmediatamente, ahí están, otra vez solos los cuatro y nadie más, ni otro sonido. Se van con esta experiencia y con preguntas sobre lo que había pasado. Se les ordena también que no hablen de esto hasta “la resurrección de los muertos” y tampoco pudieron  entender esto, pero siguieron bajando del monte de la intimidad.

Muchos de nosotros orientamos nuestras vidas es diferentes grados, hacia y desde la liturgia Eucarística. Tratamos también de ser mujeres y hombres que oran, lo que sea que eso signifique. Abraham e Isaac tienen un cercano llamado extremo con Dios. Pedro, Santiago, y Juan experimentan una convención y comunión inusual. Los espectadores confundidos se regresan a lo cotidiano, se bajan del monte a continuar viviendo sus vidas. Su fe pareciera ser fortalecida, pero al mismo tiempo su entendimiento pareciera estar desconcertado. Naturalmente se van a estarse preguntado si fue “real” lo que les acababa de suceder.

Una de las grandes alegrías de la intimidad humana es que va más allá de la razón. Disfruto preguntándoles a las parejas, que tengo el privilegio de preparar para el matrimonio, “¿Por qué  la/lo amas?” Las relaciones en las que confío más son aquellas que tartamudean las palabras que pueden expresar unas razones buenas. El amor no es del todo razonable. Cuando hay muchas razones verbales, sospecho que esto es una transacción y no una transfiguración.

Devoción, oración, liturgia, son llamados a una cercanía simple y honesta, que al tratar de entenderla y explicarla, la abarata y  la aplasta a una rutina, en vez de que sea un deleite.

Como con Abraham, Isaac, Pedro, Santiago, y Juan, vamos hacia un tiempo de encontrarnos con lo Santo, dando algo de nosotros por el aliento y consuelo de la presencia de Dios y luego somos mandando, pero siempre habrá una pequeña pregunta, “¿Fue eso real?” “¿Estaba hablado conmigo mismo, solo consolándome, juzgándome?” La intimidad no lleva a la comprensión, pero si al vivir, transfigurar, cambiar, por que somos muy amados.

Amo la Eucaristía por muchas razones, pero una de las razones primordiales es que desafía la explanación intelectual adecuada y amo eso que no es científico, que no es de la ciencia cierta, las exigencias de mi mente arrogante. La Eucaristía es más que una transfiguración; es un total “cambio” de un algo a un Alguien. El que Alguien cambie los algos que se reúnen alrededor del Lugar Sagrado es también inexplicable, pero real. Cuanto mas dejamos que Jesús se acerque hacia nosotros y dentro de nosotros, es mas que en nosotros, individualmente y comunalmente, nos transfiguramos y representamos al mundo. El mundo no puede adecuadamente explicar nuestro vivir como el Nuevo de Jesús y como Su Real Presencia. Nunca sabremos si nuestras oraciones son reales. Abraham es nuestro Padre de Fe y nuestros hermanos de fe bajaron de ese monte con preguntas, y dudas acerca de ¿Qué fue eso que paso? Las preguntas no humedecen la fe, las respuestas fáciles si. El vivir la fe es la prueba de intimidad, tal y como vivir el amor de matrimonio intensifica y supera los topes.
 
Tres apóstoles no pudieron describir adecuadamente lo que en realidad paso allá arriba. Pero ellos pudieron continuar siendo mas libres de contestarles a sus futuros. Quisiera dejar cada liturgia o momentos de oración personal con menos explicaciones de por que vivo de esta manera. Quisiera desear ser un desconcierto, en el sentido de poder ser una experiencia de transfiguración, que de todas maneras sigue siendo difícil de explicar. Quisiera que mi vida fuera más allá de lo razonable y al mismo tiempo disponible y personal.

“Caminare en presencia del Señor, en el país de la vida. Tengo fe, aún cuando digo, “Que desdichado estoy.’” Salmos Responsorial 116

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