Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

4 de Diciembre del 2011 - [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS

Segundo domingo de Adviento
[5] Isaías 40:1-5, 9-11
Salmos 85:9-10, 11-12, 13-14; 2 
Pedro 3:8-14
San Marcos 1:1-8

PRE-ORACION

Nos estamos preparando estos días de Adviento para estar listos para la Navidad. Este Segundo Domingo de Adviento oramos para tener un corazón que escucha las palabras de consuelo y de llamado. Oramos para tener calma a nuestro alrededor; el dejar a un lado la producción, la realización, y la auto-validación de nuestra eficiencia.

REFLEXION

Como lo propuse la semana pasada al final de la Reflexión, estoy ofreciendo una forma media diferente de reflexiones diarias estos últimos tres Domingos de Adviento. En vez de reflexionar solamente en las lecturas de las Escrituras de estas semanas, espero ofrecer unos pensamientos de Adviento en tres temas de Adviento diferentes. El tema de esta semana es “calma.”

Me sorprende como mi perro súper activo, que parece bala cuando va de cuarto en cuarto y siempre pasa rápido cuando va por la cocina, puede congelarse como estatua cuando empiezo a acariciarle su humilde cabeza. Esta imagen del profeta Isaías acariciando la cabeza y el corazón de Israel con palabras de “consolación” empieza las lecturas de nuestra liturgia y de nuestra reflexión de Adviento. Mientras acaricie el perro, ninguna otra invitación o estimulo sabroso lo distraerá. El ser de Israel en cautiverio los llevo a una condición de necesitar esperanza para saber que no todo estaba perdido.

San Ignacio, el fundador de los Jesuitas, fue físicamente calmado por una bala de cañón que le cayó en su pierna. Esta inmovilidad física lo llevo eventualmente a una congelación espiritual en la cual el llego a tener una conciencia profunda de lo mucho que había perdido en su vida y que hubiera deseado haber salvado. Hay un silenciamiento en las voces cuando se va hacer un anuncio para que todo se pueda escuchar y entender claramente. Hay una calma antes de la tormenta, decimos, y un silencio antes de un gran acto de realización física en el arte o en el deporte. 

Estamos invitados por la temporada de Adviento para contener nuestra respiración mientras Dios hace un acto fantástico de atletismo, de la eternidad al tiempo, del cielo a la tierra, del Espíritu a la Carne, y del misterio a la historia. Estamos invitados a quedarnos quietos mientras el Artista Divino empieza a pintar y esculpir nuestra imagen dentro de la de Él.

Recuerdo estar parado con varios miembros de mi familia en frente de la Catedral de Notre Dame en Paris mientras las tremendas campanas de arriba repicaban y nos quedábamos sin palabras. Después de eso caminamos hacia le Louvre y ninguno de mis agudos hermanos podían alcanzar las voces que susurraban ahí a causa de la Mona Lisa.

El escritor y columnista famoso Americano, Wil Rodgers, escribió una vez, “Nunca dejes pasar una oportunidad para callarte.” El escuchar toma “callarse” y el silencio  toma algo de “sinceramiento.” El silencio vale oro solo después de que devaluamos el más mínimo ruido, especialmente cuando nosotros somos los que hacemos el ruido. El estar callado no significa que nada está pasando; sino que algo está entrando. Entre más dos amigos hablen uno al otro, mas ellos tienen que estar dudando de su amistad. De hecho, entre mas haya intimidad, menos hay “necesidad” de decir palabras. Los buenos amigos pueden hablar, pero el silencio puede ser una experiencia más profunda y una expresión de confianza, alivio, y compromiso.

El profeta Isaías invita a Israel a calmar sus gritos personales y colectivos de culpabilidad y vergüenza mientras se sientan en el exilio. Mientras sus voces interiores de auto recriminación sigan gritando, las palabras de “consolación” no podrán ser escuchadas. Las buenas noticias de que van a regresar a sus casa serán ahogadas por sus lagrimas de abandono. “La boca del Señor ha hablado. ‘Grita a lo alto de tu voz’ y grita para que todos puedan escuchar, ‘¡Aquí está tu Dios!’ ”

Las buenas noticias centradas alrededor de la realidad que las montañas y valles y desiertos están todos en el pasado y sus duros caminos rumbo hacia sus casas han sido preparados para un regreso seguro, pero tienen que dejar de quejarse, culparse, y de llorar.

Juan también le grita a la gente de Israel y a nosotros., “prepárense”, “Uno más poderoso que yo vendrá después que yo.” Su mensaje fue difícil de escuchar, porque el escucharlo puede involucrar un cambio, un “arrepentimiento.” El estar ajetreados y tener nuestras mentes llenas es una defensa preventiva maravillosa. Lo que escuchamos determinara lo que oímos. Lo que oímos crea nuestras actitudes y por lo consecuente, nuestras acciones.

No queremos escuchar malas noticias, pero las buenas noticias también pueden ser peligrosas. Las Buenas Nuevas del nacimiento de Jesús puede que no sean tan buenas, porque El dice algo con Su llegada y con Su permanente estancia, la cuales, si son escuchadas, cambiaran mis costumbres. Razón mas para tener el Adviento en la distancia, dejando la calma como una idea practica.

El estar calmado no lleva a estar estancado. Actuar fuera de lugar y dejar que las simples verdades nos sorprendan es la sal de la vida. El lugar de donde deseamos ardientemente huir es el mismo lugar donde nos debemos de poner de rodillas, o estar sentados y no hacer nada, y solo recibir aquello que deseamos de no estar calmadas y ocupados.

My abuela irlandesa muy seguido nos reprendía, “¡No solo estén sentados; hagan algo!” Adviento es todo lo contrario. El Adviento se convierte en una forma de vida suave. Nos gusta sentarnos alado de un arroyo silencioso. Nos gusta estar cerca de una persona que tiene un arroyo silencioso dentro él o ella. Puede que el mejor regalo que cada uno de nosotros puede recibir a través de una oración silenciosa, es un ser interior más silencioso, cuyas montañas de resistencia se han estabilizado, cuyos valles de inferioridad han sido llenados y cuya asperidad ha sido suavizada por la presencia gentil de Dios. Nos preparamos para la venida de Cristo dentro de nosotros para que El pueda fluir con más gentileza dentro de nosotros.

“Estad quietos y sabed que yo soy su Dios.” Salmo 46, 10

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