Retiro “Online”
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Un Ministerio de la Oficina de Ministerios Colaborativos en la Universidad de Creighton.
Retiro “Online”
Semana 6

Guía

El Desorden del Pecado – Rebeldía Personal

Después de que el Rey David tuvo su relación con Betsabé, e hizo que su esposo Urías muriera en el campo de batalla, el profeta Natán se presentó ante él con una parábola. Un hombre rico, que tenía muchas ovejas, robó la única oveja de su vecino más pobre. David se llenó de ira ante la maldad del hombre rico. Natán dijo entonces a David: “¡Tú eres ese hombre rico!”

Cada vez que observamos el terrible pecado del mundo, por el cual Jesús murió en la cruz, debemos hacer una pausa y explorar esa misma rebeldía contra Dios en nuestros propios corazones.

La gracia que pediremos a Dios esta semana es que podamos conocer nuestro pecado – completamente y profundamente – de manera que podamos conocer la profundidad del amor personal que Dios nos tiene. Queremos conocer nuestro pecado a nivel de  sentimientos.

¿Qué es lo que he hecho? ¿Qué es lo que he dejado de hacer? ¿Regularmente? ¿Casi instintivamente? ¿En cada etapa de mi vida? A lo largo de mi vida hasta el día de hoy, ¿cuándo he actuado independientemente de Dios? ¿Cuándo quise imponer mis propias reglas? ¿Cómo he sido deshonesto – con los demás, conmigo mismo? ¿Cuándo he sido cruel o abusivo? ¿Lujurioso y codicioso en mis deseos de poder, control, consumo, gratificación  personal? ¿Hasta qué punto me he justificado con excusas? ¿Cómo he dejado que mi corazón se enfríe con Dios, con los demás?

¿Qué males persisten por causa mía? ¿Quién sigue lastimado o herido por mi egoísmo? ¿Cómo he sido sordo al grito de los pobres? ¿No queriendo involucrarme, convenciéndome de que no era mi responsabilidad? ¿Cómo me he aislado en mi propio mundo, para no molestarme con las necesidades de los demás? ¿Cuánto les cuesta a los demás mi comodidad? ¿Cómo he fallado en atender, cuidar, investigar, responder, comprometerme, trabajar por el cambio? ¿Acaso he sabido ser abogado de los pobres?

Éste es un período de profundo autoconocimiento, con un creciente deseo de conocer como nunca antes la profundidad del perdón y el amor de Dios. Esto no debería ser deprimente, sino algo liberador, ya que descubriremos que a nuestra manera hemos vendido  la cruz al mejor postor, y que realmente nos hemos extraviado de los deseos que Dios tiene para nosotros. Pero terminaremos cada día descubriendo que la cruz nos señala un amor maravilloso que nos libera de nuestro pecado.

Verdaderamente, ésta es una semana para dar gracias con mucho sentimiento. En unos breves instantes, digamos a Nuestro Señor Resucitado: “Jesús, cuán agradecidos estamos”. Digámoslo con palabras, con afecto íntimo.

Esta semana las sugerencias de la derecha serán muy importantes. Léelas detenidamente. Las lecturas y oraciones son particularmente enriquecedoras. Asegúrate de observar la foto agrandada. Considera utilizarla como papel tapiz para tu pantalla. Considera entrar a “Un Lugar para Compartir” y comparte tus gracias recibidas aunque sea de manera anónima.



Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar esta Semana

Ésta es una semana importante para nuestro retiro. Nos preparará para las próximas semanas. Sabemos que no es una semana fácil, ya que va en contra de lo que nos enseña nuestra cultura en cuanto a examinar nuestros corazones ante Dios.

Para empezar, debemos hacer varias advertencias importantes. Primeramente, si estás sufriendo de depresión clínica, por favor haz estos ejercicios solamente bajo la guía de un director espiritual. El propósito de esta semana es experimentar una profunda gratitud por la inconmensurable profundidad del amor y la misericordia de Dios para con nosotros. Un director contribuirá a asegurar que esta semana no sea motivo de desenfoques.

Esto va para todos: hay que destacar que la respuesta natural a una exploración no velada de nuestros pecados voluntarios es una vergüenza genuina. Ésa es la verdadera gracia de esta semana, pero sólo la primera parte. La segunda parte es el sorprendente descubrimiento de que conozco a Dios más íntimamente cuando quedo sobrecogido por el amor que Dios me tiene – como pecador. Las dos gracias vienen juntas. Si estoy decidido a evitar el sentimiento de vergüenza, estoy poniendo obstáculos a Dios para que me dé el poder de la segunda gracia.

Para aquellos de nosotros cuyas pasadas experiencias de haber sido avergonzados (en el sentido de flaqueza o de abuso) han causado graves daños a nuestra personalidad, esta gracia necesita ser sentida como algo totalmente distinto al tipo de experiencia destructiva. La gracia de esta semana puede ser de sanación de una visión vergonzosa de nosotros mismos. Para todo aquél que desee dicha sanación, recomendamos con vehemencia proseguir este retiro con la asistencia de un director espiritual.

Habiendo dicho esto, no temamos pedirle a Dios que nos muestre lo que somos: pecadores que Él ama. Exploremos algunos métodos que podrían ser útiles esta semana.

El inicio es crítico. Estamos pidiendo gracias. Eso nos dice, desde el principio, que no vamos a lograr lo que deseamos solamente por nuestro propio esfuerzo. No será el resultado únicamente de nuestro trabajo. Será un regalo – un regalo de Dios. De manera que comenzaremos por pedir la gracia de ser guiados a lo largo del camino. Podríamos pedirle a Dios que “envíe una luz” sobre las áreas que Dios quiere que veamos. Podríamos pedirle a Dios que nos ayude a sentir con profunda emoción las veces que hemos sido rebeldes.

Podría parecer que seguir haciendo este retiro en el telón de fondo de mi vida cotidiana es más difícil, pero realmente no lo es. Quizás podríamos buscar momentos para recordar y reflexionar. Podríamos planear un almuerzo a solas, o pasar cierto tiempo extra dando una caminata, o levantarnos media hora antes – acostándonos media hora más temprano. La naturaleza esencial de este retiro sigue siendo la misma – se trata de unificar mi día – desde que me despierto hasta que me quedo dormido, con una sensación de la presencia de Dios dentro de mí a lo largo del camino. Se trata de concentrarme en lo que estoy haciendo hoy, de manera que el telón de fondo de mi vida vaya cambiando cada vez más.

Concretar es vital. Es importante tener un plan. Por ejemplo, podríamos planificar la exploración de mis años de juventud a principios de semana, la mitad de mi vida a mediados de semana, y mi vida actual a finales de la semana. No queremos tener una sensación vaga de todo esto. Queremos explorar acciones, actitudes y consecuencias concretas de mis decisiones, esos hábitos que he desarrollado y no he cambiado, esas oportunidades de amar que he desperdiciado, y esas maneras en que me he hecho el sordo al grito de los pobres. Concreticemos.

Algunos nos sentiremos tentados de decir que no hemos cometido muchas faltas en lo que llevamos de vida – que nunca fuimos adúlteros, que nunca fuimos deshonestos en el trabajo, o que nunca actuamos sin amor al prójimo, que siempre hemos pensado en los pobres y que hemos contribuido generosamente a su causa, enseñando a nuestros hijos a hacer otro tanto – lo que quiere decir que no somos pecadores. Quizás tengamos que ser más diligentes al examinar nuestros corazones en busca de indicios de orgullo, prejuicios, o falta de compasión hacia aquellos a quienes se les dificulta más hacer el bien. Si rogamos a Dios que nos muestre lo que nos hace falta para ver nuestra vergüenza, Dios proveerá.

Para otros, será ese pecado único o ese patrón de pecados lo que nos preocupa – cada vez que pienso en pecado, pienso en el viejo hábito de abusar del alcohol, o de esa aventura amorosa que me hace sentir culpable, o esa ocasión en que abusé de alguien, o esa persona que odio y no puedo perdonar. Si éste es el centro focal de nuestra semana, y se convierte en un camino para que Dios nos muestre Amor y Misericordia, habremos recibido una profunda gracia. Sin embargo, resistamos la tentación de detenernos ahí, en ese pecado único. Dejemos al descubierto  nuestras vidas. Para la mayoría de nosotros, las rebeldías y los fallos a la hora de reverenciar y servir a Dios a menudo pueden ser muy sutiles. Queremos conocer y sentir el amor que Dios nos tiene, no por lo que hayamos hecho o dejado de hacer. Queremos sentir amor y misericordia por lo que somos – por lo que hemos sido, y por lo que hemos llegado a ser.

Finalmente, eso nos llevará hacia Jesús. Que cada día concluya conversando con Jesús – abriendo nuestros corazones, como un diálogo entre amigos, con gratitud cada vez mayor.

Saca tiempo para visitar, y si quieres, imprimir las otras páginas de este sitio. Y considera compartir las gracias recibidas. Y, oremos los unos por los otros.


Para el viaje

La dramática escultura de “La Piedad” de Miguel Ángel que se exhibe en la Basílica de San Pedro en Roma, actualmente está protegida detrás de un grueso cristal. Años atrás, estaba más accesible y era más vulnerable. Dicha hermosa creación fue atacada y dañada por un enajenado mental. La mayoría de las grandes obras pictóricas del mundo están guardadas y protegidas de manera similar. ¿Por qué?   

El pecado es una parte de la misma creación que también nos ofrece tantas bellas pinturas, estatuas, bosques, ríos, y otros seres humanos. Durante los Ejercicios, meditemos en oración sobre la creadora relación de amor que Dios mantiene continuamente con todas y cada una de sus criaturas. Dicho de manera sencilla, el pecado es la acción que emana de la actitud que mi relación egoísta, codiciosa e irreverente con cualquier criatura de Dios, reemplaza la relación de dicha criatura con Dios. Se trata de volver a ser reverentes y de ver a Dios en todas las cosas y todas las cosas  en Dios.

A causa de mi necesidad de eficiencia, pude haber usado un cuchillo de plata para abrir una lata de pintura. El pecado no es que yo rompa el cuchillo, sino la actitud de irrespeto hacia las limitaciones de la plata que Dios dispuso. El pecado es también mi falta de respeto a la importancia que esa pieza de plata tiene para otra persona.

Podrías chequear tu comportamiento en contra de los preceptos incluidos en los Diez Mandamientos, y descubrir que no has violado ninguno. El pecado tiene más que ver con las relaciones. Más que los Diez Mandamientos, están las alianzas personales que Dios ha hecho con nosotros a través de toda la creación. El pecado ocurre cuando violamos, ignoramos y libremente decidimos reemplazar nuestra relación primordial con Dios por un objeto, una persona, o mi propio plan egocéntrico.

Ignacio nos ofrece su visión de un Dios trabajador, que siempre trata de atraernos y apoyarnos. La misericordia de Dios está por encima de todas las demás obras. La misericordia no consiste solamente en que Dios perdona nuestras violaciones a Sus alianzas  con nosotros, sino mucho más. Dios desea intensamente que estemos más vivos, más alertas y sensibles a Su presencia por medio de Sus dones. El perdón es la parte judicial de Dios; continuar nuestra creación personal es Su parte compasiva.

Jesús no abandonó a Sus amigos ni a quienes resultaron ser Sus enemigos. Jesús no se cansó de hablar, de trabajar, para que todos tuviéramos un despertar de conciencia.

Al rezar esta semana en la temible zona del pecado violento e irreverente, permanece cerca de la imagen de Jesús en la cruz. Él está allí para manifestar tanto el pecado como la  respuesta  amorosa de Dios a dicho mal. Podemos observarlo todo desde nuestro lugar junto a la cruz. La gracia que buscamos esta semana es la gratitud por el amor continuo y redentor de Dios, que cancela nuestras deudas y obra para que alcancemos una vida plena.


En éstas o en palabras similares

Querido Señor:

¡No quiero ver! ¿Acaso soy igual que el Rey David? Puedo llenarme de ira con las historias que he leído y al ver las noticias mundiales sobre dictadores, el hambre, y el maltrato entre los seres humanos. ¿Cómo pueden tratarse así? ¿Cómo pueden permitir que haya trabajos esclavizantes, y que continúen las llamadas “limpiezas étnicas”? Pero ahora, al rezar, veo cómo salen a la superficie todos mis pecados.

No me considero un pecador… por lo menos no un verdadero pecador. Pero de repente me enfrento a mis propias limitaciones. ¡Limitaciones! Mírame, Señor - ¡ni siquiera estoy dispuesto a admitir que son pecados! Pero lo son. Ahora veo cómo tiendo a juzgar a los demás, cuán rápidamente decido si las demás personas son dignas de mi aprobación. Me avergüenza ver que tengo tantos prejuicios y la manera en que trato de ignorarlos.

Todas estas cosas terribles forman parte de mí. Señor, casi me dan ganas de salir huyendo. ¿Cómo presentarme ante ti con tantos pecados? Por favor, Señor, te lo ruego. Quiero sentir tu amor en lo más profundo de mi ser, y sé que primeramente tengo que sentir tu perdón. Muéstrame como soy realmente, con todos mis defectos. No se trata solamente de mi trato hacia los demás. Veo que hay algo más profundo, Señor. ¿Cómo puedo ignorar tanto a los demás? Me hago de cuenta de que estoy demasiado ocupado para involucrarme con los demás. Me digo que no es culpa mía si hay pobres y desamparados. Tengo que cuidar de mi familia; tengo que lidiar con mi propia vida.

Sáname, por favor. Ayúdame a vencer mi rebeldía hacia Ti. Sana mi corazón, que se resiste a amar a los demás y se resiste a amarte. Muéstrame cómo Te he ignorado, cómo he ignorado Tus enseñanzas. Constantemente peco contra Ti y contra mis hermanos y hermanas. Déjame ver mi egoísmo, mi egocentrismo y mi vanidad. Enséñame a entender que mis temores me alejan de Ti.

Señor, quédate conmigo y ayúdame. Déjame sentir Tu amor por mí. Déjame sentir que estás venciendo la dureza de mi corazón. Lléname con el calor de Tu amor. Déjame llevar ese amor por doquier para poder dejar a un lado la dureza, la rebeldía, la discordia, los prejuicios. Ayúdame a abrirme a los demás, tal y como estoy abriéndome a Tu amor. Hoy, esta noche, déjame abrazar la cruz que a menudo he querido vender al mejor postor. Déjame ser inofensivo ante Ti, en agradecimiento por el maravilloso amor que me tienes.

Gracias, Señor. Gracias por Tu amor infinito y por tu inmenso perdón.


Oración para Empezar Cada Día:

Señor, deseo tanto prepararme bien para este momento.
Quiero estar completamente listo, atento y disponible para Ti.
Por favor, ayúdame a aclarar y purificar mis intenciones.
Tengo tantos deseos contradictorios.
Mis actividades parecen estar tan llenas de agobio,
corriendo detrás de cosas que realmente no importan ni duran.
Sé que si Te entrego mi corazón
todo lo que haga seguirá los dictados de mi nuevo corazón.
Que todo lo que soy hoy día,
que todo lo que trate de hacer hoy,
que todos mis encuentros, mis reflexiones,
hasta mis frustraciones y fracasos,
sirvan para poner mi vida en Tus manos.

Señor, mi vida está en Tus manos.
Por favor, permite que este día sea para alabarte.

Lecturas Bíblicas:
1 Juan 1:8 - 2:2
Lucas 15

Lucas 7:36-50
Lucas 18:9-14
Lucas 19:1-10
Salmo 51 (50)