Retiro “Online”
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Un Ministerio de la Oficina de Ministerios Colaborativos en la Universidad de Creighton.
Retiro “Online”
Semana 7

Guía

El Desorden del Pecado - los patrones de nuestras tendencias al pecado

La semana pasada revisamos los archivos de nuestros pecados, a la luz del amor que Dios nos tiene. Esta semana nos tomaremos el tiempo para investigar los patrones de nuestras tendencias al pecado, a fin de que podamos entender el amor y los deseos de Dios para con nosotros.

Todos hemos visto esos rompecabezas infantiles con una página llena de puntos numerados. A medida que vamos trazando las líneas para conectar los puntos, va apareciendo una imagen que no podíamos ver antes. De eso se trata esta semana.

Queremos conectar los puntos y ver surgir los patrones, a fin de entender cómo nace en nosotros el pecado. ¿Cuáles son las motivaciones que entran en juego? ¿Cuáles son  las fuerzas que provocan tensiones en mi corazón? ¿Acaso podré identificar las inclinaciones  latentes que habitualmente e instintivamente obran dentro de mí en contra de  los deseos de Dios? ¿Podría yo nombrar mis limitaciones más básicas?

El pecado, y la esclavitud que lo mantiene, son realidades muy complejas. Verdaderamente, nadie se levanta por la mañana y dice: “Creo que hoy voy a ser odioso. He decidido ser egoísta, es más, totalmente concentrado en mí mismo todo el día de hoy. Sí; cada vez que tenga que escoger, primero voy yo. Hoy me voy a entregar a la lujuria y a la codicia, y voy a hacerme el sordo al llamado de los pobres; no prestaré atención a mi papel junto al resto de la humanidad.” Todos sabemos que es algo mucho más sutil que eso. Siempre que pecamos, lo hacemos escogiendo algo que consideramos bueno, algo que nos hace falta. Ahora nuestro deseo es descubrir la manera en que enfocamos el pecado. Como siempre, las sugerencias de la derecha nos ayudarán esta semana a iniciar el recorrido con una buena guía, orientándonos en la búsqueda de palabras para rezar, así como de lecturas y plegarias para nuestra reflexión. La foto nos ayudará a visualizarnos en oración, pidiendo la “re-formación” de nuestros deseos.

Durante toda esta semana, aumentemos la intensidad de nuestro deseo de recibir la ayuda de Dios. Cuando se acerca el momento de someterme a una cirugía crítica, pido a todos mis allegados que recen por mí; hasta puedo llegar a invocar a mis seres queridos que ya fallecieron, para pedirles que intercedan por mí ante Dios y así poder tener una comprensión instintiva de mi tendencia al pecado. Puedo sentir sus intenciones por mi libertad. Podría pasar unos momentos con María, la Madre de Nuestro Señor, y pedirle que interceda por mí. Seguramente sentiré su presencia y su ayuda. Luego, puedo dirigirme directamente a Jesús, mostrándole mi gratitud por las gracias ya recibidas en este retiro y rogándole que interceda por nosotros ante Dios, Nuestro Padre y Creador, para que me conceda la gracia de poder ver los pecados que hay en mi vida. Finalmente, me dirijo al Dios que me creó y le ruego que me conceda poder aceptar plenamente la libertad que se me ofrece.

Mientras más profundamente comprendamos el misterio de nuestro pecado, más intensamente sentiremos que la Misericordia y el Amor de la Muerte y Resurrección de Jesús son para mí.



Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar esta Semana

Sinceridad, arrepentimiento humilde, y profunda gratitud, son las gracias que deseamos para esta semana. ¿Qué medios concretos podemos utilizar para abrirnos a recibir dichas gracias de Nuestro Señor, quien tanto desea dárnoslas?

Primeramente, sería importante revisar las sugerencias de la semana pasada, en lo referente a ciertas precauciones para quienes hacen estos ejercicios sin un director espiritual.

Penetrar en la concentración. Ésa es la clave. He aquí unos cuantos ejemplos.

Si uno de los pecados queme vienen a la mente es esa aventura amorosa que tuve hace unos años, ésta es la semana durante la cual puedo descubrir toda la gracia que se me ofrece (cualquier pecado serio me brindará la misma oportunidad). La tentación me dice que es algo que hice en el pasado; que ya pasó; lo confesé; fui perdonado; y no debo seguir pensando en eso, porque no volverá a suceder. ¿Para qué seguir pensando en viejas penas? Ésta es una época que posibilita varias gracias nuevas. Puedo pedir la capacidad de entender el patrón o los patrones que subyacen al pecado. Puedo pedir la capacidad de entender la hipocresía y el desorden, la codicia y el egoísmo. Si sigo adelante, con la confianza en que el amor y la misericordia de Dios me mostrarán una gracia que revele la profundidad de dicho amor, la gracia de Dios me será concedida.

Quizás pueda descubrir que el corazón de este pecado no era el sexo, por ejemplo, sino un escape de mí mismo, de la soledad o del dolor que estaba sintiendo. Quizás reciba la gracia de poder ver, en esta exploración de la fe, que mi pecado más grave fue no haber recurrido al Señor en los momentos de necesidad; no comprendí, y  ni siquiera escuché lo que la gracia me pudo haber proporcionado en ese momento. Cuando estoy atribulado, hago algo para llenar el vacío, para escapar del dolor, para ocultar el error, para mediatizar aquí y allá. Quizás pueda ver un patrón en mi rechazo a aceptar la cruz de mi vida – morir para mí mismo – porque no he aceptado la profundidad de la libertad que se me ofrece con la muerte del Señor en la cruz, para mi salvación. Y lo que puede llevarme a esta certeza es el deseo de conocer el inmenso abrazo de amor que se me ofrece cuando todo está abierto a la luz del amor de Dios.

Segundo ejemplo. Si una de las zonas que estoy examinando, como patrón de esta semana, es mi falta de amor en sus distintas manifestaciones, ésta puede ser una semana muy importante para entender una compleja tendencia que no me deja avanzar, y para sentir el agraciado deseo de entregar mi corazón en una grata respuesta al amor que se me ofrece. Pero, ¿qué hay debajo de los límites que impongo a mis relaciones? ¿Por qué mis amigos y yo juzgamos, y a veces atacamos, a aquellos que consideramos pecadores? ¿Cuál es el desamor que caracteriza los rasgos que dichas personas ven en mí? ¿Cuál ha sido el fundamento de mi frialdad a la hora de participar en el servicio a los pobres? En las respuestas a estas preguntas descubriré las gracias que se me ofrecen. Aquí es que descubriré la necesidad de sanar profundamente las zonas de mi ser que parecen estar fuertemente arraigadas. Debido a que no me veo como un “gran pecador”, a menudo puedo evitar la observación de esos patrones de conducta que impiden mi conversión en un verdadero discípulo de Jesús, con todo mi corazón. Es aquí donde descubriré el deseo del Señor para el resto de mi corazón. Y, por supuesto, es aquí que descubriré la profundidad de la plegaria de San Agustín: “Oh Señor Dios Nuestro, nos has creado para Ti, y nuestros corazones estarán inquietos hasta que descansen en Ti.”

Podríamos añadir: “y para descansar en ese amor maravilloso, más grande y pleno que todo lo que podamos pedir o imaginar.”

Durante toda esta semana, con cada descubrimiento, será importante seguir uniendo los puntos para formar una imagen de mí mismo, amado por Dios. De vez en cuando, si penetro profundamente en los patrones de conducta, descubriré una imagen de mí mismo que es complicada, a menudo inconsistente, muy desordenada, muy poco atractiva hasta para mí mismo. Me sentiré sobrecogido por el misterio de cómo Dios puede amar a alguien que ha sido un sirviente tan irresponsable, alguien que tiene un corazón tan dividido. Es aquí donde Dios se revela. Es precisamente aquí donde descubrimos quienes somos, y es aquí donde descubrimos nuestra necesidad de un Salvador.

Una imagen final podría servirnos de ayuda toda la semana, si logramos vernos como en la foto, sumidos en oración. Podemos imaginar nuestras vidas como una casa.  Nuestras vidas, al igual que una casa, a menudo tienen hermosos jardines. Podemos invertir gran cantidad de dinero para presentar a los transeúntes una imagen atractiva. Al entrar a la casa hay un recibidor y una sala de estar, donde podemos saludar y atender a la mayoría de las personas que forman parte de nuestras vidas. Aquellas personas más íntimamente ligadas a nosotros serán invitadas a compartir nuestra mesa, como los vecinos o los amigos de toda la vida. Y, por supuesto, tenemos los lugares íntimos de nuestra casa – el cuarto de baño y el dormitorio – donde solamente transcurren los momentos más íntimos de nuestras vidas. Pero, en cada casa – en cada vida – hay un sótano (o un desván o un garaje) donde guardamos las cosas menos presentables. Esta semana, podemos imaginar que estamos en ese sótano, aunque la puerta esté cerrada con candado y no lo hayamos visitado desde hace mucho tiempo. No debo sentir miedo, porque voy a bajar en compañía de Jesús, quien me mostrará todo lo que hay allí. Hay trastos viejos que no quisiera mostrar a nadie más. Allí hay escondidas cosas que me avergüenzan. Mientras camino entre los trastos , imagino que Jesús me está diciendo que me ama, aquí y ahora. Puedo escucharle decir que me ama completamente -  todo mi ser.

No evites esta semana por temor a que sea “negativa”. Te perderías de una tremenda gracia. Una manera de chequear el desarrollo del retiro en esta semana es preguntar si estoy creciendo en mi experiencia del amor de Dios, en el sentido de gratitud por ese amor, en el sentido de mi persona como pecador amado. El enfoque no será sobre nosotros, sino sobre Aquél que desea llenar nuestros inquietos corazones.


Para el viaje

Rezar por nuestro pecado personal tiene diversos significados. Esta plegaria tiene que ver con recuperar el sentido de lo impersonal que realmente he sido en mi relación con Dios y sus criaturas. Los regalos que he recibido han sido experiencias de enlace personal: Dios como persona me busca como persona.

Mi patrón de pecado personal es haber objetado al contacto personal con Dios y haberme rehusado a ver dichos regalos como procedentes de Dios, tomándolos en vez como simples temas de conversación conmigo mismo.

Rezar por mi patrón de pecado centra mi atención sobre los temores, necesidades, circunstancias y exigencias que entran en función cuando pierdo el contacto con los dones personales que hay en torno a mí y dentro de mí. Las acciones que emanan de ciertas actitudes, de tales temores y apetitos, se convierten en acciones que podríamos llamar pecados personales, pero que en realidad son también impersonales. Dicho de manera simple, me olvido o prefiero no considerar todo lo que viene a mí como algo que Dios me ofrece personalmente.

Esta semana oramos personalmente con Jesús, quien sale al encuentro de aquellas personas que son lo suficientemente sinceras como para admitir sus enfermedades, sus impedimentos y sus heridas. Antes de que Jesús se reúna con esas personas para sanarlas, deben encontrarse humildemente consigo mismas. Tienen que encarar la verdad de su propia condición personal. Al rezar sobre nuestros pecados y los patrones que nos hacen ser impersonales,  nosotros, como el Hijo Pródigo, debemos primero recuperar el sentido y regresar a nuestra esencia. Jesús sale al encuentro de quienes primero se han encontrado consigo mismos.

Es extremadamente importante que aquellos que observan sus patrones de pecado lo hagan sentados a los pies de Jesús, donde podemos sentir el contacto personal de Sus ojos compasivos. Reflexionar a solas sobre los patrones y la historia de nuestros pecados no hará más que fomentar la desgracia y el rechazo personal. Sinceridad no es humillación, sino un preludio a la gracia. La verdadera libertad bien vale el tiempo que toma estar sentados a los pies de Jesús para ser consolados en medio de nuestro desconsuelo.


En éstas o en palabras similares

Querido Señor:

Por favor. No sé por dónde empezar, pero creo que debo comenzar con Tu amor. Si no siento Tu amor, no creo que pueda ir más lejos. Estoy sentado en la penumbra, rodeado de mis pecados como si fueran hongos que nacen en un bosque húmedo. Mientras más observo, van surgiendo más y más. Reviso mi vida y veo pecados básicos, pero con más atención, descubro patrones en los mismos, y el mismo pecado se repite una y otra vez. ¡Oh, Señor! La manera en que trato a los demás, con ira, impaciencia, necesitando estar siempre al mando. Mi vida parece estar regida por la necesidad de lucir bien, y sin embargo hay tantas zonas en mí que son pequeñas, egoístas, y muy oscuras. ¿Qué es lo que hay dentro de mí que me hace darte la espalda completamente, así como al amor que me brindas?

Por favor, Señor, te lo ruego. Déjame sentir el dolor y la alienación que conlleva el estar separado de Ti. Déjame saber lo que es estar verdaderamente desconectado de Tu amor, y sentirme perdido sin Ti. Libérame,  Señor. Líbrame de esos apegos a los que me aferro. Toca mis heridas y sánalas. Toca el egoísmo que me hace olvidar cuánto necesito estar cerca de Ti.

Ayúdame a dirigirme a los demás con más compasión y deseo de perdón, la misma compasión y el mismo perdón que Tú me has mostrado con los brazos abiertos, tantas, tantas veces. ¿Cómo puedo ser tan áspero e inflexible con los demás, y sin embargo acudo a Ti automáticamente cada vez que necesito que me perdonen?

Ayúdame tiernamente, Señor. Calma este corazón tan frenético y desconectado de Ti. Enséñame a valorar a los demás tanto como Tú me valoras a mí. Muy frecuentemente te he pedido que enternezcas Tu corazón ante mi pecado. Por favor, ahora te pido que enternezcas mi corazón hacia los demás.

Quiero decirte lo mismo que Pedro: “¡Señor, no te acerques a mí! Soy pecador.” Pero sé que me atenderás, como hiciste con Pedro, y me dirás: “No temas”.

Sáname. Sosténme. Quédate conmigo, Señor.


Oración para Empezar Cada Día:

Señor, deseo tanto prepararme bien para este momento.
Quiero estar completamente listo, atento y disponible para Ti.
Por favor, ayúdame a aclarar y purificar mis intenciones.
Tengo tantos deseos contradictorios.
Mis actividades parecen estar tan llenas de agobio,
corriendo detrás de cosas que realmente no importan ni duran.
Sé que si Te entrego mi corazón
todo lo que haga seguirá los dictados de mi nuevo corazón.
Que todo lo que soy hoy día,
que todo lo que trate de hacer hoy,
que todos mis encuentros, mis reflexiones,
hasta mis frustraciones y fracasos,
sirvan para poner mi vida en Tus manos.

Señor, mi vida está en Tus manos.
Por favor, permite que este día sea para alabarte.

Lecturas Bíblicas:

Mateo 8:1-13
Lucas 9:23-25
2 Corintios 12:8-10
Lucas 5:1-11
Lucas 5:17-26
Mateo 25:31-46