Retiro “Online”
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Un Ministerio de la Oficina de Ministerios Colaborativos en la Universidad de Creighton.
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Semana 8

Guía

El Amor de Dios por nosotros – La Misericordia del Perdón

Esta semana caminaremos rodeados del amor de Dios. Queremos saborear – y disfrutar a plenitud – ese regalo de Dios para nosotros que es el perdón.

Aunque hemos estado tratando de terminar cada reflexión sobre el pecado con la realidad de la misericordia de Dios, durante esta semana trataremos de que el perdón de Dios llene el telón de fondo de nuestra semana.

Comenzaremos por concentrarnos en Dios. La foto del abrazo de una madre con su hija nos servirá de inspiración durante toda esta semana para mantener nuestra concentración en Dios. El rostro de esta mujer nos ayudará a imaginar la poderosa profundidad del abrazo que Dios nos da.

Cada mañana, cuando me levanto, me pongo las pantuflas o la bata, y empiezo a llevar a cabo mis actividades cotidianas, puedo concentrarme por un instante en el deleite que Dios siente  por mí. ¡Dios se regocija cuando por fin llego a entender su amor y su perdón!  A medida que avanza el día, puedo recordar varias imágenes que ayudarán a mi espíritu a elevarse cuando acepta la intimidad de ese abrazo de amor y perdón.

Puedo imaginar la alegría que siento cuando la biopsia de un ser amado resulta ser negativa, o cuando esa pareja de amigos encuentra el niño que estaban esperando para adoptar, o cuando alguien que significa mucho para mí recibe mi amor y lo goza. ¡Cuánto regocijo de Dios por causa nuestra esta semana!

Resistiremos la tentación de querer saber cómo Dios podría perdonar nuestros pecados, nuestros patrones de conducta equivocada – todo lo que hemos hecho y todo lo que hemos dejado de hacer. La respuesta a esa pregunta queda envuelta en el misterio del amor – amor incondicional, sin límites. Podríamos imaginar que estamos perdonando a un cónyuge, o a un hijo, o a un ser amado, sencillamente porque nuestro amor es más grande y más fuerte que cualquier mal que nos hayan hecho.  Y nos preguntaremos, ¿cuánto mayor debe ser el  amor de Dios, para perdonarme tan libremente, tan completamente?

Hay una frase que utilizamos para describir algo tan maravilloso. Decimos: “es increíble”. Considera compartir las gracias de esta semana. Nunca sabremos cómo un regalo para nosotros puede realmente ayudar a otro.



Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar esta Semana

Ésta no es una semana fácil para muchos de nosotros. En la tercera parábola de misericordia, en la cual Jesús cuenta a aquellos que le critican porque come y bebe con pecadores (Lucas 15) el retorno del hijo arrepentido a los brazos de su padre: “Pequé contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.”  El hijo mayor está lleno de resentimiento cuando el padre perdona tan libremente al hijo menor. Y al igual que los líderes religiosos que critican a Jesús, el hijo mayor no participa en la celebración. No nos resulta fácil sobreponernos a ese terrible sentimiento del pecado, o a los patrones de pecado que hay en nuestras vidas. Y aunque nos encontremos en el abrazo del Amor que Perdona, dentro de nosotros hay una voz de un hermano o una hermana mayor, empañando el brillo de la celebración.

Ésta es la semana para entregarnos al abrazo de Dios. Observemos la foto una y otra vez. Imaginemos que estamos en ese abrazo. Quedémonos ahí. Sin prisas. Dejemos que desaparezca nuestra resistencia. Recibamos el abrazo. Disfrutémoslo. Descansemos en él. ¿Qué es lo que siente y expresa el que me abraza en ese momento de unión? Durante toda esta semana, haga lo que haga, entre mis actividades, puedo cerrar los ojos e imaginar que Jesús me está abrazando así.

Esta es una semana para sonreír – para llevar esa sonrisa en el rostro y para sentirla profundamente. Una sonrisa y una respiración profunda hacen muy buena pareja. Preparan el camino de una paz interior maravillosa y llena de gozo.

¿Acaso desaparecen todos mis problemas? ¿Acaso mi vida está consolidada? ¿Acaso he alcanzado las profundidades de la libertad espiritual? Claro que no. Debemos recordar que éste es un viaje, y que cada semana es un próximo paso importante. Hay un próximo paso muy crítico: sentir, disfrutar y celebrar, porque soy un pecador amado.

Quizás esta semana pueda hacer varias cosas para levantarme el ánimo y reforzar el gozo y la paz de esta semana. Planifiquemos: hagamos ciertos cambios en nuestra rutina, cambiemos la atmósfera de la semana.

Más importante aún, esta semana es para expresar gratitud.  ¿Qué es lo que estoy sintiendo cuando descanso en ese abrazo? Después de todo lo que he hecho y he dejado de hacer, y de considerar los patrones que todavía configuran mi vida - ¡voy a ser perdonado! ¿Qué se siente? Si vienen las lágrimas, déjalas fluir. ¿Cómo voy a responder a quien me ha amado tanto? Necesito decir esas palabras en acción de gracias. Ser perdonado es un inmenso regalo. Queremos expresar nuestra gratitud en palabras que la proclamen, para que podamos alcanzar alegría y paz más profundas.

Los rituales son importantes. Involucran a nuestros cuerpos y perduran en nuestros recuerdos. Quizás ponga por escrito mi expresión de gratitud, con palabras que expresen lo que siento, dirigidas directamente a Jesús o a Dios. Al leer “En Estas Palabras o Palabras Similares”, podría encontrar mis propias palabras, y decirlas en voz alta o ponerlas por escrito. Para algunos de nosotros, el ponernos de pie en la soledad de nuestra habitación, con los brazos abiertos al cielo, podría expresar maravillosamente este sentimiento. Para otros, será importante recordar una canción y cantarla, para señalar esta semana tan especial. Podría asistir ala celebración de la Eucaristía todos los días de esta semana, o solamente el domingo, o participar en el culto comunitario de mi fe, con un sentimiento más profundo de alegría.

Esta semana la medida de cada quien  será dada por la manera en que nos vayamos a dormir cada noche. Si puedo poner la ropa sobre la silla y quitarme las pantuflas con una sensación creciente de alegría en mi corazón – porque soy un pecador amado más allá de toda expectativa – entonces la gracia de esta semana llenará mi espíritu de paz.


Para el viaje

Esta semana, celebraremos la misericordia de Dios para con nosotros y nuestro mundo. Aquellos que son padres, o abuelos, o tíos, han pasado por la estimulante experiencia de alentar a los bebés cuando están aprendiendo a caminar. Es muy emocionante ser testigos de ese primer paso, y luego las risas cuando el pequeñuelo se cae sentado.

El bebé sentiría ganas de llorar, y te mira en espera de tu reacción. Tu sonrisa, tus brazos extendidos, y tu contacto tierno, son el principio de su recuperación para intentarlo de nuevo.

¿Qué sucedería si tu decepción y enojo ante el fracaso del niño fueran a hacerse evidentes en tu rostro y tus gestos? La autoimagen del niño sería muy negativa, y si llega a levantarse de nuevo, sería mediante un proceso muy lento.

La misericordia de Dios es más que perdón; es algo que nos eleva para que podamos seguir aprendiendo a caminar junto a Dios. La misericordia no es un acto meramente judicial, una decisión tomada en una corte. La misericordia de Dios es un gesto de alianza que fluye del centro mismo del amor creador y permanente que Dios nos tiene.

Cuando Jesús siente “compasión” por una persona o por una multitud, el significado no es lástima, ni siquiera perdón. Jesús queda retratado como profundamente conmovido en lo más profundo de sus entrañas, donde antiguamente se suponía que residían las emociones. Jesús se conmueve para alcanzar, para enseñar, para alimentar y dirigir a Sus criaturas perdidas y caídas.

Rezar esta semana con los Ejercicios está destinado a librarnos del temor a que Dios esté judicialmente enojado, o decepcionado por nuestras repetidas caídas. Hemos sido invitados a recibir Su abrazo tierno y Su aliento para poder levantarnos y seguir aprendiendo lo que es ser Su discípulo.

La misericordia ocupa una posición cimera entre  todas las obras de Dios, y rezamos por la experiencia de dejar que Jesús sea Jesús, “El Que Salva”.

De manera que comenzaremos esta semana celebrando nuestra santidad, en la cual queda implicada la verdad sobre nuestra necesidad de misericordia, de ser abrazados por la verdad del amor de Dios, que nos eleva. Esta misericordia y esta compasión, si son recibidas con gratitud, nos darán la libertad de caminar con fe en Su futuro y en el nuestro.

Ora con ternura, porque Jesús vino a salvarnos, no a resolver nuestros problemas.


En éstas o en palabras similares

Querido Señor:

Esto no tiene sentido. ¿Cómo es que voy a regresar al pasado a observar mis pecados, mis fallos y mis omisiones, estando a la vez consciente de Tu amor por mí? ¿Acaso no te cansas de mi falta de amor hacia Ti y hacia los demás?

Pero ahí está la clave: amor y misericordia. Tengo esta imagen del Hijo Pródigo que va dando traspiés por el camino, recitando sus excusas, nervioso, ansioso, mirando a la distancia para ver a su padre corriendo hacía él con los brazos abiertos. Lo que me sorprende es la alegría del padre cuando corre hacia su hijo. Siento Tu alegría dentro de mí cuando me das la bienvenida y me abrazas. Puedo decir  que has estado cada noche en el camino, esperando mi regreso, con ese amor que se desborda de Tu Corazón.

¡Qué sentimiento tan maravilloso! Sé que empecé diciendo que esto no tenía sentido, pero eso es porque creo que Tú me amas con las mismas limitaciones que hay en mi manera de amar. La foto me conmueve porque es un rostro muy humano de amor y emoción. Padre querido. Madre tierna y amorosa. Gracias por brindarme un amor tan profundo, que todo lo abarca. Puedo regodearme  en ese amor que me consuela, que me da seguridad y fuerza.

Ayúdame a llevar conmigo este amor durante toda la semana. Ayúdame a creer realmente en este amor, y a no escuchar esa voz interna que me dice que soy malo e indigno de Tu amor.

Quiero sentarme en silencio con este amor. Déjame sentirlo dentro de mí, llenándome de luz. Déjame recibir Tu amor y Tu abrazo.

Te agradezco este regalo. Sé que no merezco ese amor, y eso lo hace más precioso aún. Tu amor por mí es tan profundo y vasto, a pesar  de que me conoces demasiado bien, con todos mis defectos.

Gracias, Señor, por este regalo de perdón y de amor. Quiero vivir esta semana consciente de que mis días están llenos de Tu amor por mí. 


Oración para Empezar Cada Día:

Señor, deseo tanto prepararme bien para este momento.
Quiero estar completamente listo, atento y disponible para Ti.
Por favor, ayúdame a aclarar y purificar mis intenciones.
Tengo tantos deseos contradictorios.
Mis actividades parecen estar tan llenas de agobio,
corriendo detrás de cosas que realmente no importan ni duran.
Sé que si Te entrego mi corazón
todo lo que haga seguirá los dictados de mi nuevo corazón.
Que todo lo que soy hoy día,
que todo lo que trate de hacer hoy,
que todos mis encuentros, mis reflexiones,
hasta mis frustraciones y fracasos,
sirvan para poner mi vida en Tus manos.

Señor, mi vida está en Tus manos.
Por favor, permite que este día sea para alabarte.

Lecturas Bíblicas:
Juan 4:3-42
Juan 9:1-4
Juan 8:3-11
Oseas 14:1-10
Lucas 15:11-32