Retiro “Online”
Semana 11 Guía La
Invitación del Amor – Nuestra Respuesta.
Esta semana consideraremos nuestra respuesta a
la invitación del amor. Mediante el ejercicio de la semana pasada,
sabemos que la profundidad de nuestra respuesta depende de la profundidad
de nuestro amor por la persona que hace la invitación. Cuando un ser
amado clama por nuestra respuesta, decimos que sí. Aunque sepamos
que el costo personal será grande, responderemos, porque el amor siempre
nos atrae hacia la unión. Queremos estar con
la persona que amamos. Esta semana dejaremos que nuestros corazones respondan
al llamado de Jesús. Podemos repasar su llamada en la guía de la
semana pasada. Es el llamado para unirnos a Él en el desenvolvimiento
del Reino de Dios. Es diferente para cada uno de nosotros. Tenemos diferentes
dones. Diferentes gracias han sido depositadas en nuestros corazones. Las
crisis y las experiencias únicas de sufrimiento han conformado nuestra
habilidad única de ser compasivos y sufrir con los demás. Hay
aspectos especiales del llamado que están dirigidos a cada uno de nosotros,
según nuestra edad, nuestros recursos y habilidades para influir sobre los demás. Queremos escuchar el llamado de
manera individual. Sin embargo, para todos nosotros, la invitación
y la oportunidad de responder son la misma cosa. Por supuesto, responderemos
diciendo que sí. En la vida no hay felicidad verdadera sin Jesús.
La pregunta de esta semana es sobre la profundidad
de nuestra respuesta
– cuán completamente respondemos. No sabemos todo lo que implicará
nuestro “sí” este año, el año que viene o dentro de
diez años. De manera que, a cierto nivel, podemos dar una
respuesta “abierta”, con la cual nos ofrecemos completamente a lo que
sea que signifique seguir
a Jesús. Pero las gracias de las últimas semanas sobre la experiencia
del amor que Jesús nos tiene pueden habernos conmovido tanto, que deseemos
actuar de manera auténtica en contra de cualquier cosa que surja dentro
de nosotros que sea mundana, vana o egocéntrica. Podríamos desear ofrecernos completamente
a estar con Jesús – a sobresalir por Él, a ser una señal
para los demás – de manera que nuestra respuesta no tenga barreras
para nuestra ofrenda. Si acaso el Señor nos escogiere, podríamos
expresar no sólo nuestra disponibilidad
a
estar con Jesús en Su pobreza y en Su abrazo a la condición
humana, sino también nuestro deseo genuino de penetrar en Su misma entrega del
ser. Dejemos que la foto de esta maestra de la Escuela
India “Nube Roja” represente nuestra respuesta a estar con Jesús entregándonos
al servicio de los demás. Hagamos uso de las otras instrucciones de
la derecha, quizás de manera muy especial esta semana, En Estas
Palabras o Palabras Similares. Considera compartir tus gracias de esta semana. Deja que las palabras y las expresiones de la respuesta de esta semana fluyan libremente.
Quedan muchas semanas para seguir creciendo en este deseo de amor-imitación
y para explorar las profundidades de nuestro sufrimiento. Esta semana sencillamente
queremos considerar la respuesta que la gracia nos permite ofrecer. Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar esta Semana Ayudar a que alguien responda a una invitación
personal de amor se parece un poco a ayudar a que alguien escoja un regalo
de cumpleaños o de aniversario para un ser amado. Las preguntas podrían
ser: ¿Cuán cercano eres a esa persona? ¿Qué quieres
decir con el regalo? ¿Cuánto quieres gastar? A esta altura
del retiro, las preguntas son: ¿Cuán profundamente he sido
tocado por el amor y la misericordia de Dios? ¿Cuán agradecido
estoy? ¿Cuán profundamente he sentido el llamado de Jesús?
¿Qué respuesta está tomando forma en mi corazón?
El primer consejo para esta semana es comenzar
con la más sencilla de las respuestas. Sólo tienes que decir
que sí. Practica diciéndolo en voz alta. ¿Qué
se siente al decirlo de distintas maneras? ¿Con diferentes grados
de convicción? El próximo ejercicio podría ser más
específico en cuanto al “sí”. Puedo decir
que sí significando que acompañaré a Jesús en
la Misión que Dios le ha encomendado, siendo fiel a lo que surja en
mi camino hoy. Podría sentir que hay un tipo especial
de fidelidad que
está implicado en la invitación que Jesús me hace. De
manera que mi “sí” podría ser más explícito.
“Sí, estaré
contigo en la costosa fidelidad de amar a mi cónyuge.” (O de amar
a mis hijos, o aceptando los desafíos difíciles de mi trabajo,
o perdonando a ese pariente o vecino, o actuando en contra de ese hábito
derrotista que tengo.) Podría sentir que la invitación llega
a ciertas zonas donde he escuchado el llamado, pero no he respondido. Podría
hacer que mi “sí” fuera más abierto. “Sí, quiero estar
contigo en Tu manera de amar, y abriré mi corazón más
completamente a las necesidades de los demás, especialmente las de
los pobres.” (O sacaré tiempo para involucrarme más, o para
responder a esa invitación a servir en mi iglesia, o escribir esa
carta a mi congresista.) Puede haber un deseo tal en mi corazón de
responder con amor creciente al amor de Jesús, que yo quiera expresar
mi “sí” más afectuosamente. Podría querer probar palabras
y expresiones que sean personales y amorosas y llenas de ternura, desde lo
más profundo de mi ser. Podría
tratar de expresar mi deseo de estar tan cerca de Jesús que quiera
sentir las mismas vulnerabilidades que Él experimentó y sigue
experimentando hoy. Como hacen los amantes, podría querer poner mi
corazón junto al suyo. Puedo practicar esto diciendo en voz alta,
o escribiendo, mi creciente deseo de conocer y penetrar las mismas luchas,
la misma pobreza y la misma entrega que llena el corazón de Aquél
a quien amo. Entonces, mi “sí” y mi deseo de unión íntima
serán lo mismo. En las próximas semanas, aumentaremos nuestro
deseo de crecer en el conocimiento de intimidad y unión en el servicio
con Jesús. Esta semana, nos daremos el lujo de dejar que nuestra conciencia
se ubique en las distintas maneras de decir que sí al amor de gratitud. Como hacemos cada semana, dejemos que sea parte
del telón de fondo desde el momento en que me despierto, durante los
momentos libres del día, hasta que me preparo para dormir. Puedo practicar
respirando profundamente entre una actividad y otra, cuando voy a responder
al teléfono, cuando voy a subir al automóvil, lo que sea. Esa
respiración profunda puede ser un “sí” lento y profundo. Practica
dejando que la “respuesta” llene el telón de fondo
de
mi vida cotidiana para sentir el poder que va en aumento en esta relación
de amor. Para el viaje El “rsvp” (“répondez s´il vous plaît”, responda por favor, en francés) que llevan muchas invitaciones implica que se espera una respuesta. Al recibir tales invitaciones, consideramos si tenemos el tiempo de asistir, si queremos ir a ese lugar y, en algunos casos no hay lugar a duda, por supuesto que no faltaremos. Ese “Responda por favor”, está implícito
en los muchos regalos e interrupciones mediante los cuales Dios nos llama.
Responder es muy distinto a reaccionar.
Una respuesta es
resultado de ponderar, sopesar, evaluar lo que se nos pregunta, lo que contiene
para nosotros y lo que nos costará. Reaccionar es más impulsivo
e inmediato. Una vez al año, la Iglesia Católica
celebra la festividad de Cristo Rey. Cristo viene como Rey servidor y como
Rey convocador, invitando a todos a seguirle en el servicio de aquellos a
quienes ha denominado “todo el mundo”. Hemos sido invitados por San Ignacio a considerar
las muchas maneras en que hemos sido llamados a penetrar más profundamente
en el Reino de Dios. Al crearnos, Dios nos ha investido con dones y talentos
de todo tipo. El Llamado del Rey en estos Ejercicios pide una respuesta a
Él con una respuesta a dichos mismos dones. Cristo pidió a
los pescadores que se convirtieran en pescadores
de almas; Él nos pide según nuestras personalidades únicas
y particulares. “Te llamo para que hagas esto, porque te he dado esto y lo
otro.” El llamado de Cristo es pues un reforzamiento, una bendición,
de los dones de cada uno de nosotros. Esta semana también rezaremos con la melodía
y la letra de la canción folklórica “Dame la mano”. “Dame la
mano, dame la mano, dame la mano y mi hermano serás.” Jesús nos pide
que le acompañemos, pero nos dice que estará con nosotros y
trabajará por medio de nosotros, y que no nos pedirá nada que
no se haya exigido a Sí mismo. Nos invita a participar de Su victoria,
pero también de Su manera especial de lograr dicha victoria. Se nos pide que consideremos, que reflexionemos
sobre el costo, sobre lo que contiene para
nosotros, y que escuchemos la amable invitación para utilizar la persona
y los dones que Dios ha otorgado a cada uno de nosotros. Recuerda: nunca podremos entregarnos a Dios totalmente
e irrevocablemente, en vida y en persona. Pedro, el primero de los grandes
pescadores, dejó todo para seguir a Jesús, y se pasó
los próximos tres años recuperándolo poquito a poquito.
Hay momentos en que quisiéramos poner todo a Sus pies. Dios aceptará
ese poquito de nuestro corazón, de nuestros dones y de nuestra vida,
que estemos dispuestos a ofrecerle en cualquier momento determinado. En éstas o en palabras similares Querido Señor: Estoy sintiendo tu invitación en lo más
profundo de mi ser. Me he detenido para escucharla y reconozco el anhelo
sin respuesta que hay en mi vida, y me doy cuenta de que tu amable invitación
es la respuesta. Lo sé. Siento que me estás llamando,
invitándome, ofreciéndome llenar ese anhelo sin respuesta que
tan a menudo trato de ignorar. Ese vacío que está oculto en
lo más profundo de mi ser te pertenece, Dios de amor, y es allí
donde yo te pertenezco. ¿Cómo es que esta invitación
Tuya puede ser tan personal, tan claramente dirigida a mí? Por supuesto,
mi respuesta a Ti es: “Sí”. ¿Cómo podía ser de
otra manera, después de la fidelidad y el amor que me has demostrado
durante toda mi vida? No sé adónde me llevará este
Sí. Tu invitación es amable, no llena de exigencias o amenazas,
como yo me temía. Me pides que cambie el enfoque de mi vida, y al
hacerlo, que sea más auténtico que ahora. Siento un poco de
miedo cuando pienso en cómo esto va a cambiar mi vida. Sin embargo,
sé que si respondo, me iré convirtiendo en aquello para lo
que me creaste. Me iré convirtiendo en un ser más real, más
auténtico. Señor, estoy empezando a entender que lo
más importante no es el resultado de mi Sí, sino mi Sí.
Es el ferviente deseo que tengo de estar contigo, de seguirte y servirte
de cualquier manera que me pidas. Añoro sentir el deseo verdadero de entregarme
completamente a este Sí y a Ti. Señor,
ayúdame a no titubear en mi Sí. Deja que me agarre
de tu mano, no de mis temores. “Por todo lo que ha sido, Gracias. Por todo lo
que será, Sí.” Sí, Señor. Aquí estoy. Sí.
¡SÍ! Oración
para Empezar Cada Día: Isaías 6:1-8 Salmo 116 (115) Lucas 10:1-8; 17-21 Juan 21:15-19 |