Retiro
“Online” Semana 14 Guía Dios anuncia el camino; los servidores
están abiertos. Dios anuncia el camino; los servidores están abiertos. Cuando miramos el álbum de fotos de un amigo, algunas de las fotos que más nos llaman la atención son las de los abuelos y los padres de nuestro amigo. Observamos sus rostros buscando no solamente cierto parecido, sino también para discernir algo del carácter, los rasgos y la personalidad de nuestro amigo. Esta semana, utilizaremos los primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y Lucas para aumentar nuestro deseo de conocer a Jesús más completamente, y para que podamos aprender a amarle más íntimamente, porque queremos seguirle más libremente. Esta semana, nuestro método consistirá en observar los rostros de Zacarías e Isabel, de José y María, tratando de descubrir lo que nos dicen sobre nuestro amigo Jesús. Trataremos de incorporar estas escenas a nuestra ajetreada vida cotidiana. Trataremos de conocer el carácter y la personalidad de Jesús, estudiando la fe que lo formó. Este tipo de plegaria requiere cierta práctica, pero cualquiera puede llevarla a cabo, porque es lo que hacemos más naturalmente cuando conocemos a los padres de algún amigo. Y cuando aprendemos algo sobre la familia de nuestro amigo, aprendemos algo sobre nuestro amigo. Como ayuda práctica para orar con dichas escenas, asegúrate de leer el “link” Para Empezar a mano derecha. Zacarías no podía imaginarse cómo Dios vencería el obstáculo de la vejez de Isabel. Y no pudo hablar sino hasta que pudo pronunciar en nombre de su hijo recién nacido, “Dios es Fiel”. El ángel anunció a María que “para Dios nada es imposible”. Isabel dice, “Sí, feliz tú que creíste, porque sin duda se cumplirá lo que te prometió el Señor”. María proclama con todo su ser la grandeza de Dios, y sus palabras hacen eco de la fe de sus antepasados. A medida que avanzamos en esta ocupada semana, dichas historias maravillosas darán forma a la semana. Habrá momentos de duda como la de Zacarías, cuando no podremos imaginar la presencia de Dios, y otro momento de Zacarías, cuando podremos decir, “Dios es Fiel”. Habrá ocasiones en que esta foto de la semana en nuestra pantalla nos recordará una sensación de sobrecogimiento diciendo, “¿Cómo podrá ser esto?” Y habrá ocasiones en que nos recordará las palabras de María, “Yo soy la esclava del Señor, que haga en mí lo que has dicho.” Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar Esta Semana Al dirigir a alguien en
sus deseos de conocer, amar y seguir a Jesús, Ignacio
de Loyola enseñaba a contemplar las escenas de los Evangelios
con gran concentración y libertad. Aprenderemos a hacer
esto, de una manera que se adapte a nuestras ajetreadas vidas,
tanto durante ésta como en las próximas semanas. Ignacio nos alienta a formar parte de la historia. Quiere que no sólo escuchemos la historia y conozcamos los hechos. Quiere que sintamos la historia, y que su significado y su revelación personal penetren en nuestros corazones. Esto requiere grandes concentración y libertad, y me lleva más allá de los detalles del texto particular, hace que la historia cobre vida y se dirija a mí, a medida que me hago participante de la escena. Tomemos dos ejemplos: Un Período de Oración para Contemplar una Escena del Evangelio: Si tengo tiempo, en sólo 30-45 minutos, podría tener una maravillosa experiencia de casi cualquier escena del Evangelio. Comenzaría poniéndome en presencia de Dios. Luego, pediría a Dios que me conceda la gracia que deseo para este período de oración. Podría pedir la gracia de un mayor entendimiento de quién es Jesús, para que aumente mi amor y mi deseo de estar con Él. Entonces leería el texto de la historia y luego cerraría la Biblia. Comenzaré por imaginarme lentamente la escena de la manera más completa que pueda. ¿Dónde tiene lugar? Observemos todas las cosas que hay en dicha escena. ¿Quiénes están presentes? ¿Cómo están vestidos? ¿Hace frío o calor? ¿Qué olores percibo? Entonces me adentraré más en la escena, convirtiéndome en uno de sus personajes. Podría ser uno más del grupo, o podría ser uno de los personajes principales de la historia. Cuando llegue a ese punto, puedo dejar que la historia se desarrolle, y seguir su curso. Una vez en la escena, las palabras y la acción no deben ser una simple repetición del texto como si fuera un video. Puedo dar marcha atrás y determinar cómo empezó la escena. Puedo dejar que lo que me ha sido revelado sea explicado mediante las palabras y los gestos de los participantes, y puedo expresar o sencillamente sentir mis reacciones. Los detalles del texto dejan de ser importantes a medida que voy sintiendo la historia en mi corazón. Finalmente, podría concluir con una plegaria, hablándole a Nuestro Señor, de corazón a corazón, de amigo a amigo, con las palabras que surjan, expresando mi agradecimiento por las gracias que acabo de recibir. Contemplando una escena similar en la Vida Cotidiana: Con concentración y atención, es posible dejar que una historia de las Escrituras dé fruto en medio del ajetreo diario. Durante esta semana, por ejemplo, me despertaré, y mientras me preparo para enfrentar el día (afeitándome, duchándome, maquillándome, vistiéndome), pensaré en las escenas que estamos contemplando esta semana. Durante esta semana, veré a José, Zacarías, Isabel y María. Entonces recordaré los mensajes básicos de esas lecturas. Habrá mensajes como éstos: la lucha por creer que “para Dios nada es imposible”, la experiencia de confiar en Dios, de vivir en la fe, la experiencia de la fidelidad de Dios. Entonces recordaré lo que estoy viviendo hoy. Con el corazón abierto, experimentaré cierta congruencia, cierta conexión. Podría ser que haya tensiones en mi matrimonio y que me resulte difícil creer que la fidelidad de Dios es más fuerte que nuestra testarudez. En este ejemplo, cuando esté con mi cónyuge, puedo literalmente caminar por las escenas que incluyen a Zacarías y María –sintiendo a veces que realmente no puedo hablar hasta que diga, “Dios es Fiel”, o en otras ocasiones diciendo, “Soy tu sirviente, Señor.” O, escuchando a Isabel decir, “Feliz tú que creíste, porque sin duda se cumplirá lo que te prometió el Señor”. Tal vez lo único que se me ocurra pensar es en otro día rutinario, lleno de ocupaciones y tensiones, manejándolo como acostumbro – cosa que descubrí hace unas semanas en este retiro, y que forman parte del patrón de mis pecados y del misterio del amor que Dios me tiene. Esta semana podría ser muy enriquecedora si camino como Isabel en las escenas de mi propia vida. Piensa en los siguientes argumentos, a medida que vas caminando: “Ha sido así desde hace demasiado tiempo para que pueda cambiar”; ¿Quién soy yo para pensar en que puedo ser más fértil de lo que soy ahora? “En medio de todo esto, ¿cómo puedo imaginarme dando a luz a una voz que clama en el desierto, “Preparen el camino del Señor?” Quizás la entrada a una escena de mi vida cotidiana sencillamente consiste en memorizar una línea de la historia del Evangelio, dejar que penetre en mi corazón y repetirla en distintos momentos, muchas veces al día. Esta semana, imaginemos que estamos repitiendo las palabras de María: “Mi alma alaba al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador”, o “Dios se ha dignado a mirar a su humilde esclava.” Finalmente, sería maravilloso si pudieras considerar algunas de estas contemplaciones , los métodos que utilizaste, o las gracias que recibiste, “cliqueando” el “link” de Un Lugar para Compartir en la página de Guía. Para el Viaje “El mundo está cargado de la grandeza de Dios.” Así escribe el sacerdote jesuíta y poeta Gerard Manley Hopkins (1844 -1889), cuando grita su doble proclamación en la primera línea de su gran poema sobre nuestro mundo amado por Dios. La tierra está “cargada” , como si fuera de impulsos eléctricos, para revelar la gloria de Dios. La tierra también está “cargada” como si le hubieran encomendado un peso de gran importancia. Ambos significados se concentran esta semana en nuestra consideración de la “carga” entregada a Isabel, María, y a un hombre llamado José. Hay que tener cierta humildad para sorprenderse; una humildad que da cabida a lo inesperado, lo inusual, y lo que inspira temor. A este tipo de humildad también podríamos llamarla “apertura”. Es un espíritu o actitud interior o disposición que nos pone a la disposición de lo que vaya a ser hablado u ofrecido. No se trata de algo que uno puede encender o apagar; es una actitud atenta o sensible a los que está “allá afuera” o “aquí dentro.” Esta semana estamos rezando con y por la gracia de dicha humildad, a medida que observamos y escuchamos a los tres personajes que viven sus roles en el drama de la salvación. Es la primera escena del último acto. Llegaremos a conocer la manera de actuar de Jesús, el protagonista principal, primeramente observando los que tienen a su cargo el papel de traerle al escenario. Ignacio alienta a los que hacen los Ejercicios a tratar de entrar en la escena utilizando su imaginación. Utilizamos la memoria y nuestro poder para pensar y a veces subestimar esta facultad natural que todos tenemos: la imaginación. Pensamos que es más fácil llegar a la verdad por medio de la lógica , utilizando los hechos o nuestros recuerdos. Decimos que la fantasía es el resultado de la imaginación, ¿y eso de qué nos sirve? La psicología utiliza el sentido de la vista para mover nuestra imaginación en lo que se conoce como pruebas “de proyección”. Puede que conozcas la Rorsbach, por ejemplo. En dicha prueba, ves una mancha de tinta, y por tus respuestas verbales, algunas verdades importantes son reveladas a la persona que lleva a cabo la prueba. La persona que toma la prueba ha revelado algo verdadero utilizando la imaginación. Es más poderosa de lo que muchos creemos. Ignacio creía que todas las facultades humanas son poderes que Dios utiliza para llegar a nosotros. De manera que esta semana, pongamos en función esta facultad para abrirnos a las gracias de la apertura, la humildad y la confianza. Presta mucha atención al lugar en que estás cuando María es visitada por un ángel. Estáte alerta a lo que imaginas que el ángel dice y lo que María piensa. ¿Qué dices y haces cuando acompañas a María en su visita a la casa de Isabel? ¿Qué hace José cuando despierta de un sueño en el que dicen que debe casarse con su prometida, aunque esté encinta de una criatura que ni siquiera es suya? Luego Ignacio nos pide
que reflexionemos para llegar a ciertas conclusiones y lograr
ciertas gracias. Quizás observemos a María desde
cierta distancia. Eso está bien. Oremos entonces con
esos sentimientos de distancia. Quizás dicha distancia
tenga que ver con querer no tener nada que ver con el misterio
y la confianza. Allí estamos pues, orando con una verdad,
cuya realidad ha sido revelada de un amanera nueva y dramática.
Para Ignacio, acercarnos a Jesús y Sus amigos íntimos
es una manera de acercarnos a nosotros mismos. Esto no es egocéntrico
ni narcisista. Mientras más me acerque a mí mismo
y a mi verdad real, más íntimamente sentiré
la presencia de Jesús en mí. La Verdad de Dios,
hecha carne, penetra en las vidas de estas tres personas, cargándolas
de confianza, y encomendándoles la carga de abrirse a
la sorpresa y la aventura. Esta semana es impresionante, y a
la vez consoladora, para quienes observamos y escuchamos a los
humanos debatiéndonos por dejar que Dios participe en nuestras
escenas privadas y personales. También rezamos por recibirla
grandeza de Su carga. Querido Jesús: Gracias de nuevo por mostrarme el álbum de fotos de tu familia. Es algo muy distinto rezar de esta manera, y puedo sentirme incómodo. Acompáñame en esos momentos. Acompáñame en esto. Déjame sentir que me estoy acercando más a Ti. Puedo imaginarme a Isabel y Zacarías, en su ansiedad por tener descendencia y finalmente abandonando su sueño. ¡Qué duro debe haber sido para ellos! ¿Se apoyaron el uno al otro y se recuperaron de su dolor? ¿Cómo lidiaron con esta situación matrimonial? Después, años más tarde, se les aparece un ángel y les dice que van a tener un hijo. Observo entonces a María y José. Ella era tan joven. La veo reír en la cocina, agitando la sopa en el fuego, entreteniendo a sus amistades con sus historias. ¿Fue así que aprendiste a contar historias – de tu mamá? Entonces la veo – una mujer vivaracha con una risa contagiosa – sola en una cocina vacía cuando se le aparece el ángel. “¿Quieres ser la madre de Dios?” Miro con sorpresa su indecisión. ¡Ella sabe que su vida va a alterarse por completo! ¿Está dispuesta a complicarse la vida de esta manera? Su deseo es una vida tranquila: cocinar para sus amigos, casarse con José y rezar cada semana en la sinagoga. Sí, ella quiere vivir para Dios, pero, ¿tiene que ser tan difícil? Nunca se me había ocurrido que María titubearía en esto. Pensaba que ella no hizo más que sonreír beatíficamente y decidirse. Pero veo su indecisión, sus temores, y sus oraciones a Dios como cuando siente miedo. Sus miedos se deshacen. Por supuesto, si esto es lo que Dios quiere para ella, lo hará. Y ahí está, de pie en su cocina., la sopa burbujeando sobre el fuego. Mira tranquilamente y directamente al ángel y le dice: “Sí”. Me maravillo ante el poder de este tipo de plegaria a Ti, Jesús. Observo cómo Tu madre se convierte en una persona real ante mis ojos. La observo diciendo que sí. Entonces me siento algo avergonzado de mis plegarias. Quizás me falta imaginación. Entonces hago lo mismo que María. Siento miedo y le rezo a Dios. Lentamente, el miedo desaparece. Jesús, no creo
haber visto anteriormente a tu madre como una persona verdadera,
de carne y hueso. La veo decir que sí y me pregunto sobre
el Sí de mi propia vida. Quiero conocerte mejor y que
mi vida se parezca más a la tuya. Quiero estar abierto
a los mensajes que me envías, aunque tus mensajeros no
tengan alas ni halos, sino que sean personas comunes y corrientes
en mi vida cotidiana. Querido Jesús, ayúdame a
reconocer al mensajero. Ayúdame a escuchar el mensaje. Sobre
todo, ayúdame a decir que SÍ. Oración
para Empezar Cada Día: Lucas 1:5-25, 57-66 Lucas 1:26-56 Mateo 1:18-24 Lucas 1:46-55 Lucas 1:67-79 |