Retiro
“Online” Semana 17 Guía Dos Maneras de Desear. Hemos empezado a contemplar la vida de Jesús. Hemos visto cómo, desde el principio, su vida fue moldeada por una profunda confianza en Dios, un abandono al plan de Dios, y la aceptación de la pobreza y el rechazo. Hemos estado orando para conocerle, amarle y estar con Él más profundamente. Antes de que nos dispongamos a contemplar su activo ministerio, dispondremos de algunas semanas para prepararnos a que este retiro dé forma a nuestras vidas y a las decisiones que tomaremos, a medida que nos vayamos acercando más a Jesús. Es el deseo lo que nos lleva a decidir. Para entender las decisiones que tomamos, y prepararnos a tomar otras nuevas decisiones, debemos entender nuestros deseos, y estar dispuestos a reformarlos. Durante esta semana, en esos momentos de transición, especialmente en los momentos más ocupados y apresurados, trataremos de entender la manera de desear que nos une a Jesús. Y, a fin de responder libremente a la manera que nos propone Jesús, trataremos de entender la manera opuesta de desear, la manera que nos inculca nuestra cultura actual. El mensaje más claro de nuestra sociedad actual, y los valores que conforman las campañas publicitarias que tratan de seducirnos, es que seremos más felices si tenemos más. Es algo sutil, pero consistente. Si un poco es bueno, más será mejor. Parece algo natural trabajar duro para ganar más y así tener más. Adquirimos y consumimos y nos hacemos adictos a ciertas cosas malas, pero normalmente nos adaptamos a un estilo de vida que se ajusta a lo que podemos pagar. Y no solamente acumulamos cosas. Experimentamos un deseo de acumular logros o relaciones atractivas – otros indicadores de nuestro éxito. Lo que está estrechamente asociado con dicho movimiento es la inevitable conexión entre lo que poseemos y nuestra identidad. Es tentador pensar que somos más si tenemos más. Nos juzgamos unos a otros por estos medidores del éxito. Y, aunque no hay nada inherentemente malo en tener cosas o logros, así como el reconocimiento y la adulación que los acompaña, pueden llevarnos de manera seductora hacia el orgullo, la arrogancia, y la independencia de Dios. Las riquezas acarrean honores. Los honores acarrean orgullo. Éste es un patrón de deseos que debemos entender, mientras exista en nosotros. Ya hemos visto que Jesús desea de una manera muy distinta. Su modo de tomar decisiones está formada por un patrón de deseo hacia el cual ya nos hemos sentido atraídos y el cual queremos entender más profundamente esta semana. Jesús nos atrae hacia el deseo fundamental de confiar en Dios. Cuando ponemos nuestras vidas en las manos de Dios, como hizo Jesús, experimentamos la vulnerabilidad de dicha entrega. Cuando todo es un regalo, no podemos medirnos por lo que hemos acumulado. Dicha pobreza de espíritu, y la libertad que conlleva, a menudo se siente como algo maravilloso. Jesús, sin embargo, quiere que entendamos que es algo que va en contra de nuestra cultura. Si las riquezas conllevan honores, la pobreza de cualquier tipo inevitablemente conlleva deshonra. Gran parte de nuestra sociedad no respeta la confianza en Dios. Del deseo de pobreza espiritual viene una libre apertura a la pobreza real, si acaso nos llegare. Mientras menos deseemos adquirir, menos seremos tomados en consideración. Por lo tanto, el deseo de confiar sólo en Dios nos lleva a sentir el increíble deseo de deshonra, humillación y desprecio para estar con Jesús. Porque a fin de cuentas, éste es el camino de la humildad y de la humilde disposición a cualquier servicio con Jesús. Pobreza espiritual que lleva a la humillación. Humillación que lleva a la humildad. Esta semana queremos entender este tipo de deseo. Las sugerencias de la derecha nos ayudarán a penetrar más profundamente en dichas reflexiones. Nos ayudarán a comenzar y a convertir dichas reflexiones en oraciones. Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar Esta Semana Meditar sobre las “dos maneras de desear” esta semana es mucho más sencillo de lo que podría parecer de primera intención. No se trata de escoger entre la independencia de Dios y la unión con Jesús. Ya tomamos esa decisión. Todo lo que pedimos para esta semana es la gracia de tomar conciencia de las maneras de desear que funcionan a nuestro alrededor. La tradición de nuestra fe cristiana ha presentado desde hace mucho esta lucha como una batalla que se libra por nuestras almas. Nuestros esfuerzos de esta semana están dirigidos a entender los movimientos que actúan en esta guerra espiritual. Hay dos estrategias que compiten por atraer nuestros corazones y modelar nuestros deseos, y por tanto, las decisiones finales. La gracia de la libertad espiritual que se nos ofrece está basada en la sabiduría que emana del descubrimiento de dichos movimientos subyacentes. Todo lo que tenemos que
hacer esta semana es reflexionar sobre las dos maneras. Puedo
tratar de repetir en mi mente, sin importar lo que haga o donde
vaya: Con el tiempo, encontraré
modos de desentrañar lo siguiente, a medida que le voy
dando vueltas en mi cabeza y lo dejo hacer su interacción
con mis experiencias diarias: Mi deseo de entender realmente dichas dinámicas se ve alimentado por mi creciente deseo de conocer, amar y servir a Jesús. Es algo casi hilarante poder ver claramente cómo Aquél que me ama y me atrae hacia Sí me libera con dichos descubrimientos y con un creciente deseo de estar con Él en los patrones de Su vida. Si nos mantenemos fieles a esta reflexión durante toda la semana, veremos cómo dichos movimientos actúan en nuestra vida cotidiana. También experimentaremos el sabor de un deseo de alcanzar la libertad que aquí se nos ofrece. A medida que aumenta nuestra devoción, podríamos utilizar un sencillo ejercicio para dramatizar la seriedad de nuestro deseo y la profundidad de nuestra sinceridad. Es como si nos dijéramos: “Realmente quiero estas gracias.” Primeramente podríamos recurrir a María, la querida madre de Jesús, quien estuvo muy presente en nuestra imaginación durante las pasadas semanas. Podríamos pedirle que ruegue a su hijo, de parte nuestra, que nos conceda estas gracias. Podríamos nombrarlas. Podríamos decir que queremos entender estas maneras de desear y de recibir la pobreza espiritual, y hasta la pobreza material, si es para ayudarnos a servir mejor a Dios y a salvar nuestras almas. Si nos sirve de ayuda, nuestra oración a María podría concluir con el “Ave María”. Entonces podríamos dirigirnos a Jesús, y pedirle que ruegue a Dios su Padre, de parte nuestra, para que nos conceda las mismas gracias. Y, si nos sirve de ayuda, nuestra plegaria podría concluir con el “Alma de Cristo”. Finalmente, podríamos acudir a Nuestro Dios y rogarle personalmente para que nos conceda estas gracias. Nuestra plegaria a Dios podría concluir con el “Padre Nuestro”. Recordaremos que nuestra evolución es un regalo de Dios. . Y un regalo recibido abre el camino para que recibamos otro. Hemos visto cómo estas gracias nos preparan para nuevas gracias. Todo lo que necesitamos hacer es permanecer abiertos y confiados en que Aquél que nos ha traído hasta este punto de nuestro viaje, se mantendrá agraciadamente fiel para llevarnos hasta su terminación. Para el Viaje Esta semana comienza litúrgicamente con el bautismo de Jesús, quien asume públicamente Su posición o Su misión como el “Amado”. Contemplaremos dicha escena y nos preguntaremos si queremos acompañarle. Jesús va a ser tentado por el demonio para que no obedezca lo que ha escuchado. Jesús se mantiene fiel a Su dignidad y destino bautismales. Durante toda Su vida escuchará otros llamados e identidades que tratarán de alejarlo de ser el Salvador. En este punto, Ignacio hace una pausa en los Ejercicios para considerar nuestra respuesta a la universal pregunta humana de “¿Cómo sabré quién soy?” Nuestras identidades son bastante frágiles, y al escuchar las diversas invitaciones, nos preguntamos cómo responderemos a la más importante de esas interrogantes. Ésta es una semana para considerar y evaluar las estrategias de los dos principales contrincantes en la batalla por la identidad de nuestras almas. Ignacio presenta la encuesta en términos de dos campamentos y dos estandartes de batalla. Por un lado el Maligno y sus legiones formando un ejército, y por otro lado Jesús, quien nos invita pacíficamente. Esta semana rezaremos para entender cuán positivamente atractivo es el plan del Maligno para responder a la pregunta sobre nuestra identidad. Primeramente, el Espíritu del Mal nos atraerá para resolver la pregunta acumulando posesiones que podremos señalar para decir: “¡Mira! Seguramente soy alguien, porque tengo todos estos trofeos materiales.” De manera que rezaremos sobre la atracción que ejercen esas cosas, que de por sí podrían ser muy buenas. ¿Acaso son posesiones nuestras o somos nosotros sus posesiones? El Joven Rico se sentía atado por lo que tenía, porque le habían dicho que él era sus posesiones. El próximo intento del Enemigo de nuestra naturaleza humana, después de que no podamos responder pacíficamente la pregunta debido a la cantidad de nuestras posesiones, es lograr una posición de importancia por la cual dejamos que sean los demás quienes nos digan quiénes somos. El prestigio y el poder son muy atractivos, y el Maligno tienta tanto a Jesús como a nosotros para definirnos por nuestros títulos y honores. Su seducción va dirigida a una dependencia cada vez mayor de algo fuera de nosotros para crear una sensación de orgullo egoísta. La tercera y más fatal trampa del Líder de la Destrucción es una postura radical de independencia de Dios, un orgulloso aprecio de nosotros mismos como nuestra propia causa y sostén. No necesitamos a Dios, sino más cosas y más personas como testimonio de nuestra tenaz identidad. Ignacio nos dirige entonces hacia el campamento de Jesús, y allí, Aquél que conoció Su propia identidad por voluntad de Su Padre, nos invita a escuchar esa misma voz que bautiza y nos confirma que nosotros también somos los “amados” de Dios. Hemos escuchado al tentador y sus ofertas; hemos pasado cierto tiempo considerando lo atractiva que es la invitación a creer que no necesitamos resolver el problema por medio de una afirmación externa. Se trata de tener un espíritu de simple apertura, al que Jesús denominó “pobreza de espíritu”. Sabemos lo que son las cosas, para lo que sirven y de donde proceden. Escuchamos el llamado a la libertad cuando Jesús nos invita a no preocuparnos por ser humillados, porque nuestros nombres e identidades nos han sido otorgados por el Creador. Para Ignacio, la libertad de las posesiones y del prestigio nos permiten caminar junto a Jesús liberador, cuyas acciones y maneras estamos contemplando esta semana. Jesús sabía Quién era, y en estos días, sencillamente nos pide que nos aceptemos como personas amadas por Dios, para que la imitación de Cristo sea la manera de expresar nuestra identidad. Vivimos ahora, no solamente porque somos seres independientes, sino porque Cristo vive en nosotros y a través de nosotros. Esta semana seguiremos a Jesús desde Su bautismo hasta pasar por las tentaciones que nos presenta el seductor. También sentiremos nuestros corazones y nuestras mentes atraídas por las acciones y la sabiduría de Jesús. En Estas Palabras o Palabras Similares Querida María: No he dedicado mucho tiempo para hablar contigo desde que era niño. Ahora, al hacer este retiro, quiero acercarme más a tu hijo, y así me encuentro con el deseo de llegar a conocerte. Durante las pasadas semanas, en los momentos de oración, me he estado imaginando tu vida junto a José y Jesús. He podido ver cómo educaste a Jesús y pude observar tus afanes de madre y de esposa. Eso me acerca más a ti. Siento el profundo deseo de recibir la gracia y la valentía para vivir como Jesús. Por favor, pídele a Jesús que me acepte en mi afán de servirle. Hay muchas maneras en que puedo aferrarme a mi orgullo, mi arrogancia y mi independencia de Dios. Siempre había creído que la independencia era algo muy bueno, pero cuando trato de ser independiente de Dios, es como si tratara de ser Dios. Por favor, María, habla con tu hijo. Pídele que me ayude a aceptar mis limitaciones, a verlas como fuentes de gracia en mi vida. No es mi lucha por alcanzar la perfección lo que me acercará más a Dios, sino mi lucha por aceptar mis defectos. Dios te salve, María, llena eres de gracia… (texto del “Ave María”) Oh, Jesús: Me dirijo a ti con toda humildad. Me siento muy atraído hacia el tipo de vida que llevaste en la tierra, ¡pero se me hace imposible! Estoy demasiado envuelto en la más sutil de las luchas: unos cuantos honores aquí o allá son agradables, pero nunca me bastan. Quiero más honores, más reconocimientos. He reestructurado mi vida para que se ajuste a la opinión del mundo, y lentamente me he ido alejando del tipo de vida que quiero llevar. Me pregunto: ¿Acaso me hará algún daño? Al principio es sólo un poco de aplauso, que algunas personas me digan lo maravilloso que soy. Entonces, leí la guía para el retiro de esta semana y me di cuenta de que eso no está bien y de cuán sutilmente el mundo ha cambiado mis puntos de vista. De repente me convierto en los honores y los premios, y si no recibo más, ¿qué será de mí? Me he extraviado en esta competencia – en esta vida de arribismo desbalanceado. No se trata de que mi trabajo sea malo o de que los honores sean dañinos por sí mismos: es que he perdido mi perspectiva. Querido Jesús, pídele a Dios que me ayude a resistir las cosas de este mundo que me alejan de la humildad y la pobreza de una vida como la tuya. Jesús, que todo lo que hay en Ti fluya dentro de mí… (Texto del “Alma de Cristo”) Amado Dios: Pusiste a Tu Hijo en esta tierra para que fuera uno de nosotros – para nosotros. Ayúdame a observar cómo Él vivió y modela mi vida como la suya. Sé bien que con mi arrogancia y mi independencia quiero hacer esto por mí mismo, pero ahora, al menos hoy… en este momento, sé que no puedo lograrlo. Por favor, Dios mío, concédeme la gracia de imitar a Jesús en todas las cosas, hasta en aquellas que me atemorizan. No me refiero a cosas tan dramáticas como la tortura y la crucifixión, sino a la manera sencilla en que Él antepuso a las suyas las necesidades de los demás. Querido Dios, quiero vivir así, pero a veces me alejo demasiado de esa meta. Acompáñame en mi lucha. Ayúdame a que la única aprobación que yo necesite sea la tuya. Permíteme tomar conciencia de las sutiles maneras en que me pueden seducir para alejarme de Tu Hijo y convertirme en un esclavo del mundo. Padre Nuestro, que estás
en el cielo… (Texto del “Padre Nuestro”) Oración
para Empezar Cada Día: Mateo 5:1-16 Galatas 5:16-26 Filipenses 4:11-15 1 Timoteo 6:5-10, 17-19 1 Pedro 5:1-11 |