Retiro “Online”
Semana 18 Guía 3 Tipos de Respuestas.
Una Vida Oculta durante Treinta Años ............... Dos Maneras de Desear. Hacemos una pausa para dejar que las gracias recibidas penetren nuestros corazones de manera más profunda. Estamos haciendo este retiro “en medio de nuestras ajetreadas vidas cotidianas”. Dejemos que estas reflexiones se hagan “cotidianas” para nosotros – más “familiares” y “cómodas”. Nos preparamos a adentrarnos en las contemplaciones que Jesús nos mostrará sobre la travesía de Su vida. Esta semana no nos llevará a “territorio nuevo”, sino que nos hará profundizar en territorio conocido. Esta semana comenzaremos con nuestros deseos. Renovaré mi deseo, mi pasión, mi decisión, de estar con Jesús. De querer conocerlo más íntimamente, de amarlo más profundamente, de seguirlo con todo el corazón. Esta semana no será de conflictos internos de ni de intensas “cavilaciones”. Esta es una semana de afirmación. Durante toda la semana, de muchas maneras concretas, en la experiencia de telón de fondo de los momentos de intervalo, diré: “Sí, esto es lo que quiero. Esto es lo que escojo. Estar contigo, Jesús.” Ésta es una semana para profundizar en dichas gracias disfrutándolas. Sé que esta relación cada vez más profunda con Jesús me está transformando, liberando, llevándome a aprender más sobre Él, y todo porque amo a esta persona que me ama completamente e incondicionalmente. Lo sentiré durante toda la semana. Y lo disfrutaré. Me gustan los cambios que estoy sintiendo. Me gusta lo que está naciendo en mí. Durante toda esta semana haré una pausa, quizás precisamente en los momentos más difíciles, y sonreiré internamente de manera cada vez más profunda. Las “riquezas” y los “honores” ya no tienen tanto efecto sobre mí. Las experiencias de “pobreza”, hasta en los momentos de “humillación”, ya no me aterrorizan tanto. Sonrío porque entiendo que me siento cada vez más atraído hacia la manera de vivir de Jesús – alejándome del sendero del orgullo y encaminándome hacia la humildad ante Dios. Cada noche de esta semana, dejaré que mis palabras de gratitud surjan de lo más profundo de mi corazón. El desorden y las dificultades – hasta los fracasos o pecados de cada día – no podrán empañar mi gratitud. La intensificarán. Estoy agradecido porque Jesús me está brindando una alegría que nunca antes había experimentado. Es una alegría que no depende de mis éxitos, sino de poner mi vida junto a Jesús, en manos de Dios. Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar Esta Semana. Recordemos que una semana de revisión es muy distinta de las demás semanas de este retiro. Vamos a permanecer donde encontremos frutos. Vamos a saborear y a disfrutar los dones recibidos, de la misma manera que saboreamos y disfrutamos esos momentos tan especiales que hemos pasado junto a un ser amado. Esa sensación dura cierto tiempo. El no seguir adelante apresuradamente nos ayudará a profundizar el amor que hay en nuestros corazones. Utilizaremos los mismos “métodos” que hemos estado utilizando hasta la fecha. Momentos muy breves, pero de gran concentración diaria, harán consolidar este retiro. Quizás esta semana podamos prestar mayor atención a nuestros sentimientos, particularmente aquello que parece proporcionamos una alegría profunda – a menudo en medio de grandes conflictos – y, lo que podría parecer muy perturbador – que podrían alejarnos de esa alegría. Los movimientos de nuestros corazones nos ayudarán a estar más atentos a cómo el Señor está obrando en nosotros. Trataremos de entender cada vez más el idioma de Dios dentro de nosotros, prestando atención a cuál de dichos movimientos parecen proceder de Dios y cuáles parecen proceder de algo bajo (indecente, desagradable, cobarde), que no quiere que crezcamos. Cuando nos estamos alejando de Dios, el movimiento que procede de Dios a menudo será el que nos perturba y nos confronta. Los movimientos bajos tienden a mantenernos cómodos y holgazanes con todo tipo de excusas para justificar nuestro estilo de vida como muy bueno. Cuando nos acercamos al Señor, de la manera en que estamos a estas alturas del retiro, podemos confiar en que el Señor nos está ofreciendo una profunda alegría, un sentido de liberación, de valentía y paz. El Señor nos ofrece algo que nos estimula a pensar: “Esto es bueno. Esto es lo correcto. Esto viene de Mí. Confía en lo que te digo.” Y cuando experimentamos el deseo de conocer a Jesús, de amarle, y de seguirle, podemos esperar que habrá conflictos bajos y dudas, confusiones, y hasta una tristeza inexplicable. Dichos conflictos tienden a reforzar viejos hábitos que parecen ser irracionalmente más poderosos, por el momento. Podemos alejar dichos movimientos muy fácilmente, diciendo sencillamente, con una sonrisa, “Ya sélo que está pasando aquí. Esto no me hace falta. Voy a decidirme por la vida y la paz que seme ofrece. Adiós.” La Oración Triple A medida que aumenta nuestra devoción, podríamos usar una vez más este sencillo ejercicio para dramatizar la seriedad de nuestro deseo y la profundidad de nuestra sinceridad. Es como si nos dijéramos: “Realmente quiero estas gracias.” Primeramente podríamos recurrir a María, la querida madre de Jesús, quien estuvo muy presente en nuestra imaginación durante las pasadas semanas. Podríamos pedirle que ruegue a su hijo, de parte nuestra, que nos conceda estas gracias. Podríamos nombrarlas. Podríamos decir que queremos entender estas maneras de desear y de recibir la pobreza espiritual, y hasta la pobreza material, si es para ayudarnos a servir mejor a Dios y a salvar nuestras almas. Si nos sirve de ayuda, nuestra oración a María podría concluir con el “Ave María”. Entonces podríamos dirigirnos a Jesús, y pedirle que ruegue a Dios su Padre, de parte nuestra, para que nos conceda las mismas gracias. Y, si nos sirve de ayuda, nuestra plegaria podría concluir con el “Alma de Cristo”. Finalmente, podríamos acudir a Nuestro Dios y rogarle personalmente para que nos conceda estas gracias. Nuestra plegaria a Dios podría concluir con el “Padre Nuestro”. Recordaremos que nuestra evolución es un regalo de Dios. . Y un regalo recibido abre el camino para que recibamos otro. Hemos visto cómo estas gracias nos preparan para nuevas gracias. Todo lo que necesitamos hacer es permanecer abiertos y confiados en que Aquél que nos ha traído hasta este punto de nuestro viaje, se mantendrá agraciadamente fiel para llevarnos hasta su terminación. Para el Viaje Dice un viejo acertijo: “¿Cuán lejos hay que penetrar en un bosque, antes de que la persona empiece a salir del mismo?” En los Ejercicios Espirituales no hay un centro real que hay que cruzar para empezar a salir. Ahora que hemos llegado a este punto, podríamos habernos dado cuenta de que no hay salida. No estamos en una trampa, ni en un laberinto, sino que, haciendo los Ejercicios, hemos iniciado el lento proceso de tomar conciencia de nuestra necesidad de un salvador y luego de identificar a dicho salvador. Esta semana estamos llamados a considerar la realidad, la humanidad, de como Cristo se adentra en nuestros conflictos vitales. He aquí al hombre, nacido de mujer, un hombre como nosotros en todos los sentidos, creciendo, madurando a través de los sucesos de Su vida, para abrazar nuestras vidas y sus realidades. ¿Cuál fue la mitad de la vida de Jesús? He aquí el misterio. Una vez que Jesús penetró en Su vida, cada uno de nosotros se convirtió en el centro de Su vida eterna. Jesús se ha adentrado en nuestros conflictos humanos, y dicho proceso no tiene fin, de manera que no existe un punto medio a partir del cual Él empieza a salir de nuestras vidas. Estos días oraremos con la constancia, con el compromiso invariable de Su amor por la travesía de nuestra vida. El básico temor humano al abandono, el miedo a la soledad, se convierten en el punto de entrada de Su ser para y con nosotros. Le veremos encontrándose con los débiles, los enfermos, los pobres, los rechazados, los despreciados y básicamente pecadores representantes de nuestra caída. Cada uno de nosotros conoce cuán repulsivas pueden resultar ciertas personas por su egoísmo, su ira y su avaricia. Rezaremos con nuestros sentimientos hacia esas personas, y con dichos sentimientos, veremos a Jesús, abrazando, tocando y bendiciendo esos mismos tipos de personas. Estamos empezando a orar con las diferencias entre Su manera de ser y la nuestra. Pero con intimidad y familiaridad, dichas maneras de observar y actuar van cambiando. Lo más difícil que hay en estas semanas de los Ejercicios es lo fácilmente que nos acomodamos y acostumbramos a lo que parece ser naturalmente bueno y correcto. No es que Jesús haya venido a servir de ejemplo; Jesús es lo que la vida debería ser, y Él vivió como una invitación. Rezaremos con nuestros titubeos, nuestros “no puede ser”, nuestras debilidades a la hora de responder. Conocemos nuestro pasado, pero hemos crecido. Tenemos miedo de nuestras insuficiencias para cumplir promesas o para llevar a cabo nuestras intenciones para el futuro. Lo único que tenemos es el presente y la gracia para observarnos por dentro y por fuera, así como a este mundo, que sigue necesitando el contacto y el abrazo constantes de Jesús. Esta semana rezaremos con buena voluntad y consideraremos la radicalidad y la diferencia con que Jesús vive y desea vivir a través de nosotros. Nuestras conversaciones ya no son sobre moralidad, sino sobre relaciones y actitudes. La mayoría de los grandes santos de la historia han tenido que vivir en presencia de su pasado. Tuvieron que enfrentar la fragilidad de su sentido de la fidelidad. También enfrentaron lo que Jesús enfrentó, el amor fiel y personal de Dios. Con Dios, hasta nuestras conversiones no son imposibles. El amor de Dios es perfecto, nuestras respuestas son lo suficientemente buenas como para que Dios bendiga y siga redimiendo este mundo. En Estas Palabras o Palabras Similares Querido Jesús: A medida que voy repasando el retiro de las últimas semanas, me siento fuertemente atraído hacia un pensamiento que leí en la guía de la semana pasada: “Cuando todo es un regalo, ya no podemos seguirnos midiendo por lo que hemos acumulado.” Lo que me sorprende, Jesús, es que el pensamiento me atraiga. No me atemoriza, sino que me llama la atención. Suena tan distinto a mi manera de vivir, y sin embargo parece contener tanta libertad. Quiero abrazar esa pobreza de espíritu a la cual Tú me estás llamando –quiero abrazar este anhelo que siento en mi corazón. Ese sentimiento es una invitación que me haces para vivir como Tú, porque sabes muy bien que así seré mucho más feliz. Conoces mejor que nadie el vacío que siento tan a menudo cuando otro éxito me mira inexpresivamente desde el espejo. Es el tipo de éxito que significa poco y que sin embargo puede parecer mucho. Quiero abrazar la pobreza que lleva a la humillación. La humillación no es algo que yo busque cotidianamente, pero dentro de este contexto veo que está diametralmente opuesto a los honores y al éxito, a los objetos y las riquezas que a menudo utilizo para llenar los oscuros vacíos que hay en mi corazón. Observo la foto del retiro de la pasada semana. Las dos mujeres víctimas de minas terrestres están apoyadas en la pared quebrada. ¿Qué fuerzas del mal les arrebataron sus piernas? ¿Cuántos miembros de sus familias habrán perdido en esta lucha por el poder, la avaricia, las riquezas y los honores? Y luego leo la cita bíblica que hay al pie de la foto: “Que Dios bendiga a estas personas que sólo dependen de Él. ¡Pertenecen al reino de los cielos!” Eso, más que nada, es lo que añoro para mi vida. Por favor, Dios mío, enséñame a depender de Ti. Enséñame a entregar mi vida a Ti, por Ti. Guíame por el sendero de vida que escogiste para Ti. Como una resolución de Año Nuevo, quiero esto ahora, en este momento… pero, ¿acaso podré perseverar en este anhelo? La sección “Para el Viaje” de esta semana lo expresa my bien: “Tuvieron que enfrentar la fragilidad de su sentido de la fidelidad.” Por favor, Jesús. No puedo seguir deseando esto por mí mismo. Necesito reconocer tu llamado y no siempre quiero escuchar. Sé que mi fidelidad
es defectuosa y que no siempre quiero reconocer que “todo es
un regalo” en mi vida. Por favor, ayúdame a entender
desde lo más profundo, desde ese lugar que a menudo no quiero
visitar, que este llamado a ser más sencillo, más humilde,
más pobre, es el sendero por el cual me estás guiando
hacia la felicidad. Oración
para Empezar Cada Día: Ephesios 1:3-14 Colosenses 1:9-22 Juan 1:1-1 |