Retiro “Online”
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Un Ministerio de la Oficina de Ministerios Colaborativos en la Universidad de Creighton.
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Semana 19

Guía

Viaje de Nazareth al Bautismo en el Río Jordán.

semana 19

Ahora volveremos a contemplar la vida de Jesús. Al reflexionar sobre Dos Maneras de Desear y Tres Tipos de Respuestas, nos hemos preparado a permitir que Jesús nos muestre su vida. Nuestro deseo de conocerle más íntimamente, a medida que nos vamos enamorando de Él, va dando forma a nuestro deseo de acompañarle más completamente en su misión. Hemos sido alentados a pedir cada vez más profundamente poder recibir las gracias para escoger solamente lo que sea para mayor gloria de Dios, y la salvación de nuestras almas.

La parte de la vida de Jesús que enfocaremos esta semana es su travesía desde la casa paterna hasta su misión. En determinado momento, quizás cuando tenía unos 30 años, Jesús deja Nazareth y baja al Río Jordán, donde Juan está bautizando. Jesús se adentra en el agua, y en contra de la reticencia de Juan, le pide que lo bauticen junto a todos los demás. Los cielos se abren y escuchamos la afirmación que Dios hace de Él.

Las sugerencias de la derecha nos ayudarán a empezar esta contemplación. Durante toda la semana querremos deambular en esta escena durante nuestras actividades cotidianas. A medida que nos vamos imaginando a Jesús dejando esa casita de Nazareth, tendremos muchas preguntas para formular. ¿Por qué se marchó? ¿Qué proceso de reflexión, de libertad, lo motivó? ¿Acaso podemos imaginarnos las despedidas? ¿Qué le dijeron? ¿Qué dijo a sus amigos, a sus parientes, a María? A medida que va recorriendo los caminos para llegar al río donde Juan está bautizando, ¿qué está pensando Jesús? ¿Cuáles son sus deseos, decisiones y anhelos? ¿Qué palabras utiliza en sus plegarias? Cuando observa a Juan bautizando a los humildes pecadores, viendo sus rostros cuando entran y salen del agua, ¿qué es lo que siente? Cuando Jesús entra al río, y va llegando a la parte más profunda hasta sumergirse en la corriente, ¿acaso puedo imaginarme lo que ocurre en su conciencia? ¿Acaso experimenta su propia encarnación en las profundidades de nuestra humanidad? ¿Acaso se imagina el abandono de sus propios deseos al Espíritu de Dios, que le lleva a una entrega total de sí mismo por nosotros? ¿Acaso tiene una visión momentánea de su muerte clavado en una cruz? Y cuando su cabeza emerge de las aguas y la voz de Dios se escucha entre las nubes, ¿qué gozo, qué libertad y qué paz llenan su corazón?

A medida que avanzamos en esta semana imaginando dichas escenas una y otra vez, en el mero centro de los movimientos de nuestras vidas cotidianas, llegaremos a conocer a Jesús y nuestros propios deseos más profundamente de lo que podíamos haber imaginado. Queremos comprobar lo enterado que está Jesús de nuestro afán por responder al llamado de Dios. Esta semana, ¿cuántas veces dejaremos un lugar donde nos sentimos “en casa” por otro lugar donde debemos estar? En esta semana, ¿cuántas veces un “sí” implicará una entrada más profunda a una sencilla solidaridad con toda la humanidad? ¿Acaso alguna experiencia vital de mi bautismo me permitirá esta semana experimentar una profunda intimidad con Jesús en su bautismo?

Podríamos terminar cada día con una oración de gratitud y conversación personal con Jesús, expresando nuestro deseo.


Algunas Sugerencias Prácticas para Empezar Esta Semana

Es fácil comenzar esta semana. Cada uno de nosotros ha tenido algún tipo de experiencia de dejar el hogar, de responder un llamado, de tener que dejar alguna cosa o alguna persona para emprender una travesía que sea fiel a nuestra esencia. De manera que dejar a Jesús que nos muestre su partida de Nazareth rumbo al Río Jordán será fácil, si dejamos que nuestra imaginación sea informada por nuestras propias experiencias.

Tratemos de tomar esta primera parte de nuestra contemplación de esta semana y dejar que sea la gracia por la cual rezamos al levantarnos cada mañana. Utilicemos palabras para contribuir a la reflexión del día: “Señor, muéstrame lo que te llevó a dejar tu hogar en Nazareth para emprender tu muy público ministerio. Deseo intensamente conocerte y enamorarme más de tu manera de responder a tu Misión. Muéstrame lo que quieres enseñarme sobre la travesía de tu corazón. Quiero escucharte hoy.”

Para mediados de semana estaremos listos para contemplar el bautismo. La escena es sencilla, pero el drama es tremendo. Piénsalo e imagínatelo hasta que tenga su máximo poder. Si amamos a Jesús, deberíamos sentir algo al verlo aproximarse a su bautismo. Jesús no necesita hacer esto. Él pudiera decirle a Dios, “No he pecado; no necesito realizar este acto de arrepentimiento. No soy como aquellas personas que se meten al agua.” Pero, por supuesto, ésa no es su respuesta al llamado de Dios para que se convirtiera en uno de nosotros. Podríamos dejarnos envolver por los sentimientos de asombro, admiración y alegría por Aquél que acude a la libertad de este bautismo. Podríamos dejar que el significado de este bautismo nos conmueva.
Cada mañana podríamos pedir las gracias que necesitamos: “Señor, déjame esta allí cuando entras conmigo y para mí a las aguas del bautismo. Eres maravilloso y te amo. Quiero estar contigo y acompañarte en tu misión. Dame lo que necesito esta semana para entregarme cada vez más para la gloria de Dios y la salvación de mi alma.

Cada noche, podemos pasar un instante hablando al Señor con nuestras propias palabras. Expresaremos nuestro agradecimiento. Compartiremos alguna imagen que nos conmueva. Le contaremos cómo cierto momento de nuestro día cambió porque estábamos contemplando esta travesía de Su vida durante esta semana.

Cada vez que sintamos el deseo de obtener mayores gracias, podríamos hacer la triple plegaria María, Jesús, y Dios Padre, como explicáramos hace dos semanas. Utilicemos la sugerencia En estas Palabras o Palabras Similares para formar las expresiones de oración íntima que nos ayudarán a lograr las gracias de esta semana.

Finalmente, considera, por favor, compartir algunas de las gracias que llegan a ti como resultado de estas enriquecedoras contemplaciones en la vida cotidiana.

Para el Viaje

Esta semana rezaremos con dos experiencias de sensibilidad y temor en la vida de Jesús, y por consiguiente en nuestras vidas. Una es la celebración y la reflexión sobre el bautismo de Jesús. En los Ejercicios, Ignacio nos invita a primeramente a que observemos a Jesús dejando Su hogar y despidiéndose de Su madre. Esta escena no está en las Escrituras, pero Ignacio no puede imaginarse a Jesús partiendo fríamente sin una tierna escena de despedida.

Jesús pedirá a Sus discípulos que dejen todo, incluyendo a su padre y sus barcas. Ignacio también tuvo que dejar a su familia y su hogar, y conoció la tensión causada por el llamado de Jesús a que dejara todo para seguirle.

Libertad no quiere decir indiferencia ni insensibilidad. Jesús vino a alentarnos de manera que Su alegría se completara en nuestra alegría. ¿Acaso podemos mirar atrás? ¿Acaso podemos añorar y amar siendo compañeros de Jesús? Como seguidores, estamos llamados a vivir sin compulsiones ni obsesiones. Hemos sido invitados a ser dedicados, no mortificados. Observaremos con reverencia la tierna escena de Jesús besando a Su madre y quizás titubeando, devolviéndose para ver a Su madre, cuyas lágrimas dan inicio a la travesía bautismal de su hijo. Ella había dicho “hágase en mí”, y ahora empieza a hacerse.

Así pues, somos alentados, cuando llegue el momento adecuado para cada uno de nosotros, a observar y escuchar el bautismo de Jesús como su ordenación. Allí Él escucha y descubre Quién es para Su Padre y realiza su plegaria personal y su bendito discernimiento. Humildemente acepta tanto las aguas del bautismo por medio de Juan como la proclamación de que ahora es reconocido públicamente como el Ungido, el Cristo.

Recibió los regalos de los Tres Reyes siendo un recién nacido. Descubrió la conciencia de sí mismo en Su oración. Ahora recibe la confirmación como siervo bien amado de Su Padre para Su pueblo.

Escucharemos, observaremos y reflexionaremos sobre Su dignidad, Su destino y Su confianza en ambos. Ignacio nos pide que miremos hacia nuestro interior y reflexionemos sobre nuestro bautismo y esa misma dignidad, ese mismo destino y, sí, esa misma conciencia de quién es cada uno de nosotros. El ser bañados en Cristo es sumergirnos en su servicio al pueblo de Dios y ser confirmados como seres amados de Su Padre.

En esta semana de consideraciones, nos desplazaremos desde la ternura hasta una trémula expectativa, debido a la impresionante dignidad que recibimos al unirnos a Él. También temblaremos al considerar nuestro destino como siervos. Podríamos encontrarnos junto a la orilla del Río de Su bautismo, deseando “chequearlo” o “revisarlo” con Jesús, Quien está aceptando Su Identidad, mientras se dirige a nosotros con gran ternura. ¿Acaso dice, “Entra conmigo; el agua está buena”? ¿Acaso Él entiende nuestra timidez, nuestras preguntas válidas sobre Su futuro y el nuestro?

Jesús es bautizado y empieza a tomar Su vida de una manera muy personal y seria. Ignacio nos pide que también vayamos en esa dirección. Jesús no sabía adónde esto Lo llevaría.; nosotros tampoco lo sabemos, excepto que sabemos que es Él quien nos guía. Una cierta timidez mezclada con ternura será nuestro sentido del ser a medida que nos sumergimos en Cristo.


En Estas Palabras o Palabras Similares

Querido Jesús:

Muchas cosas me han conmovido mientras te observaba. ¿Por qué te marchaste de tu casa? Sé lo mucho que significaba tu madre para ti, y que viviste con ella en un hogar lleno de gran amor. ¿Cómo fue que escuchaste el llamado de Dios para ser algo más en tu vida? ¿Cómo sentiste ese “Sí” cuando oraste y supiste que estabas siendo llamado a convertirte en uno de nosotros de una manera tan íntima?

Te observo marchándote de tu casa y caminando hacia el río distante. Fue muy doloroso dejar el hogar. Sabías que estabas haciendo lo correcto, pero eso no lo hizo más fácil. ¿Hacia dónde te dirigías? ¿Acaso sentías miedo de la incertidumbre que se te presentaba? ¿Acaso te preguntabas exactamente cómo iba a terminar todo esto?

Te veo a la orilla del río observando a Juan bautizando a los demás. Todos oraban, sintiéndose muy conmovidos por los bautismos. Al momento del bautismo, algunas personas se mantienen tranquilas, otras se exaltan. Todas se sienten movidas a unirse a Dios de una manera nueva y más profunda. Te veo observando sus rostros cuando emergen, mojados y radiantes de alegría. Tu amor por cada uno de ellos es muy diáfano. Te sientas a orar por cada uno de ellos con mucha compenetración y mucho amor.

Y luego te acercas a ellos.

Te metes al agua hasta llegar junto a Juan. Él se sorprende y se resiste, pero una palabra tuya lo convence de que esto es correcto. Te toma de los hombros y observo cómo te sumerge en la penumbra del agua. ¿Qué se siente al estar en esa oscuridad, en ese frío, con los ojos cerrados? Con tu nacimiento te uniste a nosotros como parte de la humanidad de este mundo. Ahora, con este bautismo, vas a conocer nuestros pecados. ¿Qué significa esto?

Entonces tu cabeza surge de la oscuridad de las aguas y puedo ver la misma alegría que irradia tu rostro. Mueves la cabeza hacia atrás, lanzando el agua, y te ríes vigorosamente de pura felicidad. Juan se une a tu risa, sin saber exactamente por qué, pero sabiendo que te ama. Te das la vuelta y regresas a la orilla hasta donde yo estoy y te sientas junto a mí. Me encanta mirar la alegría que hay en tu rostro. Entonces me preguntas si quiero unirme contigo en las aguas.

Oh no, Jesús. Tengo demasiado miedo. Quiero estar contigo, unirme a tu misión. Pero no soy digno. No soy lo suficientemente bueno. Suavemente, tómame de la mano y háblame sobre mis temores. ¿Cómo era la frase en “Para el Viaje” esta semana? “Tierna timidez”. Siento las increíbles fuerza y dignidad de tu presencia cerca de mí. Precisamente porque quieres estar cerca de mí, buen Jesús, siento menos miedo.

Jesús, ¿qué es lo que hace sentir tanto miedo? Si me sumerjo en esta vida, como tú lo hiciste, y acepto este bautismo, ¿qué significará para mi vida? ¿Cómo quedará transformada mi vida? ¿Qué es lo que tendré que abandonar que ahora se siente tan cómodo? Quizás lo que más me asusta es la siguiente pregunta: ¿Y si fracaso? ¿Y si Dios me pide más de lo que soy capaz?

Todavía con mi mano entre las tuyas, me preguntas si puedo sentir el amor que Dios siente por mí, el amor que tú me tienes. Sí, lo siento. Pero el temor persiste. No soy digno. Miro tu rostro y veo el amor y la amistad que sientes por mí. Veo que sí soy digno porque me amas. Quizás siempre me siento indigno ante ti porque así evito acercarme demasiado. Si me digo que no soy digno de estar contigo, estoy rechazando la invitación que me haces para cambiar (y alterar) mi vida. Mantenerme a una cierta distancia de ti, Jesús, significa no poder escucharte con claridad.

Eso no es lo que quiero. Ya no quiero estar más alejado de ti. Durante estas semanas y meses que han transcurrido, me he acercado mucho a ti. Siento la fuerza de tu presencia y sé que quiero ir contigo, ser parte de tu vida y que tú seas parte de la mía.

Gracias por el amor y la amistad que me brindas. Gracias por cuidarme tanto.


Oración para Empezar Cada Día:

Señor, deseo tanto prepararme bien para este momento.
Quiero estar completamente listo, atento y disponible para Ti.
Por favor, ayúdame a aclarar y purificar mis intenciones.
Tengo tantos deseos contradictorios.
Mis actividades parecen estar tan llenas de agobio,
corriendo detrás de cosas que realmente no importan ni duran.
Sé que si Te entrego mi corazón
todo lo que haga seguirá los dictados de mi nuevo corazón.
Que todo lo que soy hoy día,
que todo lo que trate de hacer hoy,
que todos mis encuentros, mis reflexiones,
hasta mis frustraciones y fracasos,
sirvan para poner mi vida en Tus manos.

Señor, mi vida está en Tus manos.
Por favor, permite que este día sea para alabarte.

Lecturas Bíblicas:
Marcos 1:9-11
Mateo 3:13-17
Lucas 3:21-229:57-62
Juan 1:26-34
Filipenses 2:1-11
Romanos 6:3-11