Retiro “Online” Semana 30 Guía Sabíamos desde el principio que la victoria de Dios sobre el pecado y la muerte era completa. Ahora lo sabremos a través de la experiencia de la nueva vida que Dios ha dado a Jesús. Desde hace meses hemos venido recibiendo la gracia de hacernos amigos íntimos de Jesús, quien nos ha mostrado Su vida y lo que significa para nosotros. Ahora sencillamente rezaremos para experimentar alegría con Jesús en el regalo de la Resurrección que ahora Él disfruta. Jesús realmente murió y Su cuerpo sin vida fue puesto a reposar en una tumba. ¡La tumba está vacía! Es un símbolo eterno del poder de Dios para liberarnos del poder del pecado y la muerte. ¡Jesús está vivo! Vivo para siempre, con una vida más allá de nuestra imaginación. Durante las próximas semanas queremos saborear esa nueva vida. Porque al celebrar con Jesús Su liberación, aumenta nuestro anhelo de vivir esta nueva vida que se ha abierto a nosotros. Esta semana contemplaremos, usando las Escrituras y nuestra imaginación, la experiencia de Jesús resucitando de entre los muertos y compartiendo dicha experiencia con quienes amó. ¡Qué inexpresable alegría debió haber tenido Jesús al experimentar la Vida Eterna como ser humano! Acabando de experimentar las profundidades de nuestros sufrimientos y muerte, ahora Jesús sabe cómo será para nosotros experimentar la vida de la Resurrección. ¡Cómo debe haberse deleitado al compartir ese gozo con aquellos que sufrieron con Él al pie de la Cruz! Sólo podemos imaginarnos el regocijo que llenó el corazón de María, Su Madre, cuando Le vio con vida. ¿Quién podría haber experimentado la alegría con Jesús más plenamente? Finalmente, contemplaré a Nuestro Señor Resucitado compartiendo Su alegría conmigo. Vivo para siempre, con el poder de estar conmigo a todo momento, conservando las llagas en Sus manos y una herida abierta en Su costado. Sigue siendo la persona cuya vida hemos contemplado durante meses. El pasado y el presente se juntan para nosotros en este encuentro con Jesús Resucitado. Durante toda la semana, trataremos de entregarnos a caminar sintiendo a Jesús, vivo y con nosotros. Mientras más esté presente Jesús en cada actividad de mi vida cotidiana, más completamente Su Resurrección disipará el miedo, las dudas, la falta de valentía, y la falta de esperanza que pueda yo experimentar. Utiliza los recursos de
la izquierda para empezar y entrar más profundamente
en los movimientos de la semana. Tener en nuestra conciencia
a Jesús junto a nosotros en los momentos más mundanos
y cotidianos de nuestros días alentará la vida
de Su Espíritu en nuestros corazones. Así compartiremos
realmente Su gozo. Esta semana utilizaremos el mismo método práctico que hemos venido adoptando durante todo el retiro. El misterio que
contemplaremos: La gracia que
pediremos: Nuestra Contemplación
Cotidiana: Los recursos diarios: Cada noche buscaré un momento para revisar el día con gratitud. Cuando reciba la gracia matutina que deseo o se resuelva algo concreto en mis actividades cotidianas, necesito reconocer ese “don” y dar gracias. Este ritual de cada noche aumentará mis expectativas de buscar al siguiente día la alegría de la Resurrección a cada momento. Utiliza los distintos recursos que se te ofrecen esta semana. Para el Viaje, las Lecturas, y los comentarios de En Estas Palabras o Palabras Similares. Quizás haya empezado
esta semana con desánimo – “No sé dónde
Le habrán llevado”. Por la gracia de Dios, puedo terminar
esta semana con una sincera alegría en la experiencia
de Jesús vivo, y nuevos ánimos cuando Él
me dice, “Siempre estaré contigo.” Para el Viaje Esta semana rezaremos con la alegría de las promesas cumplidas. Ignacio invita a quienes estén haciendo los Ejercicios y hayan tomado la decisión de seguir a Cristo, que experimenten la gracia de la Resurrección de Cristo. Hemos considerado las consecuencias de mantenernos fieles al compromiso de ser Sus compañeros. Hemos sido invitados a estar en el mundo, pero sin ser de él. Jesús ha orado, no para que nos aparten del mundo, sino para que seamos una bendición para el mundo. María, quien se mantuvo en todo momento al pie de la Cruz, es la primera en recibir el cumplimiento de las promesas. Ignacio devotamente retrata a Jesús apareciéndose a Su Madre inmediatamente después de salir de la tumba. Así como la vimos considerando la visita del ángel de la Anunciación, ahora observamos ese íntimo abrazo entre Madre e Hijo. Así como observamos y escuchamos a María y José hallando a Jesús en el templo, ahora observamos con regocijo a Jesús encontrando a Su Madre sumida en el dolor. Nos mantuvimos junto a María cuando bajaron a Jesús de la cruz y lo depositaron en la tumba; ahora reflexionemos viendo a Jesús consolando a Su Madre, mientras ella experimenta con sus acompañantes su propia resurrección y la de su Hijo. Tratemos de conservar esta actitud orante el mayor tiempo posible para considerar cómo Jesús ha sido liberado de Su tumba, para así nosotros poder salir de la nuestra; tal y como consoló a Su Madre, Jesús desea consolarnos. Acompañando a María al pie de la Cruz estaba María Magdalena. En el relato de la resurrección del Evangelio de Juan, Jesús se aparece primero a esta otra mujer de fe. Esto ocurre en un huerto y Magdalena cree que es el cuidador del huerto. Así visitamos el tercer huerto de la salvación. El Huerto de la Desobediencia (el Jardín del Edén), donde la creación no quiso escuchar; el Huerto de la Obediencia, donde el Segundo Adán luchó y se mantuvo fiel. Ahora nos encontramos en el Huerto de la Resurrección. El Cuidador del Huerto inicia así su labor atendiendo las viñas que ha plantado. Cultiva amorosamente Sus ramas luego de haberlas podado todas. Ignacio quiere que estemos ahí para escuchar al Cuidador decir nuestros nombres, tal y como hace ahora: “María”. Estamos presenciando la intimidad en acción, consolando, resucitando otros cuerpos, otros espíritus. Queremos quedarnos aquí observando cómo el Cuidador abraza al mundo. En esta escena, como en todas las demás contemplaciones durante estas semanas de Resurrección, vemos a Jesús, porque Él es el Cristo, alentando a todo aquél con quien se encuentra, a tomar o retomar Su misión de cuidar el huerto. “Suéltame… vete donde mis hermanos…” La intimidad siempre da frutos. La alegría de Su resurrección consiste en que el amor de Dios no está confinado a una tumba, sino que se intensifica en las vidas de Sus fieles. El mundo quebrantado empieza a recuperarse por Cristo Resucitado y Sus seguidores también resucitados.
¿Será verdad? ¿Acaso eres realmente Tú el que está ante mí? Te observé en la cruz sufriendo increíblemente, y ahora estás aquí, en el huerto, ¡llamándome por mi nombre! ¡Estás aquí! ¡Estás vivo! Nos abrazamos entre risas sin poder decir nada coherente – solamente exclamaciones de alegría y asombro. ¡Estás vivo! Me detengo un minuto a pensar si estoy soñando, pero entonces Te miro a los ojos. Oh, mi amigo querido, has resucitado de entre los muertos. ¡Te voy a tener de por vida! Me sentí perdido cuando Te ví morir, pero ahora, caminando por este huerto, pones Tus manos sobre mis hombros y me miras otra vez a los ojos. Nunca más volveremos a separarnos. Me dices, “Siempre estaré contigo”, y lo siento en lo más profundo de mi corazón. Sí, estarás
conmigo. Me quedaré contigo. Jesús, ¡siempre
estaremos juntos! Estás vivo. Me abrazas amorosamente
y me dices que volveremos a vernos más tarde. No siento
pena cuando Te alejas, ni miedo de que no vuelvas. Siento que
Tu vida está arraigada en la mía, de una manera
muy especial. Siento una alegría, una energía,
una nueva manera de ser, de vivir y de ver el mundo. ¡Jesús
mío, estás vivo! Gracias por estar en mi vida
de manera tan profunda. Gracias por ser mi
vida. Oración
para Empezar Cada Día: Mateo 28:1-20 Lucas 24:1-12 Juan 20:1-29 |