Retiro “Online” Semana 33 Guía La semana próxima es la semana final del retiro. Esta semana miraremos hacia atrás, para contemplar lo que hemos recibido en este retiro – El Amor de Dios. Vamos a considerar nuestra respuesta. Nuestro deseo para esta semana es llenarnos profundamente de los regalos que hayamos recibido, y así llenarnos de profunda gratitud, para motivarnos a amar y servir a Dios, en todas las cosas, en nuestras vidas cotidianas. Dos convicciones guían nuestras reflexiones:
Esta semana recordaremos todos los regalos de amor que hemos recibido durante este retiro. Recordaremos todas las maneras en que Dios nos ha otorgado Sus gracias como un regalo de Sí. Queremos que aumente nuestra gratitud por la actividad del amor de Dios en nosotros, especialmente en el regalo que Jesús nos hace, y las maneras en que hemos sido bendecidos para conocerle y amarle, y servir con Él. Esta semana queremos abrir nuestros corazones a la más amplia experiencia del amor de Dios que podamos imaginar. Utilizando imágenes como los rayos del cálido sol o el poder sobrecogedor de una catarata, consideraremos cómo la presencia y el amor revitalizador de Dios fluyen por toda la creación, entregada por y para nosotros. Utiliza las sugerencias de la derecha para empezar, y entrar así con todo detalle en el proceso de estos ejercicios de agradecimiento. Con cada nivel de gratitud, queremos expresar nuestro amor. Nuestra respuesta, y nuestra ofrenda personal por amor, son los sellos que reforzarán los lazos de amor entre nosotros y Dios. Creceremos al sentir que todo lo que tenemos es un regalo. Al crecer en libertad, podremos entregarnos en amor cada vez más plenamente. Toda la semana, con creciente gratitud y afecto cada vez más profundo, me ofreceré en estas palabras o palabras similares, hasta que se hagan mías:
Si no lo has hecho ya,
por favor llena el formulario anónimo de la derecha,
para que podamos recibir tus comentarios sobre el retiro. Gracias. Nuestra contemplación sobre el amor de Dios por nosotros, y nuestra respuesta, puede hacerse en distintos períodos de oración y en los momentos de telón de fondo de nuestra semana. Lo que estamos
considerando:
Y consideraremos nuestras respuestas. La gracia que
pedimos: Nuestra Contemplación
en la Vida Cotidiana:
Los medios diarios: Hay oportunidades durante todo el día, en todos los momentos de telón de fondo que se nos presenten. Conduciendo el automóvil, caminando de un lugar a otro, haciendo una pausa para pensar, llevando a cabo las transiciones de una cosa a otra. Esos momentos están ahí, sin importar lo breves que sean. Generalmente están llenos de algo – alguna preocupación, planificación, o “sueño de día”. Podemos utilizarlos – aunque sólo duren 30 segundos – para concentrar nuestra atención, para volver al pensamiento y al deseo de la mañana, para darme cuenta de cómo esta próxima actividad de mi día encaja dentro del deseo que tengo. Algunos ejemplos podrían servir de ayuda. Estoy duchándome. Mi mente ya está proyectándose hacia el día que me espera. ¿Podría concentrarme, aunque sea por un minuto, en una sencilla plegaria? “Señor, ayúdame a saber que hoy estás conmigo. Te necesito. Ayúdame a mantener la mente y el corazón abiertos a descubrir las distintas facetas de Tu amor por mí.” Estoy en el automóvil de camino al trabajo. Quizás mi mente esté llena de lo que necesito hacer hoy. Talvez haya otras personas conmigo. Quizás tenga la costumbre de escuchar la radio. ¿Podría tomar un instante para volver mi concentración a la presencia del Señor? Eso cambiará la manera en que escucho la radio o hablo con las personas que me acompañan en el vehículo. Quizás estoy solo y puedo apagar la radio y tomar 20-30 minutos para concentrarme y reflexionar. Podría analizar las actividades programadas para ese día y prepararme a llevarlas a cabo en la manera que deseo. Inevitablemente habrá ciertos desafíos en mi día, quizás hasta haya alguno que otro conflicto. A medida que me voy haciendo más reflexivo, me voy familiarizando más con los “patrones” que manifiesto. En el “enfoque” de dichas situaciones y personas, podría tomar un momento para dejar que la reflexión del telón de fondo me prepare. Quizás puedo respirar profundamente, y orar durante 15 segundos: “Señor, sé que me amas. Déjame experimentar Tu amor que me sustenta y los cuidados que me prodigas.” O si no, “Señor, me has perdonado tantas veces por este patrón. Gracias por Tu amor y Tu misericordia. Ahora lléname con Tu paz.” O bien, “Señor, ya anteriormente me has dejado desear estar contigo. Déjame estar contigo aquí, para que Tu amor pueda fluir a través de mí.” O, “Toma, Señor, recibe. Me ofrezco a Ti en esto. Solamente dame Tu amor y Tu gracia. Nada más Te pido.” Ya sea que encuentre el tiempo para orar esta semana o haga mis reflexiones de la semana en los momentos de telón de fondo, puede ser muy provechoso repetir constantemente la oración, “Toma, Señor, recibe.” Trataré de memorizarla, o bien de ponerla en mis propias palabras. Utiliza los diversos recursos ofrecidos esta semana. Para el Viaje, las Lecturas, las Oraciones, y unas muestras de intentos para expresarte, En Estas Palabras o Palabras Similares. Y por favor, saca unos momentos para llenar el formulario que ofrecemos. Todo el retiro se consolida
esta semana. El Señor que nos acompañó
en este camino seguirá bendiciéndonos con Su amor
y con la gracia de nuestra respuesta. Para el Viaje Hay una ironía implícita en este Ejercicio Final de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Aunque éste es el ejercicio final, la realización de los Ejercicios nunca termina. Dios no nos envía un certificado proclamando que “Has terminado el curso exitosamente”. Pablo mismo escribió que no había llegado a la meta final, pero que seguía corriendo. De manera que llegamos al final de nuestro principio y seguimos siendo creados y recreados por el amor de Dios. Ignacio tenía dos puntos que consideraba primordiales durante estos últimos ejercicios: que el amor consiste más en obras que en palabras, y que el amor es una entrega mutua de todo lo que se posee. En el primer Para el Viaje nos aconsejaron no buscar el avance o la falta del mismo durante nuestros viajes. Más bien, hemos sido alentados a observar el amor en acción, manifestando dicho amor en obras y en cómo recibimos todos los dones de gracia y vida que nos han ofrecido. Esta semana rezaremos con la receptividad de los niños, quienes sienten más profundamente que los adultos cuando son amados. Ignacio escribió estos Ejercicios para que fueran muy personales y pudiéramos llevarlos del “nosotros” general al “yo” muy particular. Hay niños en nuestra cultura, quienes al terminar de abrir sus regalos de Navidad, quedan con una sensación de “¿Esto es todo?” Quizás después de evaluar los regalos de los demás, se pueden sentir engañados o menos amados. Esto es algo muy humano y comprensible. Debo ponerme en el lugar del niño que recibe regalos en Navidad, y después de ver mis regalos y los de los demás, quiero buscar a mis padres y parientes para preguntarles, “¿Por qué son tan buenos y generosos conmigo?” Es con este espíritu de gratitud que Ignacio me pide que dé libremente una respuesta de amor. “Todo lo que tengo, me lo has dado Tú. No quieres que Te devuelva esos regalos, pero el hecho de que yo los reciba con gratitud me debe hacer consciente de que a menudo lo que te devuelvo es mi posesión y uso egoístas y exclusivos de los mismos. Sólo Te pido que me bendigas y me concedas la gracia de un futuro en Tu compañía. Eso es suficiente para mí y es un principio para Ti.” Me desenvuelvo en un mundo de dones creados. Los árboles, las flores, pájaros de todos tamaños y tipos, de sorprendente diversidad, y todos son regalos para mí. Observo la luna, las estrellas, y me maravillo ante los cambios del clima cuando el sol hace su recorrido, manteniendo este mundo con las temperaturas adecuadas. Todo esto Dios me lo entrega. Regreso a la inocencia del niño que se maravilla ante la más mínima cosa, y pienso que Dios siempre está obrando para concederme Sus gracias. Dios está obrando para atraerme hacia Sí, pero no para forzarme a ver cómo extiende hacia mí Su dedo, Su mano, Su brazo y todo Su Ser, creándome con todo lo que ha reservado para mí. Este ejercicio agudiza mi conciencia de cómo todo es un regalo y al mismo tiempo una invitación. Soy el que recibe y el que responde. Una vez que me hago consciente de que Dios existe en todo y de que todo existe en Dios, no puedo dejar de cantar, de observar y de escuchar, de compartir y de querer saber lo que se me ofrece en todos los momentos de mi vida. El Caudal del amor de Dios sigue fluyendo aunque yo no esté consciente de Sus regalos y Su presencia. Quiero estar más disponible al Dador de amor que obra tantas maravillas en mi vida para devolverme la inocencia del niño de Dios que realmente soy. El “Niño de Dios” es un ser humano maduro que sabe lo que son las cosas, de dónde proceden y hacia dónde le están llevando. Todo lo que procede de Dios regresa a Dios, incluyéndome a mí. No dejamos los Ejercicios, sino que vivimos con ellos como una diversidad de maneras de recuperar la vista y la sensibilidad a la bondad de Dios, así como la bondad de ese ser enviado por el amor de Dios que soy yo.
Mi corazón está colmado. Me siento amado, honrado, agraciado, caído y nuevamente amado. Estoy maravillado por el amor que siento de Ti y por Ti. Sí, estoy consciente de mis culpas y de cómo a veces me impiden sentir el amor que derramas sobre mí a todo momento. Pero ahora también siento la profundidad Tu amor y Tus cuidados, especialmente en medio de mis debilidades, esas partes de mí que quisiera ocultar en las tinieblas. Tu amor las trae a la luz de Tu calor, y de repente me siento liberado de ellas. Ahora, después de tantos meses de hablarte, de amarte y de aceptar Tu amor de una manera totalmente nueva, me doy cuenta de siempre estarás conmigo, hasta – o especialmente – en medio de mis debilidades. ¡Y los regalos! Tantos regalos que me has prodigado durante toda mi vida. Siento la profundidad de Tu amor por mí. Cada día veo las muchas maneras en que me manifiestas tu amor, en el mundo que me rodea, en las muchas personas que pones cada día en mi vida para amarme. Una línea de las Escrituras vuelve a mí una y otra vez al ponderar este jubiloso acertijo: ¿qué puedo dar en reciprocidad por todo lo que el Señor me ha dado? ¿Qué, Jesús? ¿Cómo podré mostrarte el tipo de amor que siento por Ti, o agradecerte todo lo que me has dado? Quiero darte todo lo que tengo. Quiero corresponder a estos muchos dones de alguna manera que surja de lo más profundo de mi ser. Cada vez que pienso en las muchas maneras que me has amado y me has obsequiado, sé que quiero darte todo lo que tengo. Jesús, me has dado tanto, tal y como dice la plegaria: mi mente, mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, toda mi voluntad y mi ser. Todo lo que soy en esta vida, es por lo que Tú me has dado. ¿Qué puedo yo hacer para agradecerte? Por favor, querido amigo, ¿acaso puedo presentarte estos regalos como ofrendas? ¿Acaso puedo utilizarlos en este mundo, para Tu mundo, de la manera que Tú quisieras? Quiero ser lo suficientemente libre para ofrecerte mi vida. ¿Qué quisieras hacer con ella? ¿Cómo puedo utilizar mi vida para servirte en este mundo? ¿En qué forma puedo amar a los demás como Tú quisieras? Querido Jesús, espero ansiosamente y con gran alegría las semanas y los meses próximos, para que juntos podamos seguir hablando, y así poder yo descubrir las respuestas a estas preguntas. Te agradezco mi vida. Te agradezco con mi vida. Oración
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