Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

6 de Noviembre, 2011 - [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS

32avo domingo del Tiempo Ordinario  
[154] Libro de Sabiduría 6:12-16
Salmo 63:2, 3-4, 5-6, 7-8
1 Tesalonicenses 4:13-18 o 4:13-14
San Mateo 25:1-13

PRE-ORACION

Los días pasados hemos estado celebrando la memoria de Todos Los Santos y también hemos orado con los recuerdos de los fieles difuntos. Estas liturgias también nos han preparado para nuestra celebración del Día de la Resurrección del Señor.

El esperar y ver es lo más humano y no siempre una experiencia tranquila para nosotros. Estamos orando no para encontrar, sino para ser encontrados con nuestra relación con Dios. Podemos orear para tener paciencia, pero aun mas, oramos con gusto que somos el “ven”, “ven para”, y el “ven adentro” del amor de Dios. Oramos para estar listos para ser encontrados y no en el miedo de ser encontrado.

REFLEXION

La sabiduría, el esperar, el ver, son tres palabras de nuestras lecturas de esta liturgia. Nuestra Primera Lectura es una sección de una descripción más larga de la personificación de la sabiduría. Es una instrucción para aquellos en puestos de liderazgo, como los reyes. La sabiduría es “ella” que no espera ser encontrada como perla o secreto. El poseerla es mejor que cualquier sentido de ejército o prudencia judicial.

Lo que es necesario se encontrado por ella es la vigilancia y la paciencia. “Cualquiera que la vea en el amanecer no será defraudado, por que el la encontrar sentada alado de su puerta.” Esta una imagen de la oración contemplativa. Despertar físicamente al amanecer no es estar totalmente despierto, sino hasta que haya alguna reflexión sobre la bondad de Dios y de Su creativo amor y cariño. La sabiduría es el sentido o resultado de haber visto y esperado en oración.

La Segunda Lectura normalmente no está relacionada temáticamente con la Primera Lectura y El Evangelio, que forman el tema de la liturgia. Esta lectura fue hecha para consolar aquellos que han perdido a familiares y amigos queridos. Es tomada de la primera epístola que tenemos de la mano de San Pablo. Predice las escrituras del Evangelio y da consolación a los afligidos.Es una sección maravillosa y oportuna, ya que le sigue a la celebración de Los fieles Difuntos. Estamos vivos y alertas, porque sabemos que nos quedamos en este mundo, pero no olvidados. Nosotros también seremos buscados y encontrados.

El Evangelio es una parábola acerca del esperar y del ver. Cinco jóvenes sabios y cinco jóvenes mujeres tontas esperan la llegada del futuro novio. Te preguntaras como se sintió la novia, pero se paciente, hay otra escritura.

Las cinco jóvenes tontas no tienen suficiente aceite para seguir alumbrando sus lámparas, y el novio llega, y las “opacas” le piden a las “brillantes” que les presenten tantito de su aceite.

Esta es una parábola Cristiana de “Cristo dijo.” ¿Por qué las cinco que tienen, tienen que darle a las cinco que no tienen?  ¿Por qué Jesús no dice que todos son bienvenidos, incluyendo a los brillantes y opacos? A lo mejor esta parábola está hecha para asustarnos para que nos comportemos y no quedarnos atrapados.

El novio obviamente es Cristo. Las mujeres jóvenes son la Iglesia, las creyentes. El aceite es la fe,  que todos los creyentes tienen. ¿Y que son entonces las cinco que no tiene suficiente? La fe es una virtud, un hábito, un regalo, pero se fortalece al usarse. No es suficiente solo tenerla y no atenderse a ella.

El ver fe, esperar fe, es algo activo, vivo, expresivo de la relación con Jesús. Aquellos que piden más aceite no han ejercitado el vivir con la luz de la fe. La razón que las cinco mujeres sabias no pueden dar su aceite es que Dios por si solo da la fe. Yo no le puedo dar fe a nadie, solo el don de cómo vivo con mi fe influyendo mis acciones. Las cinco no pasaron el tiempo de ver y esperar bien, y se gastaron su “tiempo de aceite”.

Mientras estaba sentado aquí nuestro teléfono sonó y la persona que contesto me dijo que podía ganar cien dólares con tan solo dándole mi nombre y que luego llamara el número que ella me iba a dar cuando escuchara que dijeran mi nombre en una estación de radio local. Le dije que me parecía bien, y le di el nombre de uno de mis hermanos de mi comunidad jesuita. Todo lo que tiene que hacer es escuchar el radio todo día el de nueve a cinco en los siguientes treinta días y si el gana, yo también gano, obvio que yo me quedaría con la mitad. El tiene que llevar su licencia de manejar a la estación de radio si dan su nombre para comprobar su identidad, y ¡ya gano! El problema obviamente es que no sabe ni el día ni la hora. Solo tiene que seguir esperando y escuchando. Debo decirles que él no es nada paciente, pero por cien dólares, puede de repente se vuelva todo virtuoso.
 
Entonces esperamos, ver, escuchamos, pero activamente. Seremos encontrados cuando vivimos esperando ser encontrados. El esperar se trata de hacer algo que aumenta el aceite en las lámparas de nuestros corazones y almas. Entonces de nuevo, no es solamente aquellos que dicen “Señor, Señor”, sino de aquellos que viven su fe con brillo en la oscuridad de los caminos de este mundo.  Como con el hombre en la boda que no tenía el traje adecuado para el festejo, los tontos no serán reconocidos y abandonados por qué no llenaron de luz sus vidas o las vidas de los demás con sus fes, sino que la dejaron descuidada.

Vale la pena esperar la sabiduría y la fe, pero el esperar es más que solo estar parados.

    “El Señor es mi pastor; Nada me faltara. En praderas verdes me da reposo, me conduce a aguas de paz” Salmo. 23 1,2

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