Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton
15 de Enero, 2012 - [ En Inglés / In English ]
Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS
Segundo del Tiempo Ordinario
[65] 1 Samuel 3:3b-10, 19
Salmo 40:2+4, 7-8a, 8b-9, 10
1 Corintios 6:13c-15a, 17-20
San Juan 1:35-42
Prep-oración
Nos preparamos estos días para la liturgia Eucarística esta semana al reflexionar el haber sido llamados. También consideramos como se nos extiende una invitación cada día. Estamos llamados a confiar en Aquel que nos llama. Tenemos evidencia de la fidelidad de Aquel que nos ha llamado en nuestro pasado. Tenemos que conocer el que nos está llamando para no ser engañados o embaucados.
Nos estamos preparando para la larga caminata, a través de estos Domingos del tiempo Ordinario para llegar a conocer más a Jesús como persona y su estilo de vida. No podemos amar lo que no conocemos entonces por eso Dios empieza a cortejarnos. Puede que muchas veces no nos sentimos cómodos o sentamos que sus caminos son difíciles y puede que solo queramos estar dormidos cuando él nos extiende una invitación.
Reflexion
La forma “imperativa” de un verbo significa que es un mandato. “¡Ve!” “¡Para!” Ahí hay una urgencia en el tono de la palabra. Las invitaciones son diferentes, el tono tiene la cualidad de “si quieres”, y “a mí me gustaría si…” Cuando los padres usan la forma imperativa, normalmente es una insinuación de sus deseos amorosos de que sus hijos sean mejores. Puede que también insinué que los padres quieren conservar su sensatez.
Lo que escuchamos en la Primera Lectura de hoy, es un llamado que nos interrumpe nuestro sueño. Samuel es un niño sirviente de Eli. El muchacho escucha una voz y cree que viene de Eli. Después de haber escuchado varias veces esa voz, Eli le ordena a Samuel que le conteste. Cuando Samuel al fin se da cuenta de lo que está escuchando, hace una profesión de fe, “Aquí estoy.”
Lo que no escuchamos entre su declaración directa a Dios de ser buen oyente y el versículo final, es el mensaje que Samuel dará a su amo Eli. El hijo de Eli ha insultado a Dios, por eso a Samuel se le ordena que le diga a Eli que Dios va a destruir la casa y la familia de Eli. Eli escucha esto y se rinde diciendo “El Señor es Dios.” Después de esto escuchamos la ultima línea de la Primera Lectura, que Samuel es un profeta verdadero y todas sus palabras serán verdaderas y efectivas.
El Evangelio de San Juan es el relato del principio de la vida pública de Jesús donde llama a todos a seguir Su camino, Su verdad y Su vida. Como hemos visto durante los Evangelios de Adviento, el Evangelio de San Juan empieza con Juan el Bautista declarando claramente que él, El Bautista, no es el Mesías. En los primeros versículos, Juan les señala a sus discípulos que El que está pasando por ahí, es “El Cordero de Dios.” Dos de los discípulos de Juan siguen a Jesús, entonces Jesús se voltea y les pregunta que es lo que están buscando. Ellos no saben exactamente entonces le preguntan a Jesús que donde se esta hospedando. Jesús no les dice, pero les enseña al invitarlos a “ven y verán.”
Estas dos palabras son enfatizadas en este Evangelio: “maestro” es el que dice, “Ven y veras.” Cuando Andrés, uno de los dos primeros que siguió a Jesús, encuentra a su hermano, Simón, le dice que han encontrado el “Cristo.” Andrés lleva a Simón con Jesús, Que le cambia el nombre de Simón a “Cefas.” Esta palabra significa “Roca.” Hay muchas temáticas e insinuaciones en esta escena de apertura. Todo esto está pasando a las cuatro de la tarde, en plena luz del día. Los actores principales en esta obra del Evangelio están siendo presentados. Jesús es el Maestro y el Cristo, mientras Juan es el que los señala. Estamos también nosotros ahí; estamos siendo invitados a ir y ver y quedarnos por un buen rato.
Samuel, Andrés, Simón, son llamados, pero no del todo “de la nada”, como decimos. El llamado parece ser una invitación a alguien que ya tiene algo presente en su alma. Hay también llamados negativos. Nosotros aquí en esta universidad Jesuita vemos a nuestros estudiantes responder a todo tipo de situaciones. Digamos, que tenemos estudiantes que se meten en problemas por tomar alcohol. Cuando se les confronta para disciplinarlos, pareciera que sus amigos los “invitaron” esto o lo otro. Definitivamente la invitación estuvo ahí, pero también hubo una tendencia o inclinación perdurable a ese tipo de respuesta. Decimos que buenos niños encuentran buenas amistades. El llamado es una relación comprensiva que vibra.
Invitamos a los estudiantes a involucrase en actividades de servicio fuera del campus y muchos parecieran saber que su respuesta es natural, una harmonía. Los que se meten en problemas, no son niños malos, pero su zumbido interior espera por otro zumbido para llevarlos al camino de meterse en problemas. Pareciera, como tenemos un cerebro derecho e izquierdo, o una simetría física, tenemos también dos oídos interiores. Uno desea darse a los demás y a la creatividad relacional. El segundo oído desea escuchar voces de autocomplacencia, auto-descubrimiento, y de auto-destrucción.
Jesús ha venido a nosotros como un “maestro” y aprenderemos si tenemos el oído apropiado para escuchar. Hay muchas cosas que Jesús enseña que son difíciles y quisiéramos que El no las hubiera dicho. Aprender toma humildad y reconocer que no tenemos todo resuelto. Hay muchos tipos de maestros enseñando varias formas de vida, una verdad y una vida que resuene con nuestro oído egocéntrico. Jesús solamente sigue ofreciendo Su forma de vida, de verdad y de vida.
Jesús ha venido como el Cristo, el Ungido, el Mesías, y El que tiene sentido si nuestro oído interior escucha nuestra necesidad de tener un Salvador. Ese oído debe escuchar profundamente nuestro estado incompleto y nuestro deseo de ser invitados a dejar nuestro egocentrismo y nuestros “problemas” los cuales son causados por nuestro espíritu egoísta. Aquí también debe haber humildad para admitir que hemos escuchados voces que nos han llevado a la confusión, a las mentiras, y a la muerte espiritual.
Samuel escucho algo dentro de él. El supo que lo escucho, pero todo estaba fuera de él. Quiero pensar que el dormir en el templo le ayudo a su oído interior a poder escuchar el llamado de Dios. Andrés y Simón estaban dispuestos desde antes. A lo mejor estas primeras semanas del Tiempo Ordinario se nos está siendo invitados a checar la salud de nuestros oídos. Estamos invitados a escuchar como son las enseñanzas y formas de vida de Jesús. Estamos también en el proceso de aprender cual es el sonido de nuestro egocentrismo. A quien escuchamos determinara que escuchamos.
“Sabemos y creemos en el amor de Dios por nosotros.” 1 Juan. 4, 16 |