Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

12 de Febrero del, 2012 - [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS

Sexto Domingo del Tiempo Ordinario
[77] Levítico 13:1-2, 44-46
Salmo 32:1-2, 5, 11; 1
Corintios 10:31-11:1
San Marcos  1:40-45

Prep-oración

Vivimos la Eucaristía como una misión. El Cuerpo de Cristo esta vivo mientras nos dirigimos hacia nuestras hermanas y nuestros hermanos. Durante nuestros viajes Eucarísticos nos encontramos topes en el camino. Desearíamos que fueran suaves y fáciles de vivir.

Oramos estos días que vivimos la Eucaristía para poder tener corazones limpios. Oramos por la libertad de tocar lo que nos llama a sanar. También oramos con honestidad que nuestra suciedad sea tocada por Dios. Podemos orar para poder alcanzar aquellos que son considerados fuera del pueblo, fuera de círculo, pero que Cristo ha tocado, que están en la Eucarística.

Oramos también para confiar en la bondad de Dios la cual nos cura nuestras heridas, topes, sarpullidos, y varias heridas físicas y emocionales que hemos tenido en nuestros viajes. También oramos por la gracia de unirnos a Jesús en su forma de llegar a los lastimados, enfermos, o alienados.

Reflexion

Escuchamos en la Primera Lectura solo unos versículos de los capítulos de Levítico lidiando con un solo tema, lepra. Este libro, uno de los primero cinco libros de las escrituras Hebreas, trata mayormente sobre las leyes del orden a adecuado en el pueblo, el resultado de la palabra directa de Dios a través de Moisés y de Aarón.

El jardín original de perfección era una imagen de orden, todo tenía su nombre y su lugar adecuado. Cualquier imperfección, o alguna cosa fuera de lugar eran no dignas de Dios y faltas de santidad.

Los dos capítulos hacen referencia a varias formas de lepra; del cuerpo, de la ropa, y de las paredes de las casas. La limpieza era una señal de devoción y una reflexión de la pureza de Dios. La enfermedad física de cualquier forma era un tipo de señal que había un tipo de impureza interior presente. Distancia, abandono, y alienación de los “puros” era la forma de prevenir la inmundicia.  

La persona que era juzgada por los sacerdotes si tenía la enfermedad, tenía que caminar gritando su identidad de “inmundo” y vivir de acuerdo a su nombre. En el siguiente capítulo, hay una descripción del largo proceso de exanimación, purificación, y de cómo restablecerse de nuevo en la comunidad. Al leer esto, puede que uno escoja quedarse en la condición previa de lepra.

El Evangelio tiene unas características interesantes. El hombre “inmundo”, en vez de alejarse de acuerdo a la tradición y a la ley, fue hacia Jesús buscando sanación, eso sí Jesús estaba dispuesto. Jesús toco al hombre, El tampoco se alejo del hombre. La sanación física paso como un acto de fe. Al hombre se le dijo que se fuera y que se presentara a los sacerdotes y que ofreciera lo que Moisés había prescrito. Este es el largo proceso del ritual de la ebullición, sacrificio, y consumación. La prueba será juzgada por los sacerdotes de la Ley, quienes preguntaran como pasó todo tan rápido.

El hombre, ya curado, ahora está en el pueblo y San Marcos claramente dice que Jesús se quedo afuera en lugares desérticos para poder estar disponible para otras curaciones. El siempre será un forastero recibiendo a la gente de vuelta con su armonía con Dios y con ellos mismos.

El miedo a la exclusión y al abandono es central a nuestra condición humana. Billones de dólares son gastados cada año buscando que cada ser humano siga siendo aceptado. Cualquier forma de la corriente de lepra que haya, siempre podemos comprar alguna forma de curación. Puede ser ropa elegante, un nuevo look en la cara o en el pelo. Esto puede ser hecho fácilmente si uno tiene una porción de esos billones. Hay una enfermedad interior, que no es física, que billones no pueden curar, pero que Jesús si paso en sus días curando, y lo sigue haciendo en nuestros días.

Hay muchas formas de esta “interioritis.” Cada uno de nosotros puede darle un nombre o nombres con los que nos identificamos, “¡Inmundo!” “No -Suficiente” es tal enfermedad. Esta forma de discapacidad nos corre del “pueblo” de lo social y de la participación en eventos. Fracasos pasados, o lo que al menos juzgamos como fracasos, debilitan nuestros espíritus a pesimismo, y gritamos a veces, con mucha pena y desapercibidamente, “No, yo no, No soy suficiente para lo que se me pide de mi.”

Cualquier curación que Jesús hace, siempre – así es – siempre nos mueve hacia las inversiones, participaciones, e interés en el bienestar de los miembros del “pueblo.” La armonía y el orden del pueblo de dónde venimos, siguen siendo las formas en que Dios ama. La minimización del ser, minimiza la presencia de Dios entre la gente de Dios.

Lo que Jesús hiso por la mayor parte por este hombre, fuel el cambiarle la identidad de “inmundo” a una presencia dentro de la comunidad de Las Buenas Nuevas. Los que Jesús hace por mayor parte en nuestras vidas como Salvador es la restauración de nuestro ser de soy-suficiente-para compartir. Puede que solo tenemos un bote de pintura, un solo color, no lleno hasta el tope y con una brocha más pequeña de la de los demás. Jesús pinto nuestro mundo con su color y nos invita siempre, a Su pueblo, a su mundo, y continua haciendo lo suyo. 

Nuestra lepra puede ser una arrogancia que dice, “En una manera, pensé que podría ser mas, mejor, excelente y súper.” Venimos a Él, nos hincamos y después de admitir nuestra verdad, la constante de Jesús , “Lo hago, lo hará” en su respuesta de misión, de sanación. Sabremos que nos sano de la lepra cuando nos queramos parar, entrar de nuevo, y empecemos a pintar.

“Comieron y se llenaron, y lo que desearon el Señor se los dio; no fueron decepcionados en lo que deseaban.” Salmo. 78, 29-30

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