Reflexiones Dominicales 20 de Marzo, 2011 - [ En Inglés / In English ] Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Sociedad de Jesús. Segundo Domingo de Cuaresma Prep-oración Para celebrar la liturgia del Segundo Domingo de Cuaresma preparémonos reflexionando que tan difícil es confiar en las promesas. Oremos con la libertad que tuvo Abraham para escuchar, responder, y seguir adelante. Salir es mucho más fácil, cuando sabes exactamente hacia donde te diriges. Oremos por la gracia de embarcarnos en las aventuras de nuestras mañanas, porque hemos visto la fidelidad de Dios en nuestros ayeres. Siempre está con nosotros, “¿Dios, que habrás hecho por nosotros el día de mañana? Oremos también para poder confiar en el misterio de la presencia de Jesús, en esas cosas de nuestras vidas en donde casi no lo podemos ver. Donde la vista de nuestros ojos y nuestras mentes falla; ahí está la visión por Fe, y el llamado de Dios acompañado de su fidelidad para asistirnos. Reflexión Hoy converse con un muchacho acerca de su Fe. Me dijo que el no tenia Fe, porque no sabía si Dios existía “y todo eso”. Después de conversar un rato me dijo que estaba sorprendido por haber dudado de la existencia de Dios, que de hecho El había sido un tipo de creyente. “Se necesita la misma fe para creer que no hay Dios como para creer que si hay Dios”. El desencanto con la vida, con la Iglesia, con la familia y la personalidad, todo en conjunto puede hacernos sentir no creer como creímos antes. El joven se marcho diciendo que tenía que meditar sobre muchas cosas. Le dije que eso es exactamente lo que es la oración y que significaba ser una persona pensante en una Universidad Jesuita. El se fue de mi oficina de alguna forma, de la misma manera que Abraham se marcho de su tierra natal y de su parentela. Abraham, como se lee en el Libro de Génesis, es llamado en su interior, yo supongo, para levantarse de un lugar y marcharse a otro lugar y que por esto el recibiría un regalo grandioso. El respondió con algo llamado fe, y se gano el regalo de la vida. El tener tierra y fertilidad en la familia eran señales de las bendiciones de Dios. Abraham fue llamado a dejar sus bendiciones materiales y caminar en un futuro lleno de misterio. El tendrá que confiar otra vez en las promesas del Creador Divino cuando a él y a su esposa Sarah se les promete un hijo y una vez más cuando Dios le pidió el sacrificio de este hijo en las llamas de un altar. Por su Fe, Dios bendecirá a su descendencia con fertilidad, solamente si ellos creen de la misma manera en que Abraham creyó. En el Evangelio de hoy, tres jóvenes subieron una montaña con Jesús, a quien ellos han llegado a reconocer como un amigo. Ellos bajaron de la montaña, invitando a los hombres a creer en lo que ellos piensan que vieron. Jesús se les revelo como más que un amigo. Ellos lo vieron hablando con Moisés, según San Mateo como un representante de la Ley, y con Elías quien representa la tradición de los profetas Judíos. Ellos ven que su Amigo que esta en muy buena compañía. Ven a su amigo con un resplandor diferente, un resplandor incandescente que inhibe los sentidos. Escuchan palabras que desafían sus conocimientos. Lo han conocido de una manera diferente y ahora tienen que dejar esa relación familiar y cambiar a una relación insegura, que implica: el no saber, el no ver, pero si escuchar y regresar de la montana en Fe. Abraham cambio su relación familiar con Dios cuando dejo su tierra. Los tres apóstoles tuvieron que entender lo que había pasado con su amigo, confiando en Jesús que se transfiguro en su Señor. La cuaresma nos invita a cada uno de nosotros a festejar lo conocido, por lo que es, una bendición. Somos llamados también a festejar lo desconocido por lo que es, una bendición también. Nosotros amamos la seguridad de lo conocido y podemos abrazarlo, poseerlo, y hacerlo nuestro, nuestra identidad, nuestro diosito. Nos podemos relacionar normalmente con las mismas amistades, ideas, lugares, y no reconocerlos como bendiciones o regalos como siempre debieron haber sido. Tengo un amigo Jesuita que solo come helado de vainilla Francesa. El dice que cuando algo es perfecto, cualquier cambio es imperfecto. Afortunadamente para nosotros, el vive fervientemente las imperfecciones del cambio dentro y alrededor de él. La perspectiva del Jesús de nuestra juventud, como los tres escaladores de la montaña en el Evangelio de hoy, cambia. Cuando avanzamos, la madurez te hace ver las cosas anteriores, las personas, las ideas, en forma diferente. Mi padre, en Paz descanse, discutiría apasionadamente los ideales y los conceptos de su edad temprana. El diría: “¿La Madre Phillip me mentiría?” cuando el terminaba cualquier discusión acerca de la existencia del cielo, del infierno, de la gracia, de La Trinidad, o de cualquier cosa que él hubiera aprendido cincuenta años antes. El creía y punto! Seguro que él era bendecido, eso era obvio. Sus creencias le permitieron vivir lo que el había conocido y confiar en el Dios, que La Madre Phillip, en Paz descanse, le había revelado al pequeño Larry Gillick. Puede que los tres acompañantes de Jesús nunca pudieron entender que fue lo que paso en la montaña. Ellos estaban aprendiendo a caminar con Jesús con sus dudas “humanas” acerca de El y de ellos mismos. Lo importante es que ellos lograron caminar en el futuro, menos limitados por la exigencia humana de saber y comprender perfectamente. Yo les digo a los que preparo para el matrimonio, que si ellos pueden explicar clara y perfectamente porque se aman, entonces yo tengo menos confianza en su amor. El amor, como la fe, es un salto que emerge del confinamiento de los hechos. Los tres seguidores estupefactos fueron testigos de la Transfiguración; fue un cambio de lo perfecto que no era imperfecto. Ellos no habían visto perfectamente, no pudieron explicarse perfectamente; lo que vieron no los hizo perfectos, pero bajaron de la montaña para continuar su vida con Jesús a un nivel más profundo de fe. Nosotros creemos, porque más o menos entendemos. Como en el amor, entramos en sus entrañas para poder encontrar nuestra seguridad, de hecho en Jesús, más que en los hechos acerca de El. “¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!” Mateo 17:5 |
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