Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton
22 de Abril, 2012 - [ En Inglés / In English ]
Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS
Tercer Domingo de Pascua
[47] Hechos 3:13-15, 17-19
Salmo 4:2, 4, 7-8, 9
1 Juan 2:1-5a; San Lucas 24:35-48
Prep-oración
Oramos por la gracia de la alegría jovial. Esta gracia que deseamos que no nos regresa a la inocencia de nuestra juventud, pero si el sentido de sentirnos bienvenidos de nuevo. Es la temporada del Bautismo y oramos con los infantes y los adultos que son “reclamados por Cristo” como si fueran suyos.
La Pascua se queda en nuestras asambleas parroquiales y las lecturas y oraciones siguen insistiendo que dejemos a la gracia de la alegría regresar y fluir dentro y alrededor nuestro. Nuestros recuerdos también insisten en que nos hemos alejado, hemos olvidado, y hemos abandonado nuestra alegría bautismal. Podemos orar que también recordemos, en estos tiempos, la vida, muerte, y resurrección del más Inocente de todos para que nos hunda en su eterno amor fluyente.
Reflexion
Fui privilegiado de haber concelebrado hace tres semanas en la mañana la liturgia de la Pascua, en la Parroquia del Sagrado Corazón en el pueblo de Pine Ridge en Dakota del Sur. Fue una tarde despejada, y estuve parado en la parte de atrás de la pequeña parroquia Jesuita, Delbert Caballo Amarillo me saludo y me dijo, “Hoy me voy a hundir en la luz del sol.” Sus palabras reordenaron la homilía que tenia preparada y por la cual había rezado antes. Habíamos experimentado en un bautismo de un adulto una inmersión total la noche anterior en un taque muy bien decorado como “jagüey de caballo.” La linda joven que se estaba bautizando casi se hunde en la bendecida Agua Bendita. Delbert estaba planeando en celebrar la alegría de la Pascua hundiéndose en el amor de Dios con el cual lo habían bautizado años antes. El se estaba imaginando el calido sol como una forma que Dios le mostraba que lo ama y que había amado a sus gente Lakota por siglos.
Las lecturas de hoy están llenas de entusiasmo Pascual. Pedro le esta hablando a un grupo de espectadores judíos que fueron a ver el hombre que Pedro y Juan habían curado de parálisis. Había estado pidiendo dinero, pero los dos apóstoles no podían darle ni plata ni oro, sino que le dieron la habilidad de poder moverse a través del Espíritu Santo.
Pedro empieza su discurso con un tipo de clase sobre las Escrituras. Les recuerda que el Dios de sus padres religioso, los Patriarcas, ha revelado a Jesús como el Siervo de las Escrituras. Pedro crítica como los oyentes habían sido cómplices en la entrega de este Siervo a Su muerte. Pedro termina con un llamado hacia el arrepentimiento reconfortante y hacia la vida ofrecida a través de Jesús, Cuya muerte y resurrección fue escrita en sus propias Santas Escrituras. El invita a sus oyentes a hundirse en el perdón de Cristo, Quien antes de que naciera, fue enterrado en sus propias escrituras proféticas. Este Cristo, El sirviente del sufrimiento, una vez enterrado en la tumba, ahora esta vivo y dando vida a todos lo que creen.
El Evangelio de San Lucas tiene su propio acontecimiento de Pascua. Dos discípulos estaban caminando, iban saliendo de Jerusalén de regreso a Emaus. Jesús se los encontró, les acepto sus invitaciones de quedarse con ellos y mientras comía con ellos, ellos se dieron cuenta en la “partición del pan.” Entonces Jesús desaparece, pero sus corazones fueron inundados de alegría que decidieron regresar y revelarle a los demás lo que les acababa de pasar.
Lo que escuchamos en el Evangelio de hoy es la continuación de la historia. Mientras los discípulos están contando como fueron acompañados por Jesús, (literalmente) el mismo Jesús aparece en medio del grupo y les da la “paz” a todos. Atemorizados y pensando que estaban viendo un fantasma, la asamblea tiene una cena Pascual verdadera. Jesús, sabiendo sus dudas, los invita a tocar su cuerpo y luego les pide algo de comer. San Lucas sabe muy bien que sus lectores Griegos eran escépticos sobre la resurrección de los muertos. El pone esta parte de la historia para confortar a los escépticos. A Jesús se le ofrece pescado y se lo come como una señal de que de verdad es El. Los fantasmas no tienen cuerpos ni comen tampoco.
Jesús concluye esta aparición con pruebas concluyentes de los escritos de las Escrituras. La ley, los profetas y los salmos todos hablan de que el Siervo debe sufrir, morir, y resucitar. Estas Buenas Nuevas fueron hechas para afirmar a Jesús como el Mesías y que el perdón de los pecados debe ser predicado desde la parte mas alta de la montaña de Jerusalén hasta los fines de la tierra. Aquellos que han visto el cuerpo resucitado de Jesús ahora deben convertirse en ese Cuerpo al vivir la vida de Jesús y dando la vida de Jesús al mundo.
Entonces ahí conocí a Delbert, en el pequeño pueblo de Pine Ridge, en el condado mas pobre de Estados Unidos, hablando desde un punto de vista económico, y las Buenas Nuevas le llegaron a sus oídos y a su corazón. El Hijo Eterno ha resucitado y el cielo Dakota y el Hijo Eterno estaba resucitando por todos los Delberts en el mundo, empezando desde Jerusalén. El hundirse en Jesús no es tan fácil como hundirse en la luz del sol de Dakota en la mañana de Pascua. Hoy en un grupo de meditación aquí en la escuela, todos estuvieron de acuerdo que para que las relaciones sobrevivan, necesitan misterio. Jesús les extendió una relación profunda a sus discípulos al sorprenderlos con el misterio de la resurrección de su cuerpo, pero no explico como fue que sucedió. Ellos tuvieron, y nosotros tenemos, nuestras dudas y preguntas sobre lo que esta pasando. El continua llamándonos a tener un acto de fe y a hundirnos en el misterio total de Su abrazo eterno, parecido a un rayo de sol, que da a nuestra humanidad y a nuestras personas, empezando desde Jerusalén y terminando donde quiera que estemos situados. Nosotros, como los discípulos, tenemos nuestras dudas y queremos sentarnos a la orilla de la alberca o del jagüey y preguntar y meditar. Jesús ha resucitado para invitarnos a todos y a uno por uno a dar un chapuzón y experimentar que se siente hundirse.
“Pueblos, bendecid a nuestro Dios, haced que se oiga la voz de su alabanza” Salmo 66: 8
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