Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

5 de Junio, 2011- [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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Septimo Domingo de Pascua

LECTURAS

[59] Hecho de los apóstoles 1:12-14
Salmo 27:1, 4, 7-8
1 Pedro 4:13-16
San Juan 17:1-11a

Prep-oración

Este es el domingo después del Jueves de la Ascensión y el domingo antes de Pentecostés. Nos preparamos a celebrar la Eucaristía por medio de la forma en que vivimos nuestro Santo Intercambio anteriormente. Oremos para que gocemos el ser creyentes. Oremos para vivir como mujeres y hombres que confían en los regales espirituales que hemos recibido, que empezaron en el Bautismo y se fortalecieron en la Confirmación. Oremos en la libertad del saber quiénes somos como regalos de Dios en este momento y en este lugar.

Podemos orar también con la callada y presente fe de María, la Madre de Jesús. María, La que sus acciones hablaron más fuerte que sus palabras. Creemos que ella está presente en nuestros “cenáculos” cuando nos reunimos como Iglesia. Sus palabras no son grabadas en la Muerte de Jesús ni en Su Resurrección, pero ella ser mantuvo fiel mientras miraba lo que no podía cambiar. Oremos también para tener esa misma confianza en los misterios.

Reflexión

Los Hechos de los Apóstoles, que es la historia escrita del trabajo del Espíritu Santo en la Primera Iglesia, comparte con nosotros una historia tierna. Escuchamos en el primer capítulo acerca de cómo los primeros once que vieron a Jesús ascender, regresaron a Jerusalén a orar. Escuchamos sus nombres y luego el nombre de María, con quien ellos de juntaron a orar en el “cenáculo.” Eso es lo único que escuchamos, pero ahí hay mucho más.

Ahí en ese mismo cuarto ellos se juntaron antes cuando se escondían por miedo; y ahora se juntaron para usarlo para encontrar fe. En los siguientes versículos ellos fueron al grano. Ellos tenían que encontrar un sucesor a su compañero y apóstol caído, Judas Iscariote. Esto representa el futuro, lo que escuchamos es un grupo que se junto en fe, hombres y mujeres, por primera vez sin la presencia física de Jesús. Sus oraciones no son de terror, sino de esperanza.

Imagínense esta escena. Todos ellos pertenecían a la tradición judía, la cual era muy estricta en que el hombre siempre esta primero que nada. Entonces, los hombres acaban de llegar del Monte de los olivos y se encuentran a María con otras mujeres esperándolos. Pedro que conoce su cobardía del pasado, ve a María, quien fue fiel en el pasado, y Pedro se acuerda de esa fidelidad. Entonces Pedro temeroso se limpia la garganta, y empieza, como si nada hubiera pasado, “¿…Oremos?” El Espíritu Santo le ordeno a María que presentara el cuerpo y persona de Jesús al mundo. No como un sacerdote de culto, María presidio como la primera en compartir el cuerpo de Jesús al permitirle a Jesús compartir su cuerpo de ella. ¿Pedro le pide que dirija las oraciones? Probablemente no, porque eso iba en contra de la tradición. Todo este iempo muy tierno para todos ellos.

María, la Madre de la Iglesia, María la medianera de todos Las Gracias, María, Madre de Misericordia, le da ánimos a Pedro con su mirar y con su inclinación de cabeza. En forma callada, ella empieza su papel en la reunión. Con sus gestos ella dice “oremos.” De todos los “escenarios en las escrituras”, este me hubiera encantado haber podido ir. Este es el primer Consistorio, no encerrados bajo llave, sino esperando por el Espíritu que les soplara hacia al mundo que los espera. El sentido de resurrección personal en ese cuarto fue más poderoso que cualquier junta de alcohólicos anónimos podrá ser. ¿Cómo podrán querer dejar ese tipo de unión e intimidad? Con la venida del Espíritu Santo, su salida va a continuar su unidad.

El Evangelio es una retrospectiva, una mirada atrás hacia el pasado. La escena es el “cenáculo”, la noche de la traición, arresto, y sufrimiento de Jesús. Jesús habla con Su Padre atreves de su pequeño grupito de hermanos. En el Evangelio de San Juan, Jesús en la Cruz es la demostración suprema de la “gloria”. Es la ultima y primordial “señal” de la “autoridad” que el Padre le ha dado a Jesús, la “autoridad” de dar vida eterna a todos que creen que Jesús fue “enviado”.

Jesús ora por sus creyentes que se quedaran en el “mundo” mientras el no está en el mismo “mundo”. Jesús que ha sido enviado al “mundo” como un regalo, le ha dado el regalo de la vida a Sus Apóstoles y ora que continúen consagrados. El “mundo” que ha odiado a Jesús y que los va a odiar, es un lugar y también un espíritu que se opone a la bondad. Ellos sufrirán por sus creencias como también ellos verán a Jesús sufrir a través del odio. La Epístola de San Pedro en la Segunda Lectura reafirma el espíritu. Si somos “Cristianos”, entonces sufriremos por la bondad de la vida de Cristo dentro de nosotros.

En las escuelas primarias católicas, cuando yo era un muchacho, leíamos revistas llamadas Cofre del Tesoro. Tenía todo tipo de historias apropiadas a nuestras edades y especialmente acerca de niños de nuestras edades que sufrían y morían en el nombre de Jesús. Nos preguntábamos y hasta orábamos si podríamos o queríamos morir en ese tipo de martirio. Ahora que estoy más grade me he dado cuenta que los sufrimientos de vivir por, en lugar de morir en el nombre y reino de Jesús. Los Apóstoles de juntaban alrededor de Jesús, el grupo se junto alrededor de Pedro y Mario, los grupos que se juntan alrededor de la Mesa Eucarística, todos viven bajo la influencia de la bondad de Dios. Jesús sigue orando por nosotros que pertenecemos a Dios, “Ellos son Tuyos”, El dice de nosotros. El sufrimiento como Cristianos puede venir de dentro de nosotros como también de otros Cristianos y del mundo espiritual alrededor nuestro. Podemos sufrir, porque estamos muy orientados a conocer desde el punto de vista de este mundo y nuestra fe esta alado, no dentro de nosotros. Sufrimos las invitaciones del perdonar, sanar, buscar la paz con justicia, y con el llamado a la esperanza que la fe implica.

María, Pedro, la primera Iglesia y la actual, Juan Pablo II y tu pertenecen a la bondad de Dios que siempre es ofrecida a manos llenas y no siempre recibida. María todavía está inclinando la cabeza hacia nosotros, diciéndonos “Oremos”. Ella que sufrió a causa de su fe hasta el día de la Resurrección, todavía nos recibe de nuevo a la comunidad reunida a recibir la continua oración de Cristo sobre nosotros en la Eucaristía.

“Mayo es el Mes de María y
yo reflexiono en eso y medito porque -
sus fiestas siguen la razón fecha debida a la estación Candelaria,
día de la Anunciación;
Pero el mes de nuestra señora, Mayo
¿Por qué ayunar a causa de ella Con una celebración en su honor?
Pregunta por ella la madre poderosa Su respuesta da pie a otra Pregunta,
¿qué es la primavera?
Crecimiento en todo Todas las cosas suben todas las cosas crecen,
María ve, simpatiza

Con el mundo del bien La maternidad de la naturaleza.”

Líneas de El Magníficat de Mayo
G. M. Hopkins, S.J. 1878

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