Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

17 de Julio, 2011- [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
Para ver más información y fotografía del escritor haga clic aquí.

Dieciseisavo Domingo del Tiempo Ordinario

LECTURAS

[106] Sabiduría 12:13, 16-19
Salmo 86:5-6, 9-10, 15-16
Romanos 8:26-27
San Mateo 13:24-43 o 13:24-30

Prep-oración

Cada que termino de leer un libro y no he encontrado uno nuevo para leer, me empiezo a preguntar a mi mismo si el último libro que leí en verdad fue escrito. Nunca disfrutare un libro bien escrito de nuevo. ! Ay de mi!

El libro de Lamentación, capitulo tres, dice que los favores del Sénior no están solo en el pasado. Se nos hace muy difícil dejar alguien o algo muy maravilloso ir, porque pensamos que el último gran regalo de Dios ya se nos ha dado. Nuestras desilusiones y miedos pueden hacernos dejar nuestros puños cerrados a la disponibilidad a los que puede llegar ser la próxima entrega de una novedad emocionante de la vida de Dios.

Mientras nos preparamos a hacer más que solamente estar de cuerpo presente en la asamblea Eucarística, reflexionamos en los regales que hemos recibido al dejar ir los regales anteriores y orar con los ambos regales de amor de Dios.

Reflexión

Escuchamos de paradojas y parábolas en nuestras lecturas de hoy. Del Libro de la Sabiduría escuchamos una canción de alabanza al Dios de misericordia y justica, el Dios de poder e indulgencia. El poder de Dios se hace presente al ser misericordioso. La misericordia parece ser todo poderosa en todo su esplendor y revelación. Aquellos que conocen a Dios están llamados a confiar en el poder amoroso de la misericordia para que ya no tengan miedos. Todo esto se resume en la afirmación que la gente de Dios confía en la paciencia de Dios, Que espera por su arrepentimiento. Existe la expectativa divina de nosotros, pero Dios nos invita a esperar por la poderosa clemencia de Dios.

¿Es Dios justo o misericordioso? El Dios paradójico pide que confiemos en El y aun así nos preguntamos si estamos seguros o corremos peligro a veces de ser quemados como la hierba mala.

Tres parábolas retan nuestras imaginaciones y al mismo tiempo alientan a nuestra fe en el Evangelio de hoy. Jesús otra vez usa ejemplos de la vida diaria para invitar a sus oyentes a dar una respuesta de fe. La primera parábola más o menos se parece a la parábola de la semana pasada acerca de la cosecha de la buena semilla. La primera parábola Jesús explica con claridad solamente a sus amigos cercanos. Las semillas y las hierbas están creciendo juntas mientras el cosechador planto solo buenas semillas, algún enemigo tuvo que haber puesto las hierbas.

En época de cosecha, el cultivo de trigo y las  malas hierbas se recogerán: las hierbas para ser quemadas y el otro para la unión y la vida. Esto quiere decir que tenemos la posibilidad de ser malas hierbas.

Las dos parábolas que no son explicadas nos ayudan a recibir la gracia de la primera parábola. Los granos de mostaza y de maíz comienzan pequeños, imperceptibles y sin embargo tienen posibilidades de gran cambio y crecimiento. La pregunta que si Dios lidiara con nosotros desde una posición de justicia o una postura de misericordia es grande para la mente humana y corazón. Nosotros queremos “una respuesta grande” en el momento para poder descansar fácilmente.

Como con los granos de maíz y de mostaza, nuestras experiencias espirituales de Dios como Dios es, misterioso e infinito, empiezan con indicios, toques, susurros, y simples encuentros humanos. No estamos salvados, es decir el “Reino de los Cielos” por las grandes ideas y conceptos. Poco es grande en el Reino de los Cielos. Para aquellos que pueden sobrevivir sus experiencias de sus propias hierbas y sus propios trigos, el Reino empieza a tener sentido. Aquellos que sobreviven las hierbas de sus vidas y el trigo de sus vidas de otros crecen en la indulgencia y clemencia de Dios.

El “grano” sembrado en el campo de la tierra no es todo el paquete de las enseñanzas de Jesús. El “Grano” es Jesús incrustado en la tierra, los “humus” de nuestra humanidad. Hay una parte de nuestro ser terrenal que desea ser dejado en paz. Desea no ser labrada ni cultivada, y obviamente tampoco llenada de hierbas malas. El Reino de la Oscuridad ama la confusión y la duda. El “enemigo” se ha adueñado de una parte del campo, o al menos ha rentado una parte. Cada uno de nosotros siente el conflicto de propiedad, ¿A quien pertenezco?  Esa misma tensión nos permite crecer con paciencia en personas de verdadera fe que saben que la misericordia es el centro del Renio de Dios.

La levadura de nuestras experiencias humanas de diario, de perdonas y ser perdonados fertilizan el campo de nuestras vidas personales. El grano de mostaza crecerá, pero no crecerá si cultivamos hierbas de dureza, críticas, y severidad cuando tratamos con nosotros mismos y  los demás.

A lo mejor la experiencia del grano de mostaza, la actitud a la que Jesús llama, que empezó mi entrada al Reino del Cielo, fue durante el primer juego de beisbol hace mucho tiempo a principios de la primavera. Bueno, el campo de ese juego era un patio de veintitrés pies de ancho entre nuestra casa y la de alado. El patio estaba muy largo. El primer pitch de la temporada yo lo pegue, hasta la línea de la tercera base hacia, dentro y atreves de la ventana del comedor de la Sra. Gogrich, acerca de aquí para allá. No rompió la ventana de adentro, pero la ventana de afuera se volvió pedacitos. Pensé que mi temporada iba a ser muy pero muy corta.

La Sra. Gongrich apareció atrás de la ventana de adentro aparentemente ilesa y pensé que también mi vida seria corta. Abrió la ventana y nos invito a los seis jugadores a pasar a sus casa. Yo pensé “Entre mas seamos, mejor”, y aparte sus hijos no estaban en casa; ellos eran muy robustos. Los seis caminamos hacia su porche y ella nos encontró en la puerta. Los otros cinco chicos estabas listos para ser horcados; pero yo no.

La Sra. Gongrich les dio una palmadita en la cabeza a los demás y los llevo hacia su comedor, pero cuando yo llegue, ella puso sus dos manos en mis hombros y sonrió. Eso fue todo lo que hiso, sonrió y me abrazo por un largo tiempo, bueno a lo mejor fueron cinco segundos. El resto de la historia es muy predecible. Yo no recuerdo más que la sonrisa y el silencio de un tierno perdón.
Esa sonrisa y silencio fueron granos de mostaza y levadura para hacer conciencia de lo que El Reino de los Cielos es. Vivimos en ese Reino en las maneras que permitimos que el trigo de la gracia de Dios crezca a pesar de las hierbas malas del miedo y castigos duros. Esa ventana fue rápidamente reparada y atreves de ella, ahora veo a Dios, sonriendo cuando vuelvo a romper algo.

 “El Señor deja en nuestras mentes las cosas maravillosas que El ha hecho. El es compasivo y amoroso; El siempre cuida a sus fieles.” Salmo 111, 4-5

Online Ministries Home Page | Daily Reflections Home Page |
Un retiro de 34 semanas para la Vida Cotidiana | Via Crucis