Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton
21 de Agosto, 2011- [ En Inglés / In English ]
Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS
21avo Domingo del Tiempo Ordinario
[121] Isaías 22:15, 19-23
Salmo 138:1-2a, 2b-3, 6+8
Romanos 11:33-36
San Mateo 16:13-20
Prep-oración
Hay un dicho antiguo acerca de la llanta rechinadora que necesita aceite. Eso significa que cualquier persona que se queja demasiado recibirá atención. Los niños chiquitos de la iglesia pareciera que saben esto muy bien; ellos reciben mucha atención de sus cercanos padres y de toda la congregación.
Hay un tipo de persona que catalogaríamos como “quejumbrosa.” Nada ni nadie es digno de reconocimiento o comentario negativo.
No es que me este quejando de esta gente, pero me he dado cuenta que aquellos que se quejan de las personas o cosas a sus alrededor, revelan una insatisfacción básica acerca de algo dentro de ellos mismos. Cada uno de nosotros conoce sus propios vicios y podemos orar con ellos con humildad. Mientras vivimos hacia la próxima celebración de la Eucaristía dentro de nuestras comunidades, podemos orar para recibir la gracia del “aceite” donde sabemos que lo necesitamos más. Podemos beneficiarnos de hacer una lista de aquellas cosas y personas que deseamos que desaparecieran rápido. Algunas llantas rechinadoras de nuestros propios carros y de los demás no pueden ser reparadas entonces oramos por una paciencia compasiva.
Reflexión
Como casi siempre pasa cuando escuchamos los versículos de la Primera Lectura de las Escrituras Hebreas, necesitamos leer el capitulo complete de donde vienen los versículos. Esto es verdad porque se necesita leer todo para poder saborear la Primera Lectura de hoy. Shebna ha tenido una imagen altiva como también un lugar majestuoso en el palacio. El ha empezado a inmortalizarse a sí mismos al empezar a construir su propia tumba en un majestuoso lugar en la montaña. Dios le ha dicho que él será rodado como una pelota y aventado fuera del país con todo y sus majestuosidades y que el morirá ahí en desgracia.
En este oráculo Dios no solamente le quita los símbolos de dominación de Shebna, pero también Dios llama a alguien más de otra familia para que bendiga a la gente de Dios. Eliaquim será como un “padre” para la gente de Jerusalén y toda la gente será su familia bajo Dios. En vez de luchar con poder y presunción altanera basadas en el origen familiar, Eliaquim será firme y usara su autoridad para la paz.
Jesús viaja con sus discípulos a una ciudad en la cual su nombre festeja el poder y dominación Romana sobre Israel. Es ahí donde Jesús posee una pregunta muy grande con el propósito de recibir una respuesta aun más grande. Por primera vez en su relación Pedro, hablando por los demás discípulos, declara públicamente el nombre que es opuesto al del poder de los Romanos y de las otras fuerzas mundanas. Jesús es el Cristo y el Hijo de Dios.
Pedro que viene de su familia terrenal, “hijo de Jonás” se le es dado un nuevo nombre y como con Elquim, a Simón se le hez dado un titulo y poder. Pedro, que significa en griego y en arameo “piedra”, será la fundación del grupo que es llamado a juntarse, o como es normalmente conocido, la Iglesia. Pedro como persona, pero la profesión de una creencia profunda de Pedro de que Jesús es el Cristo, es lo que se entiende como clave a la fundación. El Evangelio del siguiente domingo mostrara la fe de Pedro en Jesús muy probada. Por ahora, escuchamos a Jesús transportando sobre su Roca, las “llaves” del poder de Dios. Mientras todos escuchamos en la Primera Lectura del dieciseisavo domingo del Tiempo Ordinario, del Libro de Sabiduría el pasado 17 de Julio, “Su dominio sobre todas las cosas te hace indulgente a todas.” “Pero si eres maestro del poder, juzgas con clemencia.” Las “llaves” que Pedro recibe son instrumentos para poder gobernar como Jesús recibió también ese poder de su Padre. Aquellas llaves en las manos de Jesús abrieron orejas, ojos, corazones. Aquellas “llaves” en las manos de Jesús desaparecieron oscuridad, maldad y muerte de la creación y familia de Dios.
Una vez alguien escribió que el poder no corrompe, pero el poder en las manos de un tonto, corrompen el tonto. Las llaves son un símbolo de “control” – llaves del carro, llaves de la casa. He observado que gente que tintinea sus llaves, al mismo tiempo que hablan conmigo, me están diciendo que el poder que tiene viene de afuera; de lo que poseen. Crean el sonido de poder para asustar a cualquiera que no escuche el ruido y quieran preguntar si la casa de alguien está ahí. Ese es el tonto que ha sido corrompido con poder pretencioso. El Malo le ha visto la cara de tonto a este tonto al hacerle pensar que las cosas dan identidad y que las posesiones prueban autenticidad. El Diablo le ofreció a Jesús poder sobre todas las cosas y este poder demostraría que Jesús era el “Hijo de Dios.” Jesús había recibido su identidad y no necesito del tintineo de las “llaves del poder” para satisfacer las demandas de este mundo.
Este texto es usado frecuentemente para probar primacía papal y poder para admitir o excluir. Lo que prueba nuestra autenticidad es la primacía de nuestra inclusión personal con indulgencia y clemencia. Las llaves están hechas para abrir o cerrar. Somos la Iglesia, la llamada a estar unida. Tenemos nuestra estructura basada en la tradición y Escrituras con nuestro Padre Santo como el jefe con llavero. Cada uno de nosotros se le ha dado la Llave de la Eucaristía, en nuestras manos y no la tintineamos por todos lados como una muestra de pertenencia y dominación. Estamos todos invitados a ejercitar el poder de Cristo de abrir orejas, ojos, y corazones y desaparecer los ruidos de las enseñanzas falsas, las posturas falsas, las tentaciones falsas de identidad.
En la historia de la Iglesia Cristiana, el poder ha corrompido y ha hecho tontos a aquellos que usaron las llaves del poder para dares indulgencies a si mismos. Como con Shebna, Dios lo bajo de tamaño. El poder puede ser usado como un apoyo, una muleta para ayudar las inseguridades del espíritu. El poder verdadero es recibido, no arrancado y ejercitado como un club. Recibimos la llave de la Eucaristía y las manos estiradas a recibir este sagrado regalo, son las mismas manos que vuelven a escribir la nueva y presente historia de la Iglesia de Cristo. Este poder no corrompe, pero en las manos de los fieles, da vida al mundo en Su Nombre.
“Señor, tu amor es eterno; no abandones la obra de tus manos.” Salmo 138 |