Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton
11 de Septiembre, 2011 - [ En Inglés / In English ]
Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS
24avo Domingo del Tiempo Ordinario
[130] Eclesiástico 27:30-28:9
Salmo 103:1-2, 3-4, 9-10, 11-12
Romanos 14:7-9
San Mateo18:21-35
Prep-oración
Novecientos once es el número de teléfono que en nuestra parte del mundo usamos para contactar ayuda de emergencia. El nueve – once es un número que nos recuerda emergencias a mucho de nosotros. Recordamos con facilidad donde estábamos y que estábamos haciendo cuando primero escuchamos que choco un avión y luego que choco en un edificio y luego hubo dos choques y ¡luego otro!
Las memorias componen nuestras historias de lo que dolió y de lo que fue encantador, por la mayor parte. La religión tiene mucho que ver con el recordad y las bases de las invitaciones hacia el futuro. El confiar tiene ambos pies sobre la tierra firmes en recuerdos. Nuestros ancestros judíos recitaban fielmente los hechos recordados del Llamado Dios y esto les animo a seguir en la caminata de fe. Se nos pide que hagamos lo mismo.
Mientras viajamos de la Liturgia Eucarística a la siguiente, podemos orar con la bondad y los duros centavos del banco de nuestra memoria. Podemos orar con nuestros miedos de ser otra vez lastimados y también oreamos con los días y las horas más soleadas, la gente y los lugares que nos traen al momento de oración y a la liturgia de hoy.
Reflexión
Normalmente la Primera Lectura de nuestras liturgias nos lleva indirectamente o simbólicamente de las Escrituras Hebreas a la historia o enseñanza del Evangelio. Hoy la lectura es del Siracide o Eclesiástico, un libro de proverbios sabios. La lectura es realmente un prologo de la historia donde Jesús está diciendo como ser perdonado y el resultado misericordioso que acontece en la vida del perdonado.
El autor alienta la práctica de perdonar al referirse a la realidad de los “últimos días”, de la propia persona al morir. Si esto no funciona, recuerda los mandamientos y que tú eres parte del Pueblo de la Alianza dentro del cual Dios ha perdonado a la comunidad como a cada uno de sus miembros.
“El recordar” es entonces el tema. Recuerda y luego se tu un recordatorio para tu prójimo y Dios se acordara de ti cuando necesites de su misericordia. Enojo, odio, venganza se mencionan como pecados que están relacionados con los disturbios entre Dios, nosotros mismos y otras personas.
El Evangelio de hoy extiende el énfasis de la Primera Lectura del perdonar. Pedro, que pareciera que esta entrevistando a Jesús, muchas veces presenta una pregunta directa queriendo saber números exactos y quilificaciones. Pedro asume un lugar en la comunidad compuesta de hermanos y hermanas. También asume que hay algún tipo de pecado ahí y quiere saber hasta dónde tiene que llegar su misericordia. Suena como si Pedro no se ha dado cuenta que también es un pecador. Me pregunto si el realmente a entrado a la comunidad aun o en cualquier tipo de relación. La respuesta de Jesús no es exacta, pero muchísimamente más clara. Simplemente, hubo un rey, le perdono una gran deuda a un hombre y este hombre no le perdono una deuda a su deudor por una cantidad más pequeña. Pedro quería unas cifras y Jesús le dio una idea.
La última línea que dice Jesús es muy dramática. El rey de la historia, manda al deudor que fue perdonado y no perdono al calabozo hasta que pague su deuda. Me pregunto como el deudo puede pagar cuando está encerrado, pero ese no es el problema aquí. El problema es que Dios es así. Si no perdonamos a los demás sus pecados hacia nosotros, Dios nos va a mandar al calabozo eterno sin salida. ¿Así o más claro?
El pecar una verdad autentica cultural y psicológica e histórica. Pareciera que entre más nos acercamos a tener una conciencia de Dios, más cerca se convierte la conciencia de violar esa relación. Entre más nos imaginamos a ese Dios como amoroso, nos damos mas cuenta de las violaciones de, o el desprecio de ese amor. Nuestro problema es que individualmente y en conjunto, estamos celosos de Dios y nuestros “pecados” tienen que ver con manipular o dominar o falsificar para poder tener poder. El pecado no es quebrantar la ley, es romper nuestra propia imagen en un acto repugnancia hacia quienes somos. Es el romper la relación al pedirle a Dios que nos deje operar afuera de nuestras limitaciones y pretender por un tiempo que lo que decidimos es verdadero.
¿ Nos perdonara Dios si no perdonamos a otros? Hay heridas humanas que en teoría pueden ser perdonadas obviamente, pero emocionalmente son imposibles de perdonar y olvidar. ¿Los abusados serán abusados por un rey tipo Dios Quien manda a aquellas personas a un eterna prisión? Dios no nos puede pedir lo imposible, entonces tenemos que ser cuidadosos al escuchar el final de la historia del Evangelio.
La interpretación es el problema. La última línea captura nuestros oídos e imaginación. Jesús uso esas imágenes para atraer la atención de su audiencia y estresar una práctica particular o un principio central de sus enseñanzas. Pedro quería un estándar, una formula mecánica. Jesús le pide a él y a nosotros que nos demos cuenta que tan egoístas y pecadores podemos ser y otros también. Jesús nos pide que vivamos con nuestros pecados y también con los pecados de los demás lo más posible. El no perdonar normalmente lastima al que no da el perdón. Algunos sienten que por qué no han olvidado la herida, no han perdonado al que causo la herida. Lo que es importante aquí es la importancia de la comunidad, familia, relaciones. Yo no tenía problemas perdonando hasta que entre a la comunidad Jesuita, y así, me emergí profundamente en una comunidad y el experimentar mi propio egoísmo y el de los demás. Entre más nos acerquemos a otros, más nos acercamos a nuestras propias verdades.
“Cuan preciosa es, ¡Oh Dios, tu misericordia! Los hijos de los hombres bajo tu protección se acogen”. Salmos 36,8
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