Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

9 de Octubre, 2011 - [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS

28avo Domingo del Tiempo Ordinario 
[142] Isaías  25:6-10a
Salmo 23:1-3a, 3b-4, 5, 6
Filipenses 4:12-14, 19-20
San Mateo 22:1-14 o 22:1-10

Prep-oración

Los jóvenes que están en el proceso formal de entrar a los Jesuitas son entrevistados por cuatro miembros diferentes de la sociedad. Uno de esos Jesuitas que me entrevisto hace muchos años me pregunto que yo pensaba que podía renunciar a mis “zapatos de baile.” El había sido uno de mis maestros de Ingles en la escuela secundaria y creo que había estado de chaperón en algunos de nuestros bailes. Yo le asegure que si podía y que ya lo había estado haciendo, en los años pasados.

Cuando yo era un bailarín, sentía siempre que era un vuelo sin motor y chocaba con todo mundo. Recientemente he estado en uno eventos donde algunos se mueven en contra de un cuerpo, por algún lugar allá. Ah me deslizo y los critico.

El orar es una experiencia de “con quien.” Cuando escucho a las personas contándome acerca de sus oraciones personales y litúrgicas, pareciera que están sintiendo a Dios allá, un Alguien Divino a quien luchan, o como los bailarines de hoy en día, que luchan con ellos mismos.

El orar “con” es algo como lo que disfrute, lo que se consideraba, el bailar.  Nunca me pregunte si a mis citas les gustaba escucharme cantar junto con la música, o escuchar mis profundos pensamientos acerca de la gramática Latina, o las historias de mi vida diaria. Ellas solo siguieron bailando, conmigo. A Dios no se le tiene que pedir permiso para bailar; Dios está contigo.

Nuestra vida diaria se mueve a través de las cosas, cosas pasadas, cosas de ayer, o con todas ellas y la gente de Dios nos da el “con quien.” Nos estamos moviendo hacia nuestro próximo encuentro en la Eucaristía donde Jesús esta “con nosotros” más íntimamente que nosotros con nosotros mismos.

Reflexión

Escuchamos estrictamente una profecía mesiánica en nuestra Primera Lectura. Israel, como hemos escuchado en las liturgias recientes, ha sido mencionado en términos de vid y de viñedo. Esta invitación poética es un espíritu de esperanza, en la cual dentro hay una insinuación de un nuevo tipo de montaña con una nueva presentación de la bondad de Dios.

 “En esta montaña” Dios hará algo poderoso y sorprendente. Toda la gente estará invitada a este banquete. El velo de la muerte será removido y todos vera la bondad del Dios salvador.

 “En esta montaña” la mano del Dios salvador recaerá sobre todos los reproches hechos. Dios será visto, el Dios a quien todos buscan para ser consolados. Este banquete y la montaña son imágenes de la persona, del Mesías, que recibirá, alimentara y cuidara a toda la gente.

Yendo hacia el Templo, a la montaña en donde Jerusalén se fundó, era la gran experiencia donde se podía sentir de la cercanía de Dios. El templo y la ciudad fueron presentadas en las Escrituras Judías como Madre, Fuente, Jardín y Fortaleza que daba seguridad. Lo que escuchamos hoy tiene todos estos temas juntos. Estos versiculos parecieran ser dirigidos al hambre espiritual dentro del corazón humano. Responden la pregunta acerca si Dios, El Santo, es pasivo a nuestra condición de nostalgia, o el Santo será activo y providente. Hay un gran sentido de invitación a venir a la Montaña para poder tener comida para todo el vacio humano.
 
El “velo” de no conocer a Dios, será levantado de toda la gente, por la abundancia de la actividad de Dios. La seguridad verdadera acompañara a aquellos que reciben alegremente la bondad de Dios.

En el Evangelio de esta liturgia, Jesús otra vez dirige una parábola denúnciate a los líderes religiosos. También escuchamos a una acusación similar hacia los líderes la semana pasada. La imagen de esta parábola es de un rey que ha preparado un gran banquete para celebrar su hijo. Los sirvientes, (que siempre han sido los profetas en la historia de la relación de Dios con Israel) son envidados por el rey para dar las invitaciones. Estos sirvientes se encuentran con gente desinteresada y continúan con sus vidas personales como si nada. Otros maltratan y matan a los sirvientes del rey. Los profetas de Israel no tenían un trabajo fácil.

El rey, enojado, destruye a aquellos que han rechazado las invitaciones y entonces mando a sus sirvientes a los lugares públicos, calles, y callejones para invitar a los “malos y buenos” por igual. Pareciera que hubo muchos de ellos, porque el salón estuvo lleno.

Hay un final que llama la atención en esta parábola. El rey encuentra una persona en el banquete que no está vestido para la ocasión. Él lo manda amarrar y sacar hacia las tinieblas de afuera donde esa persona sentirá la ira. ¿Por qué tanta brutalidad?

El “atuendo de boda” es el problema. Una vez  cuando estaba en la escuela secundaria, yo fui a un baile a una escuela Católica de puras niñas y no me dejaron entrar, porque no llevaba puesto un saco de vestir. Traía puesto una camisa blanca, una corbata y un sweater caro, pero eso no era suficiente. Nos quitamos el polvo de la vergüenza y nunca escurecimos sus puertas otra vez. Creo que tampoco ellos nos extrañaron.

Cual es “el atuendo” en las escrituras de San Mateo. Los expertos en las escrituras dicen que es el Bautismo, la incorporación propia hacia el “salón” o la comunidad. Otros escriben que “el atuendo” es como la invitación ha cambiado a la persona llamada por Dios. A lo mejor el invitado solamente estaba sentado tomando y comiendo, pero no daba de sí hacia los demás. Puede que hasta estaba quitándole comida y bebida a los demás. Pudo no haber está actuando como invitado, sino como dueño. Puede que se le olvido que había más que solo comida y bebida. Hubo una relación prolongada donde la relación reacomodo un poco las acciones de los compañeros. Puede que ni siquiera traía puesto una camisa blanca, una corbata y un sweater caros.

Los “ancianos y los sacerdotes” sabían que Jesús les estaba diciendo que El era esa misma invitación a cambiar, a  causa de la relación que ellos siempre habían recibido y nunca aceptaron. Jesús les estaba diciendo que ellos fueron arrojados, no porque no estaban bautizados, sino que ellos se reusaron a dejar entrar a Jesús a su baile, por que El estaba vestido diferente a sus expectativas.

Los ricos quedan pobres y hambrientos, más los que buscan al Señor de ningún bien carecen.” Ps. 34, 11

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