Reflexiones Dominicales
Del Ministerio en línea De la Universidad de Creighton

23 de Octubre, 2011 - [ En Inglés / In English ]

Escrito por el Padre Larry Gillick, de la Compañía de Jesús.
El Centro Deglman de la Espiritualidad de San Ignacio
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LECTURAS

30avo Domingo en el Tiempo Ordinario
Éxodo 22:20-26
Salmo 18:2-3a, 3b-4, 47+51
1 Tesalonicenses1:5c-10
San Mateo 22:34-4

PRE-ORACION

El poema famoso de Elizabeth Barrett Browning empieza así: Cuanto te amo, déjame contar todas las formas.” Cuando amas a alguien tenemos como evidencia nuestra disposición interior que va hacia afuera por medio de nuestras acciones que revelan ese amor. El amor se muestra con acciones.

Puede que oremos basados en esa línea, “Cuanto Tu me amas, déjame contar todas las formas.” No hay un libro legal que diga exactamente como debemos de querer a los demás. Tenemos que inventarlo a medida que avanzamos, mientras conocemos a cada persona y situación.

Estamos invitados a orar para tener un interior amoroso, compasivo, moldeado por la personalidad de Jesús. Estamos invitados a orar, no para tener conocimiento de cómo amar, sino para tener sabiduría de querer amar en todas circunstancias de nuestras vidas.

Oramos con la gracia recibida en la Eucaristía para vivir con gestos personales y desinteresados de amabilidad. El amor puede ser expresado en pequeñas maneras, especialmente con los huérfanos, viudas, y con aquellos con mucha necesidad. Mientras oramos, nos preguntamos en cuantas maneras podemos extender la Eucaristía a través de nosotros hacia los amigos de Jesús que no les damos importancia, pero deberían ser de importancia.

REFLEXION

Se nos presenta con indicaciones exactas, así como indefinidas, pero definidas en nuestras lecturas de esta liturgia. ¿Qué es más fácil de hacer? A lo mejor uno puede pensar que le digan a uno con una exactitud estricta como uno debe amar es mas cómodo que a uno le digan, pues, solamente ama al prójimo de uno.

La sección del Libro del Éxodo de donde sacamos nuestra Primera Lectura tiene un gran número de leyes acerca de la conducta dentro de la comunidad Judía. Estas “leyes” fueron hechas para preservar el espíritu religioso y el orden entre la gente. Fueron vistas como hechas por Dios y el seguirlas era una forma de “amar” y rendir reverencia a Dios. Estas “leyes” hablan de todo tipo de áreas, como robo, compensación por daños, comportamiento sexual, y acciones violentas hechas contra los demás o los animales. Estas son muy especificas y parecieran cubrir cualquier tipo de eventualidad. Uno no tendría ningún problema sabiendo cómo se ama exactamente a Dios, seria siguiendo cada una al pie de la letra. Ahora esto es lo que para algunos haría la vida más fácil.

Lo que escuchamos son unos versiculos acerca de no molestar ni maltratar a los extranjeros, huérfanos, y viudas. Si uno llega a lastimarlo y ellos lloraran a Dios, entonces Dios mataría sin misericordia al abusador.

Después escuchamos acerca de prestar y exigir un interés alto. Lo colateral es razonable, pero la compasión debe ser mostrada o la compasión de Dios será negada. El guardar estas “leyes” es como uno ama a Dios haciendo lo que la “ley” requiere. Entonces solo queda esta pregunta, ¿el seguir la “ley” en el exterior significa que es amor?

El Evangelio de la semana pasada presenta a Jesús callando a los líderes religiosos Judíos con Su respuesta acerca de la moneda del Cesar. La historia que le prosigue, que es nuestro Evangelio de hoy, tiene un final similar. Los líderes le preguntan a Jesús acerca de una mujer cuyo primer marido murió y ella se caso con sus hermanos, uno por uno, que también se mueren. ¿De quién será esposa en el cielo? Ellos quedan confundíos con la respuesta de Jesús. 

El Evangelio abre con una referencia a las veces que Jesús los ha callado. Para salvar sus egos le hacen una pregunta a Jesús acerca de la Ley- la cual todos ellos conocen de pies a cabeza. La respuesta de Jesús es directa, pero sin enfrentarlos. No fue lo suficientemente exacta como para poder sujetar a Jesús. Como con la pregunta de la moneda del Cesar, los Fariseos están tratando de oponer Jesús contra la ley Romana, al mismo tiempo que sus propias tradiciones judías.

Su pregunta me recuerda a mi primer año en la Universidad de Santo Norberto cerca de la Bahía Verde, en Wisconsin. Estaba tomando una clase de filosofía y no podía entender la esencia de varios conceptos, de la existencia y todas aquellas cosas que hasta la fecha me confunden. Pues, en un examen oral, tratando de mostrarle al profesor que me interesaba la clase, le pregunte que quien era un mejor filosofo, si Agustín o Aquino. Había estado escuchando que mencionaban esos nombres, y pensé que lo iba a engañar y así el hablaría mas y me preguntaría menos. Me hiso polvo. Me pregunto mi opinión y en que áreas los quería comparar y contrastar. El, como le hiso Jesús, me cerro la boca.

En la versión de San Lucas de esta sesión de preguntas y respuesta, los Fariseos contestan con la pregunta de ¿Quién es mi prójimo? San Mateo no solo nos deja a nosotros decidir quién es nuestro prójimo, pero también que significa amar esa persona. Podemos irnos por los lados y asegurarnos que nuestros prójimos son dignos de amor; que ellos son como nosotros, fáciles de amar. Podemos decir que nuestros prójimos tienen que vivir a cien metros de nuestras casas. Podemos averiguar cuantas veces en el día o en la semana tenemos que hacer tal cosa de amar para cumplir la Ley de Jesús. Dejarlo tan general nos puede confundir y nos puede sacar de nuestra zona legalista de confort. Eso es lo que Jesús está haciendo exactamente al ser indefinido en un sentido, pero siendo mucho más exacto y profundo en el sentido religioso.

Amamos a Dios, menos por la emoción y mas a través de las maneras que Dios nos ama y también cuando recibimos ese amor con gracia. Esta es la primera y más grande “invitación.” “Mandato” es la palabra que Jesús uso basado en el sentido judío de la “ley.” La Segunda invitación es buena también para nosotros. Se trata de la esencia de la vida real. Cuando respondemos a la Primera Invitación, la Segunda Viva Invitación es santa y saludable.

Sospecho que estaban esperando que yo pudiera explicar explícitamente lo que significa amar a Dios y amar a tu prójimo. Jesús no los dejo a nosotros descifrar el significado, y también yo se los dejo a ustedes. Amar a Dios y amar a nuestro prójimo son uno y el mismo acto de fe. Eso es lo que Jesús estaba invitando a los Fariseos exactamente a hacer. Es la invitación de Jesús también nos hace a nosotros.

“Cristo nos amo y se dio a sí mismos por nosotros como una ofrenda fragante a Dios.”   Efesios. 5, 2

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